Con acciones solo comparables a las tomadas por monarcas de reinos anteriores
al siglo XX ( o mediados del siglo XIX ) resulta que los que habitamos un país
definido en su Constitución como republicano, representativo y federal, al escuchar
al señor Mauricio Macri, presidente democráticamente electo en diciembre de 2015,
hablar en los dos días siguientes al aplastante triunfo opositor en las PASO, podemos
fácilmente llegar a hacernos la pregunta del título.
Escuchemos otra vez, esa figura crispada, de mirada un tanto perdida, habla con voz ofuscada, como si este domingo 11 de agosto no hubiera tenido lugar, como si ignorara que está atravesando el último cuatrimestre de cuatro años de un gobierno que se caracterizó por su indiferencia a las mayorías y que sigue castigando a sus habitantes hablando con sus secuaces para disparar el dólar y crear terror en la población, antes de salir a dar el discurso patético y paranoide en el que no dejó de insultar la inteligencia y los sentimientos de quienes lo escucharon .
Ignorante o indiferente, posiblemente lo último, de los terribles daños que está causando, ya no sólo a las clases más vulnerables como impiadosamente hizo desde el inicio, con sus inclaudicables medidas que pretende seguir poniendo en práctica, le preguntamos: ¿cuál de sus ministerios o secretarías van a estar encuestando las muertes que el disparo del dólar, que dispuso para su beneficio, el de sus amigos y protectores, va a ir produciendo, desde digamos hoy hasta diciembre?
Desde bebés paridos antes de término hasta los más ancianos, todo el espectro de seres humanos que necesiten para sobrevivir, medicamentos, intervenciones quirúrgicas, estudios de alto rango, atención de urgencia o cuidados especiales, todos pueden ser víctimas o estar a priori condenados por la debacle sanitaria de las decisiones de un presidente indiferente al dolor que sus acciones provocan.
Baste escuchar a expertos en el funcionamiento de laboratorios, farmacias, prepagas y todas las ramas de profesionales de la salud, que por cierto ya venían en grave estado de desatención. Si quieren agreguen los que han muerto de frío o los pequeños que crecerán sin perspectivas de futuro por la insuficiente alimentación o por habitar en basurales o en la ignorancia por no poder acceder a la educación básica.
Quién, sin caer en la violencia, ni atentar contra la democracia, le hará entender a este señor que pare de actuar como alguien que por derecho divino tiene poder sobre la vida y la muerte de los que evidentemente cree sus súbditos.
Fuente:Pagina/12