domingo, 9 de marzo de 2025

Tecno-feudalismo o Anarco-Capitalismo Etapa Superior del Imperialismo

 

 

Imagen: Prol

Por Jabond

En los últimos años, pero especialmente desde la crisis del 2008, el contexto mundial atraviesa una importante cantidad de cambios. Entre los mismos, podemos remarcar el crecimiento de China, los BRICS, la pérdida de hegemonía de EE.UU y en particular tres hechos fundamentales que son:  

-la emergencia de algunos mega-millonarios, cuya riqueza excede con holgura la riqueza de los Estados Nación, que podríamos ejemplificar en   figuras como Elon Musk,  Jeff Bezos, Marck Zuckerfeld con sus diferentes conglomerados de empresas que constituyen monopolios u oligopolios  cuyas actividades prácticamente conducen la economía de varios países, aunque con la característica particular que es la ser poseedores de los servicios de comunicaciones a través de las redes sociales.

-el desarrollo de la revolución 4.0, que abrió el camino al desarrollo de las economías de plataforma, cuyo artefacto principal es el celular. El cual, desde la pandemia vivida entre 2020 y 2022, ha generado que prácticamente todas las personas necesitemos un celular(smarthphne), con carga y datos, para llevar a cabo la mayoría de las actividades de nuestra vida cotidiana independientemente del sector social. Desde el mas rico, hasta el más pobre y desde la actividad mas sofisticada que hace un programador hasta un vendedor ambulante, en el día de hoy, necesita un celular, una cuenta en una billetera virtual para su actividad cotidiana.

-derivado de los dos anteriores, lo que algunos autores han expresado como la financiarización de la economía e incluso la financiarización de los pobres, es decir prácticamente toda actividad que hacemos esta prácticamente mediada por la actividad financiera. En que sentido, en que el uso de las billeteras virtuales, las APP, o mas específicamente las Fintech(bancos “modernos”) hacen que la mayoría de los ingresos que uno genera sea inmediatamente llevados a fondos de inversión los cuales generan una renta financiera de la cual todo usuario saca un relativo provecho. Sin entrar, en los problemas que han ocurrido con estos fondos que no tienen respaldo y escasa regulaciones, casos de retención por tiempos desconocidos del dinero entre otras, lo cierto es que en la actualidad se hace necesario estar asociado a esta ganancia financiera para que los ingresos aumenten y se pueda obtener un ingreso mas para la vida cotidiana.


Este proceso, ha devenido en que estos conglomerados de empresas controlen determinadas regiones, que incluyen a varios países, a través de la posesión de las redes comerciales generadas a partir del comercio electrónico y de los medios de comunicación, en especial las redes sociales como Facebook, tik tok, x, Amazon entre otras.

 

 A este fenómeno, que se lo ha denominado de distinta manera, Varoufakis lo ha caracterizado como tecno-feudalismo. El mismo, consiste en que cada conglomerado multinacional, con su magnate, ejerce un poder feudal sobre cada región mediado por las tecnologías de la revolución 4.0 planteando que ya no estamos en una etapa capitalista a causa de la reconstrucción de feudos que están acompañados por monopolios económicos.

Por otra parte, sectores como los que representa Milei nos hablan de que los estamos transitando es el camino hacia el “Anarco-capitalismo”.  El cual tiene varias aristas, por ejemplo en el caso de  Julio Montero, filósofo, politólogo y profesor asociado en la Universidad de San Andrés (UDESA-Chequeado) nos indica que:

“El anarcocapitalismo cree que no debe existir el Estado y que ninguna autoridad debe utilizar la coacción para implementar leyes o normas. Cada persona tiene la obligación de respetar el derecho de los demás y cada persona tiene el derecho de defender sus derechos frente a potenciales ataques, mediante la contratación de agencias de seguridad privadas”1

Es decir, lo que nos plantearía este anarcocapitalismo es que estaríamos viviendo un proceso en donde el Estado desaparecería y deberíamos ejercer nuestra propia defensa, en caso de que alguien nos ataque o deberíamos contratar una empresa para que nos cuide, en este caso serían estos grandes conglomerados económicos.  Sin embargo, el anarcocapialismo también plantea que su utopía está basada en la libertad de mercado, en donde, si bien desparecería el Estado, prevalecería el derecho a la propiedad privada, lo que implicaría la no desaparición del Estado, ya que es el  garante de la propiedad privada.

