Por Jabond
A fines de la década de 1960, en un
contexto atravesado por la crisis de la guerra fría con sucesos como la primavera
de Praga y el mayo francés, millones de jóvenes se sumaban a participar en movimientos
de liberación de distinta índole como: movimientos de liberación nacional, descolonización,
igualdad de sectores afrodescendientes, libertad sexual y género, entre otros.
En esta situación, con una fuerte
crítica a las burocracias, se producía la crisis de los modelos explicativos
estructurales de la sociología.
En Latinoamérica se producía la
debacle de los modelos estructuralistas sintetizados en el Funcional Estructuralismo
de Parson y el marxismo soviético. Siendo sus principales críticas el análisis mecanicista
o economicista y con ello la desaparición de los actores.
La crítica, devino en los 80 en la emergencia
de teorías que buscaron combinar el enfoque estructural con la mirada del actor
con pensadores como Giddens o Bourdie. Sin embargo, años mas tarde con la caída
de la URSS esta vinculación entre estructura y actor fue perdiendo lugar y se impusieron
las miradas enfocadas en las miradas del actor es decir en la subjetividad. Entre ellas la principal fue la desarrollada
por Bauman en “La Modernidad Liquida” en
donde planteaba las dificultades del ser colectivo a causa de la
individualización.
Si bien, esta teoría se estableció
plenamente a principios de los 90, ante un fuerte “derrotismo” producto del
auge del neoliberalismo, la implosión de los llamados nuevos movimientos
sociales que se aglutinaban a partir de demandas donde el movimiento obrero no
era el eje central abrió la posibilidad de nuevas líneas de análisis.
La mismas, retomaron, algunos
aspectos previos y confluyeron en la llamada “AUTOPERCEPCION DE LOS ACTORES”,
la cual analiza al actor social a partir de identificar como se autopercibe.
El enfoque tuvo su practicidad
durante un largo periodo, pero en la Argentina con la crisis de las patronales
agropecuarias en 2008( llamada crisis de la 125) presento muchas dificultades.
La principal es que desde la
concepción subjetivista: pequeños y medianos productores que se habían asociado
a las grandes patronales agropecuarias a partir del agronegocio se identificaban
como campesinos. Es decir, desde su “autopercepción” se consideraban campesinos,
pero desde una mirada estructural no lo eran. Ya que, su forma de producción y
societal se asociaba a las grandes multinacionales agropecuarias.
El segundo momento, donde nuevamente
podemos encontrar otra problemática, es en los últimos años con el auge de un
nuevo neo-emprendedurismo que reapareció en el gobierno de Macri, se potencio
con la pandemia y que confluyo en la figura de Milei.
Millones de personas, muchos de
ellos jóvenes, que tenían trabajos asalariados y que incluso complementaban
dicho salario con actividades extra se autopercibian emprendedores o
empresarios, por sobre su condición de empleado.
Ya sea revendiendo productos, o quizás
con la “inversión” en criptomonedas o activos digitales se identificaban o aspiraban
a “ser tu propio jefe” o un emprendedor independientemente de sus capacidades
económicas.
Paralelamente, la idea de trabajo y
trabajador se camuflaba con la de esfuerzo, cuanto mas esclavizante mejor, y
fuentes de ingresos. De forma tal, que todos se volvían trabajadores desde el
empleado que desarrollaba la tarea repititiva, simple y con bajo salario hasta
el dueño de una multinacional.
Este último planteo, que parece
exagerado, lo experimentamos hace pocos días cuando Olmedo, un terrateniente de
Salta que incluso se le probó trabajadores en condiciones de esclavitud, se
plantea como trabajador y con ello la necesidad de una reforma laboral esclavizante.
Lo cual abre nuevamente el problema ¿es
efectivo para definir un actor con la autopercepción?
Ya que, en este caso, si lo miramos desde la autopercepción
Olmedo seria un trabajador y no un terrateniente. A su vez un simple empleado,
de mantenimiento por dar un ejemplo, sería un empresario emprendedor. Cuando
sabemos que Olmedo no es trabajador y el empleado no es un empresario, en base
a su capacidad económica.
En este sentido, con una rápida mirada,
debemos recordar que este problema no es nuevo para la sociología y que uno de
los primeros en retratar esta problemática fue Marx en “La Ideología Alemana”. Marx observaba como todos los actores se
consideraban burgueses capitalistas, pero no lo eran. Fue así que direcciono
sus estudios a la conciencia y desde esa perspectiva planteo el concepto de “falsa
conciencia” haciendo alusión a este desfasaje o desclasamiento entre identificación
y posición social. Lo cual, quizás vuelve a tomar importancia aquellos
paradigmas desplazados.
En definitiva, estas líneas, tienen
como objetivo tratar de empezar a pensar estas problemáticas para poder debatir,
analizar y contribuir a la acción. En especial, en este momento donde también las
redes y la confusión son quizás el elemento principal que entorpecen el
accionar de los sectores populares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario