Opinión
Por
Slavoj Zizek
El título
del comentario de Hadley Freeman en The Guardian, la voz británica de la
izquierda liberal anti-Assange-pro-Hillary, lo dice todo:
“Le Pen
es un revisionista de extrema derecha del Holocausto. Macron no lo es. ¿Una
elección difícil? “Previsiblemente, el texto propiamente dicho comienza con:
“¿Ser un inversor banquero es lo mismo que ser un revisionista del Holocausto?
¿El neoliberalismo es igual al neofascismo?”, y descarta burlonamente incluso
el apoyo condicional de la izquierda para el voto de Macron en segunda ronda,
la postura de: “Lo votaría a Macron - MUY a regañadientes”. Este es el chantaje
liberal en su peor estado: Uno debiera apoyar incondicionalmente a Macron, no
importa que Macron sea un centrista neoliberal, solo que esté en contra de Le
Pen ... es la vieja historia de Hillary contra Trump: ante la amenaza fascista,
todos deberíamos reunirnos alrededor de su bandera (y convenientemente olvidar
cómo su campaña maniobró brutalmente para sacar de carrera a Sanders y así
contribuyó a perder la elección general).
¿No
podemos al menos plantear la cuestión? Sí, Macron es proeuropeo - pero, ¿qué
tipo de Europa personifica? ¡La misma Europa, cuyo fracaso alimenta al
populismo de Le Pen, la anónima Europa al servicio del neoliberalismo! Éste es
el quid de la cuestión: sí, le Pen es una amenaza, pero si ponemos todo nuestro
apoyo detrás de Macron, ¿no nos quedamos atrapados en una especie de círculo y
combatimos el efecto apoyando su causa? Esto trae a la mente un laxante de
chocolate disponible en los Estados Unidos. Se publicita con el paradójico
precepto: “¿Estás constipado? ¡Come más de este chocolate!”- en otras palabras,
comer lo que causa el estreñimiento para curarse. En este sentido, Macron es el
candidato laxante de chocolate, ofreciéndonos como cura lo mismo que causó la
enfermedad.
Nuestros
medios de comunicación presentan a los dos concursantes de la segunda ronda
como si presentaran dos visiones radicalmente opuestas de Francia: el centrista
independiente versus el racista de extrema derecha - sí, pero ¿ofrecen una
opción real? Le Pen ofrece una versión feminizada / suavizada del brutal
populismo antiinmigrante (de su padre), y Macron ofrece el neoliberalismo con
rostro humano, con su imagen también suavemente feminizada (ver el papel
materno que su esposa juega en los medios de comunicación).
Así que
el padre está descartado y la feminidad está en boga - pero, nuevamente, ¿qué
tipo de feminidad? Como señaló Alain Badiou, en el universo ideológico de hoy
los hombres son adolescentes lúdicos, ilegales, mientras que las mujeres
aparecen como duras, maduras, serias, legales y punitivas. Las mujeres no son
llamadas hoy por la ideología gobernante a ser subordinadas, son llamadas -
solicitadas, esperadas - para ser juezas, administradoras, ministras, CEOs,
maestras, policías y soldados. Una escena paradigmática que ocurre
cotidianamente en nuestras instituciones de seguridad es la de un maestro /
juez / psicólogo femenino cuidando a un inmaduro y joven delincuente ... Una
nueva figura de la feminidad está surgiendo: un competidor agente del poder
frío, seductor y manipulador, que atestigua a la paradoja de que “bajo las
condiciones que fija el capitalismo las mujeres pueden hacerlo mejor que los
hombres” (Badiou).
Esto, por
supuesto, de ninguna manera convierte a las mujeres en sospechosas de ser
agentes del capitalismo; simplemente señala que el capitalismo contemporáneo
inventó su propia imagen ideal de mujer que representa el poder administrativo
frío pero con un rostro humano.
Ambos
candidatos se presentan como anti-sistema, Le Pen de una manera obviamente
populista y Macron de una manera mucho más interesante: es un foráneo de los
partidos políticos existentes, pero, precisamente como tal, defiende el
sistema, en su indiferencia ante las elecciones políticas establecidas. A
diferencia de Le Pen, que representa la pasión política adecuada, el
antagonismo de Nosotros contra Ellos (de los inmigrantes a las élites
financieras no patrióticas), Macron representa una tolerancia apolítica que
abarca todo.