Sintéticamente, este sería el contexto en el que estaríamos atravesando. Ahora es interesante agregar algunos puntos para analizar ambas posturas.

En el caso del concepto de Tecnofeudalismo, si bien es interesante la propuesta de construir un concepto fácilmente utilizable, hay un punto quizás contradictorio sobre todo en el que refiere al feudalismo. Ya que el feudalismo fue un sistema que, además del señor feudal, se caracterizó por una reciprocidad entre los estamentos, es decir el señor feudal si bien poseía a los siervos también tenía que protegerlos en mayor o menor medida, así como también había regulaciones en torno a la subsistencia del conjunto social. Mientras, que en la etapa actual eso no ocurre, cada señor feudal se desentiende de lo que pasa con sus “siervos” ya que son “hombres libres”.

Por su parte, en el concepto de anarcocapitalismo, es contradictorio, como remarcamos anteriormente, ya que surge la pregunta ¿Cómo desarticular el concepto de propiedad privada del Estado, que es la base necesaria para el desarrollo del capitalismo?

En este sentido, es interesante retomar un texto escrito hacia principios del Siglo XX por Vladímir Ilich Uliánov llamada “Imperialismo etapa Superior del Capitalismo”, quien nos explicaba que con los albores de la segunda revolución industrial, ante la emergencia de nuevas economías competidoras en el mercado internacional los países capitalistas defensores del libre cambio se volvieron proteccionistas y buscaron garantizar a cada conglomerado económico de su país el control de  zonas económicas por medio del monopolio. Es decir, regresábamos al monopolio de manera colonialista, ya que se coloniza el Africa y Asia, pero también de manera solapada a través del neocolonialismo, como lo denomino Halperin Donghi, en alusión a Latinoamérica. A su vez, esta nueva etapa del capitalismo incorporaba dos características el control de la tecnología, por parte de los monopolios y en particular el nacionalismo.  El cual, fue utilizado de dos maneras por un lado para justificar el avance colonial, y los gastos en armamento para defender los capitales, pero también, hacia el interior de los países colonialistas, construir cierta estabilidad ante el hambre y las malas condiciones de vida de la población y el riesgo revolucionario por parte de los obreros.

En el caso actual del anarcocapitalismo o tecnofeudalismo, podríamos decir que sería un producto de la Globalización ya que, luego de la caída del muro de la URSS, cuando los grandes capitales multinacionales, principalmente de EE.UU, hicieron una expansión mundial ejercieron un poder que prácticamente desdibujaron los Estados Nación, como señala Stiglitz. Sin embargo, la crisis del 2008, entre otros procesos como la reacción ante las políticas neoliberales, llevaron a que los Estados tengan que salir a salvar estos grandes conglomerados, lo que retajo esta estrategia de estos grandes capitales.

En definitiva, lo que podríamos decir las principales diferencias del anarcocapitalismo con otros períodos serían en relación al imperialismo el no uso o del Estado Nación o del nacionalismo para su expansión y con respecto al feudalismo es la falta de reciprocidad. De esta manera, podríamos sintetizar estas ideas en una combinación, parafraseando algún instagramer, donde el “Anarcocapitalismo es la etapa superior del imperialismo” , que no sería otra cosa que la vuelta capitalista al colonialismo de enclave(por zonas) sin el uso del nacionalismo, como estandarte, y sin importarle la población, enmarcado en una idea de “libertad” a través de las redes sociales.

Devenido de este concepto podemos pensar la estrategia actual del gobierno de Milei y de sus jefes que no sería otra cosa que sobre-endeudar a la Argentina quitarle toda capacidad de reacción al Estado para que los grandes capitales luego se queden con las zonas con mayores recursos y nada mas, sin ningún tipo de reciprocidad con la población local, algo similar a lo que esta ocurriendo en Ucrania o en otras regiones como Siria, Ecuador, entre otras.

