martes, 30 de octubre de 2018

Profundizando la dependencia




Por Carlos Heller - Presidente Partido Solidario
 
28 de Octubre de 2018

No es una parte del guión de una película. Es un fragmento de la nota de Marcelo Bonelli en Clarín (26/10/2018), detallando los entretelones de la discusión en el FMI sobre el programa para Argentina: "Esta 'troika' de directores (de Alemania, Francia y Holanda) cree que es peligroso que el FMI le dé plata a la Argentina en un año electoral. No quieren que se interprete como un aval del organismo a la reelección de Macri". Continúa Bonelli: "La defensa del 'caso argentino' estará a cargo de director de EE UU. El Tesoro le dio instrucciones a Mauricio Claver-Carone para sofocar cualquier rebelión contra la Argentina".
Estas citas dejan bien en claro que el gobierno de Macri armó la negociación con el FMI como un "combo" inseparable, que incluye una fuerte alineación con Washington. Una estrategia que debilita de manera significativa nuestra soberanía y pretende condicionar fuertemente el signo de los futuros gobiernos en nuestro país. Es, en definitiva, el objetivo de la batalla cultural que viene emprendiendo el macrismo.
Fronteras adentro, y a partir de la media sanción al Presupuesto 2019, la represión a quienes se manifestaban en contra del proyecto y la exención de los inmuebles rurales para las personas físicas en el impuesto a los bienes personales, es evidente que al gobierno cada vez le interesa menos la opinión ciudadana, en especial la de los sectores populares, y más la opinión de los mercados y del Fondo Monetario. Desde ese punto de vista, se puede considerar que el gobierno sigue adelante con sus objetivos.

No es un hecho menor que la media sanción al Presupuesto se haya producido el día anterior a la reunión del FMI donde se aprobó el programa argentino. El desembolso del Fondo es la verdadera aprobación del Presupuesto 2019: el organismo internacional desembolsará U$S 5700 millones, y el resto estará sujeto a los futuros cumplimientos de las metas.
Hay fuertes divergencias entre las previsiones del gobierno argentino sobre la evolución de la economía en 2019 y las que elaboró el organismo internacional. Resalta entre estas la estimación de la actividad económica: mientras el Presupuesto 2019 tiene una proyección de caída del 0,5% del PBI para ese año, el Fondo estima una reducción del 1,6 por ciento. No es una diferencia intrascendente, puesto que con menor actividad económica será más difícil cumplir con las exigentes metas de ingresos fiscales que hay en el Presupuesto. Estos muy probables menores ingresos, junto a un inamovible déficit fiscal primario cero el próximo año, generarán un ajuste aun mayor al previsto. Una dinámica que podría augurar otros cuatro años más de Presupuestos del Ajuste, en la medida que este modelo continúe.
Este programa del Fondo –y del gobierno nacional– se comportará como lo hemos visto ya en otras ocasiones en Argentina y en el variado grupo de países en los que se ha implementado: agudizará el ajuste y la recesión. El ajuste original lleva a mayor recesión, los ingresos caen, se requiere mayor reducción del gasto, que lleva a una nueva caída de la economía, y así sigue la espiral. El caso de Grecia es ejemplificador.

La recesión se profundiza

Los distintos indicadores conocidos recientemente hablan de un fuerte deterioro de la situación económica y social.
Los datos de la producción industrial en septiembre son más que preocupantes: para Fiel cayó un 8,7%, mientras que para Ferreres se redujo un 8,1 por ciento. En este último relevamiento, todos los sectores muestran una evolución interanual negativa, con extremos en productos farmacéuticos (-1,6%) y maquinaria y equipo (-20,1 por ciento). En el caso del estudio de Fiel, a excepción de los bienes de consumo no durables, que cayeron el 3%, los insumos, bienes de capital y consumo durable (vinculados al nivel de actividad) superaron el 10% de caída. Una recesión industrial amplia y fuerte, que también es validada por la baja utilización de la capacidad instalada, que ronda el 60 por ciento.
Los datos anticipatorios del PBI tampoco son alentadores. El Estimador Mensual de la Actividad Económica del Indec marcó una baja interanual del 1,6% en agosto, y acumula una caída del 0,9% en lo que va del año. El Índice General de Actividad, de Ferreres, calculó una fuerte caída interanual en septiembre del 5,9%, "siendo esta la contracción anual más pronunciada desde mediados de 2016". Ambos indicadores evidencian que las caídas más pronunciadas se dieron en la actividad comercial y la manufacturera. Para Ferreres, "el comercio mayorista mostró un desplome de 14%, influenciado por la fuerte devaluación (y) el comercio minorista mostró una baja de 4,8%, reflejo de la pérdida que se estima está teniendo el poder adquisitivo de las familias".