A
menudo oímos la afirmación de que la política de Le Pen obtiene su fuerza del
miedo (el temor a los inmigrantes, a las instituciones financieras internacionales
anónimas...), pero ¿no es lo mismo para Macron? Terminó primero porque los
votantes temían a Le Pen, y el círculo está por lo tanto cerrado, no hay una
visión positiva de ninguno de los dos candidatos, ambos son candidatos del
temor.
Lo que
verdaderamente está en juego en este voto se aclara si lo ubicamos en su
contexto histórico más amplio. En Europa occidental y oriental, hay signos de
una reorganización a largo plazo del espacio político. Hasta hace poco, el
espacio político estaba dominado por dos partidos principales que dirigían todo
el cuerpo electoral, un partido de centro derecha (demócrata-cristiano,
liberal-conservador, del pueblo ...) y un partido de centro-izquierda ,
(Socialdemócrata ...), con partidos más pequeños dirigiéndose a un electorado
estrecho (ecologistas, neofascistas,etc.)
Ahora,
hay un partido que está surgiendo progresivamente que representa al capitalismo
global como tal, generalmente con relativa tolerancia hacia el aborto, los
derechos de los homosexuales, las minorías religiosas y étnicas, etc; y lo que
se opone a este partido es un partido populista anti-inmigrante que, en sus
márgenes, va acompañado de grupos neofascistas o directamente racistas.
El caso
ejemplar es Polonia: después de la desaparición de los ex comunistas, los
principales partidos son el partido liberal centrista “anti-ideológico” del ex
primer ministro Donald Tusk y el partido conservador cristiano de los hermanos
Kaczynski. Los intereses del Centro Radical hoy son: ¿cuál de los dos principales
partidos, conservadores o liberales, tendrá éxito en presentarse como
encarnando la no-política post-ideológica contra el otro partido descartado
como “todavía atrapado en viejos espectros ideológicos”? A principios de los
90, los conservadores eran mejores en eso; más adelante, fueron los
izquierdistas liberales quienes parecían estar ganando ventaja, y Macron es la
última figura de un radical de centro puro.
Hemos
alcanzado así el punto más bajo de nuestras vidas políticas: una
pseudo-elección si es que alguna vez hubo una. Sí, la victoria de Le Pen
traería peligrosas posibilidades. Pero lo que más temo es la asunción que
seguirá la victoria triunfal de Macron: suspiros de alivio de todas partes,
gracias a Dios el peligro se mantuvo a raya, Europa y nuestra democracia están
salvadas, así podemos volver a nuestro sueño capitalista liberal de nuevo ...
La perspectiva triste que nos espera es la de un futuro en el que, cada cuatro
años, entraremos en pánico, asustados por alguna forma de “peligro neofascista”,
y de esta manera chantajeados para emitir nuestro voto por el “civilizado”
candidato en elecciones sin sentido que carecen de una visión positiva ...
Es por
eso que los liberales en pánico que nos dicen que ahora debemos abstenerse de
toda crítica de Macron están profundamente equivocados: ahora es el momento de
sacar a relucir su complicidad con el sistema en crisis, después de su victoria
será demasiado tarde, la tarea perderá su urgencia en la ola de
auto-satisfacción. En la situación desesperada en que nos encontramos,
enfrentados a una falsa elección, deberíamos reunir el coraje y simplemente
abstenernos de votar. Abstenerse y empezar a pensar.
El lugar
común “basta de actuar, hablemos” es profundamente engañoso - ahora, debemos
decir precisamente lo contrario: basta de presión para hacer algo, empecemos a
hablar en serio, es decir, a pensar! Y con esto quiero decir que también
debemos dejar atrás la autocomplacencia izquierdista radical de repetir sin
cesar que las opciones que se nos ofrecen en el espacio político son falsas y
que sólo una izquierda radical renovada puede salvarnos ... sí, en cierto modo,
pero ¿por qué, entonces, esta izquierda no surge?
¿Qué
visión tiene la izquierda para ofrecer que sería lo suficientemente fuerte como
para movilizar a la gente? No debemos olvidar nunca que la causa última del
acto que estamos atrapados en el círculo vicioso de Le Pen y Macron es la
desaparición de la alternativa izquierdista viable.
*
Filósofo y crítico cultural. Sus últimos libros son Antígona y Por qué ellos no
saben lo que hacen, ambos publicados en Ediciones Akal.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Fuente:Pagina 12
06 de
mayo de 2017 ·
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