 

 

1- https://chequeado.com/el-explicador/que-es-el-anarcocapitalismo/

miércoles, 29 de enero de 2025

¿Tiene futuro la sociedad del trabajo? Entrevista a Claus Offe

 

Maya Razmadze

 en: https://conversacionsobrehistoria.info/2023/07/11/tiene-futuro-la-sociedad-del-trabajo-entrevista-a-claus-offe/

El sociólogo Claus Offe es uno de los más reputados analistas de las sociedades capitalistas de todo el mundo. En esta entrevista, publicada en 2018, habla del futuro del trabajo y del Estado del bienestar, de las trampas de la reducción de la jornada laboral y de la falsa promesa de libertad en los contratos de trabajo. Claus Offe es uno de los sociólogos políticos más importantes de la posguerra. Sus estudios sobre los problemas estructurales del capitalismo tardío, así como sus intervenciones más recientes sobre la política europea, son decisivos para la investigación sociológica y la política de izquierdas. “Es su función crítica lo que hace interesante a la sociología”, escribe Offe en uno de sus ensayos más conocidos. En la entrevista que reproducimos aquí, la científica social Maya Razmadze habló con Offe sobre las contradicciones del trabajo capitalista, la ambivalente relación entre capitalismo y Estado del bienestar y el futuro de la sociedad del trabajo.

La filósofa Hannah Arendt muestra que una característica específica de la modernidad fue la valorización del trabajo como actividad humana básica. Al mismo tiempo, lamenta que en el siglo pasado esto condujera a que la sociedad en su conjunto se convirtiera en una “sociedad del trabajo”. Usted también ha hablado en su obra de un “modelo de sociedad centrada en el trabajo”. ¿Cuáles son las características de esta sociedad?

revista historia social

Nadie lo ha presentado mejor que Max Weber. Él muestra cómo se ha convertido hoy en día en una evidencia cultural que las personas plenamente funcionales son las personas con ocupación. Es decir, personas que ejercen una actividad laboral de por vida y sin alternativa, una actividad laboral que se desarrolla en el marco de los contratos de trabajo. Una determinación tal con el empleo remunerado sería aceptable si realmente todo el mundo tuviera la oportunidad de obtener tal empleo remunerado en cualquier momento y con un cierto grado de fiabilidad y seguridad, y asumir el papel de trabajador. Pero no es el caso, porque por razones coyunturales y secundarias cada vez es más dudoso que se pueda trabajar por dinero. Depende de circunstancias que el propio trabajador no puede controlar de forma fiable. Incluso si el trabajador potencial hace todo lo posible por cualificar su propio trabajo y hacerlo así más atractivo para los empresarios potenciales, todos los demás harán lo mismo. Entonces sirve aquel bonito refrán: “Si todos se ponen de puntillas, nadie puede ver mejor”.

A esto se añade la devaluación del trabajo fuera de la esfera del empleo remunerado: cualquiera que no realice un trabajo remunerado en el capitalismo avanzado es inferior, en sentido literal. El o ella no puede permitirse participar en pie de igualdad en la producción social, se encuentra a menudo en una relación de dependencia con respecto al cónyuge u otros miembros de la familia. El trabajo reproductivo, la crianza de los hijos, el trabajo infantil, etc., también es, por supuesto, trabajo, pero a menudo no es empleo remunerado. Estas actividades no son remuneradas y no llevan a ingresos monetarios. La nobleza del empleo remunerado, es decir, su énfasis como fuente central o incluso única de sustento y sentido de la vida, es un rasgo cultural universal de nuestra sociedad.

Publicidad de instrumentos de control del horario de trabajo (Priteg-Nachrichten, 1. Jg. 1922, H.3; S.65)

Ha mencionado el papel de los contratos de trabajo. Algunos de sus estudios describen cómo los empleados y los empresarios son formalmente iguales en las relaciones contractuales, pero en realidad están en una relación de dominación. ¿Puede explicarlo?

HEspaña esclavista

Una relación contractual significa que se establece formalmente de forma voluntaria y no, por ejemplo, en relaciones feudales de dependencia en las que uno se encuentra por nacimiento. Un contrato es una declaración de voluntad consensuada de partes formalmente libres e iguales. Y tan pronto la voluntad deja de existir, el contrato puede rescindirse. Lo que para mí es interesante y que Marx deja claro y cristalino, es que este contrato formalmente libre radica en realidad en una relación de poder. Es decir, una relación en la que una parte depende más de la otra, más fuerte. Al fin y al cabo, la parte más débil de los y las trabajadoras no tiene la opción de no mantener tales contratos. A la libertad de celebrar un contrato se opone, pues, una realidad de dependencia asimétrica.

Otra característica especial del contrato de trabajo es que justifica una doble propiedad: El empresario, como comprador de la fuerza de trabajo, tiene un derecho contractual para extraer beneficio del trabajo del trabajador. Por otra parte, la fuerza de trabajo pertenece al trabajador, que debe aportar sus capacidades intelectuales y físicas. El trabajador no solo debe trabajar, sino también debe querer trabajar. Si no quiere hacerlo, puede ser sancionado. En este sentido, además de la dependencia asimétrica, también existe una relación interna de dominación entre empresarios y trabajadores, que se expresa a través del derecho de mando por parte del empresario.

Por eso hablo de una doble relación de poder: Hay una relación de poder en el mercado de trabajo y una relación de poder en la organización del trabajo. Por un lado, los y las trabajadoras se ven obligadas de facto a celebrar un contrato de trabajo: ésa es la situación de partida desigual. Y, por otro lado, el jefe dice a los y las trabajadoras lo que debe hacerse hoy, en función de la situación de los pedidos.

La crítica a esto, por cierto, no solo se encuentra en Marx, sino también en Max Weber. Él describe cómo el hecho de que el trabajador deba cumplir cuidadosamente las obligaciones del contrato de trabajo puede conducir a una completa situación de “degeneración” (Fellachisierung) de la mente, a una rutina superficial y sin sentido de la ejecución de las tareas laborales, a un completo vaciado del sentido. Simplemente tiene que funcionar y no tiene alternativa. En este sentido, la formulación de Weber y el sentido aportado por Marx al concepto de alienación están muy próximos.

Una multitud de parados en demanda de empleo en un astillero en 1931 (foto: Fox Photos/Getty Images)

Además, los conflictos también surgen de esta situación desigual.

Exactamente. Toda la dinámica del conflicto de clases se puede entender en última instancia a partir de esta relación de dominación. Los que ofrecen fuerza de trabajo intentan nivelar la relación de poder, que les coloca en una posición de dependencia e inferioridad, organizándose colectivamente en sindicatos. Porque, naturalmente, los empresarios necesitan de la fuerza de trabajo en su conjunto tanto como los trabajadores dependen de sus salarios. Así pues, los sindicatos intentan invertir o al menos modificar el desempoderamiento estructural de la parte más débil. Los empresarios, por su parte, quieren asegurar y ampliar su posición de superioridad. Se trata de un constante forcejeo micro y macroeconómico, en el que se utilizan recursos, acciones colectivas, pero también con apelaciones a normas de justicia, etcétera.

El Estado social es también una herramienta que puede utilizarse para reducir la dependencia de los trabajadores con respecto a sus empleadores. ¿Es, en cierto sentido, una alternativa a la sociedad del trabajo?

El Estado social es un logro histórico del desarrollo social increíblemente complejo y en constante cambio. Se lo puede imaginar como un edificio que tiene un sótano, un primer piso, una primera planta y así sucesivamente. En el sótano está la asistencia social premoderna para los pobres, que a menudo era comunitaria y solía consistir en prestaciones en especie. En la primera planta está la autorización a los sindicatos para actuar, con el derecho a la huelga. Luego, en el segundo piso, están los seguros, es decir, se pagan contribuciones que sirven para obtener transferencias de prestaciones sociales en caso de necesidad, en primero lugar para la vejez y la enfermedad, más tarde también en caso de desempleo y mucho más tarde, en caso de necesidad, de cuidados. En el tercer nivel llegamos a transferencias sociales para, por ejemplo, las prestaciones por hijos, que no están vinculadas a la relación laboral y son relativamente nuevas. También hay servicios, de los cuales los más importantes son las prestaciones de educación. Éstas tampoco están vinculadas a las relaciones laborales, sino a la condición de ciudadano.

El funcionamiento del Estado social depende de todos estos sistemas, todos ellos en constante transformación. Pero también depende de que el tejado de este edificio esté herméticamente cerrado. Esto significa que debe haber casi plena ocupación. El pleno empleo es importante no solo porque la riqueza del país debe asegurarse con el gasto de la mayor cantidad posible de fuerza de trabajo, sino también porque el propio Estado social se financia en gran medida con las contribuciones del empleo remunerado, y solo en menor medida con los impuestos. Estas contribuciones solo pueden recaudarse si existe algo parecido al pleno empleo. Si no hay pleno empleo ni crecimiento continuo de los ingresos reales procedentes del pleno empleo, surgen los problemas. Por lo tanto, se puede decir que el Estado social es, por un lado, un correctivo a la sociedad del trabajo capitalista, pero al mismo tiempo depende de su funcionamiento.

Estado del bienestar: cartel del SPD de 1957 (foto: LeMO Museum)

Usted afirma que la competencia de sistemas entre el bloque del Este y el Occidente capitalista fue decisiva para la aparición y el desarrollo del Estado del bienestar tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Puede explicarlo?

Sí, los historiadores también lo ven así. En Escandinavia, por supuesto, ya existían instituciones del Estado del bienestar desde los años treinta, en Estados Unidos estaba el New Deal, y todo eso fue antes de la Guerra Fría. Pero la Guerra Fría fue una fuerza motriz fundamental para el desarrollo y la expansión del Estado del bienestar occidental.

También en Alemania, el Estado del bienestar probablemente no se habría desarrollado como lo hizo si Konrad Adenauer no hubiera tenido la hipótesis – completamente errónea a posteriori – de que podría llegar a ser atractivo allá en el Este; tanto en términos de ingresos como de seguridad social. Temía que los comunistas construyeran allí una sociedad que muchos preferirían y, en consecuencia, pensó que Occidente debía estar preparado para ello y tomar precauciones. Así, en 1957 se produjo un hecho extraordinario hasta entonces: la dinamización de las pensiones. Las pensiones se calcularon no solo en función de los años trabajados y de los ingresos percibidos, sino en función de los ingresos actuales. Así se ganó con mayoría absoluta la campaña electoral de 1957. Después de que los comunistas estuvieran acabados, se terminó también con la dinamización.

La fase de construcción del Estado del bienestar en la posguerra en el caso alemán duró unos 30 años, exactamente de 1949 a 1974. Esta primera fase estuvo dominada por la idea de la economía social de mercado en nombre de la justicia: prosperidad para todos, pero también seguridad para todos, bajo las condiciones motivadoras del marco de la Guerra Fría. Luego vino una segunda fase en la que el capital y los gobiernos conservadores en el poder en EE.UU. y Gran Bretaña llegaron a la siguiente conclusión: Esto nos está saliendo demasiado caro. A continuación, se produjo el desarrollo de lo que se denominó política social inversionista. Aquí ya no se trata solo de satisfacer demandas justas, sino que debemos hacer inversiones que merezcan la pena. Por ejemplo, se invierte en formación, pero también en construcción de vivienda y en medidas de fomento del empleo. Inversión (“Investiv”) significa que la política social no se dirige a satisfacer las necesidades sociales, sino a aumentar la eficiencia de la economía nacional en su conjunto.

La tercera fase del desarrollo del Estado del bienestar se inicia entonces tras el fin del socialismo de Estado.

Correcto. Entonces se dijo que los propios necesitados tenían que aprender a contribuir a su propia seguridad. Activación (Aktivierung) era el término clave. Por ejemplo, un economista social extremadamente neoliberal, Lawrence Mead, enumeró una serie de deberes que toda persona -como ciudadana del Estado y de la economía- debe observar. De lo contrario, puede irse tranquilamente a la mierda. En su versión más suave, esto significa que el ciudadano no solo es responsable de mantener su capacidad de obtener ingresos por sí mismo, sino que también debe hacer previsiones privadas para su propia seguridad, es decir, debe ahorrar. Ya no se puede confiar solo en la parte de la pensión de jubilación.  Solo es el 40% de los ingresos que se perciben en la vejez y el resto se basa en el ahorro, el apoyo de las familias, las herencias, etcétera. Además, también debería haber más copagos para el seguro de enfermedad, y tasas para las escuelas, las universidades, pero también para las guarderías. Todo esto significa una mercantilización secundaria: es decir, las prestaciones de asistencia social que el Estado ha proveído hasta ahora como transferencias o derechos sociales, se convierten en mercancías por las que cada individuo debe pagar. Esto es lo que expresa en última instancia el concepto de activación: debes proveerte por ti mismo e incluso continuar garantizando tu capacidad para trabajar. Éstas son las tres fases del desarrollo de posguerra, y la tercera fase se acelera esencialmente con el fin del socialismo de Estado. Los temores de Adenauer se han evaporado, el pensamiento socialista de Estado ha perdido toda hegemonía.

“¿Padres pobres? ¡Mala suerte para los hijos!” se lee en estas pancartas durante una manifestación contra la Ley de reforma del mercado de trabajo “Hartz IV” (foto: AP)

Una expresión de esta tercera fase en Alemania fueron las reformas Hartz. Se justificaron alegando que una política activadora del mercado laboral, el giro de la promoción a la exigencia y el foco en la competitividad eran adecuados para luchar contra el desempleo y, por tanto, también para asegurar la base financiera del Estado del bienestar. El hecho de que desde entonces Alemania se haya desarrollado económicamente mejor que los países europeos vecinos se cita como prueba de que las reformas fueron acertadas. ¿Qué opina al respecto?

Yo era muy escéptico en aquel momento y todavía lo sigo siendo hoy. La relativa estabilidad económica de la República Federal en contraste con otros Estados miembros de la UE no se debió a las reformas, sino a un excedente de exportación que surgió de los efectos favorables del euro. De ello depende un número considerable de puestos de trabajo. Una política económica que basa el crecimiento solo en las exportaciones y no en la demanda interna no solo es arriesgada y dependiente de las coyunturas globales, sino también es inmoral, porque se aprovecha de la debilidad exportadora de otros países.

Además, no se dice en absoluto que la evolución supuestamente favorable del mercado de trabajo haya sido realmente una evolución positiva. A menudo se mide por el hecho de que en diez años hemos visto un aumento de la población activa, es decir, de las personas que toman parte en la vida laboral. De 38 millones a casi 45 millones: más de la mitad de la población residente en Alemania tiene trabajo. ¡Fantástico! O también podría decirse patológico. Porque es precisamente la antes mencionada sociedad entregada al trabajo asalariado (Berufsmenschentum) la que ha marginado todas las relaciones vitales y las esferas de actividad.

También hay que decir que, a pesar de este elevado número de personas empleadas, el número de horas trabajadas al año se mantiene constante. Esto significa que se ha trabajado un menor número de horas por trabajador porque ha aumentado el empleo a tiempo parcial, el empleo insignificante, etc. También se ha producido una precarización del trabajo, es decir, una flexibilización forzosa que se extiende al lugar de trabajo, las tareas laborales, las condiciones de trabajo, el horario laboral, etcétera. Muchas personas no pueden decir literalmente qué harán dentro de dos meses, de qué vivirán. Eso es un factor de estrés que tiene implicaciones sanitario-sociales. Y el trabajo está muy desigualmente repartido. Muchas personas están sometidas a un estrés permanente porque no saben qué harán dentro de cinco años.

Deutscher Gewerkschaftsbund, Archiv der sozialen Demokratie

Por último, hablemos del futuro de la sociedad del trabajo. Hoy observamos evoluciones contradictorias: Por un lado, un trabajo seguro y bien remunerado y avances satisfactorios hacia la reducción de la jornada laboral por parte del IG Metall, por ejemplo; por otro, un trabajo precario e inseguro que no asegura el sustento. ¿Hacia dónde va el camino?

Para empezar con la reducción de la jornada laboral: Uno de los eslóganes políticos de más éxito en la historia de la República Federal fue un cartel con un obrero y una niña cogidos de la mano en el que la niña decía: “¡Los sábados son para papá!”. Fue el descubrimiento del fin de semana. Los éxitos más recientes del IG Metall en materia de política horaria se incluyen aquí y son, por supuesto, de suma importancia. Se puede compensar a los trabajadores pagándoles salarios más altos o se puede, como pensaron Marx y Keynes, reducir la duración del empleo remunerado. De este modo, se puede pagar a los trabajadores con dinero o con tiempo o con una combinación de ambos.

Al mismo tiempo, ahora resulta, sorprendentemente, que los trabajadores no siempre valoran más el tiempo, sino normalmente mucho más el dinero. ¿Por qué? Para empezar, porque no se puede ahorrar tiempo. Porque 20 minutos más hoy y 20 minutos más mañana no suman 40 minutos más el fin de semana. El tiempo es “gelatinoso” (sticky), por así decirlo, y tiene diferentes valores en diferentes momentos. Los miércoles por la mañana tienen menos valor porque todo el mundo está trabajando y resulta aburrido ser el único que tiene tiempo libre. En cambio, el fin de semana es mucho más valioso. En segundo lugar, el tiempo en sí solo es atractivo si tienes dinero para hacer algo interesante, viajar, ir a un restaurante, etcétera. Para eso hace falta dinero. Así que siempre debe tratarse de una combinación de dinero y tiempo.

En términos mucho más generales, probablemente se pueda decir sobre el futuro de la sociedad del trabajo que nunca volveremos a tener pleno empleo en el sentido de una ocupación permanente, segura, a tiempo completo y adecuadamente remunerada según los estándares actuales. Y en un 20%, porque la producción se realiza en otros lugares y no aquí. En India y China, la producción es más barata y al mismo nivel técnico que aquí. Tenemos que aceptarlo. Pero el 80% principal se debe a la automatización, es decir, al hecho de que disponemos de inteligencia artificial, de que podemos digitalizar los procesos y provocar un cambio técnico que ahorra mano de obra. Las posibilidades técnicas de sustituir mano de obra son enormes.

Al mismo tiempo, nos movemos hacia una fase de estancamiento económico. Cuanto más ricas son las economías nacionales, menor es su crecimiento posterior. Esto significa que la distribución de la riqueza social a través de los contratos laborales y los salarios es un modelo que ya no es suficiente. Por lo tanto, debe haber otros modelos, como la renta básica, las transferencias, los dividendos nacionales, es decir, la distribución de todas las prestaciones económicas y los beneficios a los ciudadanos y ciudadanas, y no solo a los y las trabajadoras.

 

Claus Offe enseña Sociología Política en la Hertie School of Governance en Berlín. Ha sido profesor de Ciencias Políticas y Sociología Política en las Universidades de Bielefeld y Bremen, así como en la Universidad Humboldt de Berlín. Ha sido profesor visitante en, entre otros, los Institutos de Estudios Avanzados de Stanford, Princeton y la Universidad Nacional de Australia, así como la Universidad de Harvard, la Universidad de California en Berkeley y la Universidad New School, Nueva York. Es co-presidente del Grupo de Trabajo “Europa y la región MENA ‘en el Foro Dahrendorf.

Fuente: Jacobin 1 de mayo de 2023

Traducción: Jaume Raventós en Sin Permiso 18 de mayo de 2023

Portada: Andystallman.com

Ilustraciones: Conversación sobre la historia