Un dato inquietante es el crecimiento del valor de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) o línea de indigencia, que según el cálculo del Indec subió un 8,5% en septiembre, mientras que la Canasta Básica Total (CBT), que marca la línea de pobreza, aumentó un 8,1 por ciento. En ambos casos, muy por encima del IPC nacional que fue del 6,5% e incluso de la "inflación núcleo" que alcanzó el 7,6 por ciento. En el acumulado del año también el costo de vida supera a los precios: la CBA aumentó un 36,3% y la CBT un 35,3%, mientras que el incremento del IPC fue del 32,4 por ciento. Como vengo sosteniendo, en este modelo la inflación pega más fuerte en las capas más débiles de la sociedad. Son los primeros resultados del #PresupuestoDelAjuste.

Cambiar el modelo
La necesidad de un cambio de modelo aparece cada vez como más acuciante. Está claro que hay otras opciones al modelo del ajuste. El proyecto de Presupuesto para el próximo año que está diseñando el gobierno español, liderado por el PSOE en coalición con Podemos, es un ejemplo más que interesante.

El gobierno de España plantea subas en el salario mínimo, actualización de las pensiones, incluidas las mínimas y no contributivas, recuperar el subsidio de desempleo para mayores de 52 años, desarrollar ingreso mínimo vital, suba del gasto en I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación); son los ítems más relevantes del programa de aumento del gasto. Un incremento que será cubierto con mayores ingresos derivados de impuestos a las sociedades, al patrimonio, sobre las transacciones financieras y de los mayores ingresos de la Seguridad Social debido a los aumentos en los salarios mínimos. Toda una estructura presupuestaria contraria al ajuste, y que apunta al crecimiento. Más poder adquisitivo en la población, más crecimiento de la economía y mayor recaudación tributaria. Es el otro "sí, se puede".

Volviendo al Presupuesto argentino, la reciente media sanción evidencia un debilitamiento de las alianzas del gobierno, ya que se obtuvieron menos votos a favor que los que aprobaron los anteriores presupuestos de este gobierno. Esto indica que el gobierno va perdiendo el acompañamiento de diputados no oficialistas que están dispuestos a acompañarlo. Porque, además, no es una aprobación que arrastre votos a la hora de las elecciones.

Creo que lo sucedido en el tratamiento parlamentario, más otras acciones de unidad, indican que está apareciendo la necesaria conciencia para construir una unidad amplia, que pueda crear las condiciones para que el 10 de diciembre de 2019 una mujer o un hombre de la oposición gobierne la Argentina. Pero debe ser la unidad más amplia con un decidido programa de gobierno. De forma tal que aquel o aquella que compita, no solamente represente un cambio de nombre, sino que lo haga con un proyecto de país diferente, con un cambio de modelo. Parece que esta posibilidad va tomando cuerpo, y eso es alentador. «
Fuente:Tiempo Argentino

lunes, 29 de octubre de 2018

La telenovela del odio o fake news cuerpo a cuerpo



El día anterior al debate en el Congreso por el presupuesto odioso del FMI –como la deuda externa tomada por el gobierno de Cambiemos que se alzó con el Estado en 2015– aparecieron unos montoncitos muy alineados de piedras en todo el espacio interior de la Plaza de los Dos Congresos que ya estaba vallada desde ese día en dos cuadras a la redonda. Todo anticipaba la estrategia oficial. No había intenciones de disuasión. Sólo mostrar las cartas de lo que sería en principio el guión de la telenovela: una provocación de los encapuchados de siempre bajo órdenes y la tentación de cuanto desprevenido corriera a cascotear contra las tortugas ninjas de la Gendarmería y policías varias. Entonces: ¿cuál era el objetivo de insistir con grandes columnas sobre ese juego con cartas marcadas sin dirigentes coordinados por walkie talkies que se comunicaran con los suyos para redirigir la protesta? La ingenuidad, en política, es mala consejera. Ocurrió lo inevitable: provocación y represión pero no al boleo sino sobre objetivos claros a muchas cuadras del Congreso: dirigentes sociales rumbo a las comisarías durante horas y unos extranjeros desprevenidos apresados.

 La reflexión no tarda sobre este escenario. ¿Qué ocurrió luego? Una semana de agitación mediática que impulsó: (1) la culpabilización de la oposición como violenta; (2) estableció que esa oposición era mayoritariamente K y no de miles de obreros, nucleados en sindicatos, empleados, estudiantes, científicos, jubilados... o sea, la sociedad toda agredida por las políticas económicas y sociales de Cambiemos; (3) incentivó la xenofobia, condimento sagrado del odio al extranjero y el diferente, básico en la conformación de ideologías totalitarias como son, por supuesto, los dictámenes del neoliberalismo a escala planetaria o por lo menos, allí donde desembarca. El objetivo central de la reproducción durante una semana y por horas y horas de programación en la televisión y en la radio y en los medios gráficos más consumidos fue el diseño de una gigantesca mentira programada. Lo importante no era el reclamo, el debate de un presupuesto que dejará sin aliento y base a los argentinos, sino dirigir el odio de la gente hacia otro objetivo y responsables: la violencia de la oposición. Después vino el cálculo dramático... cuánto cuestan los destrozos de los capuchitas oficiosos en la Plaza. Unos 10 millones dijeron a coro los funcionarios de la Ciudad. Genial cómo lo tenían calculado.

Entonces, muchísimos argentinos odiarían así tener que pagar unos bancos destrozados pero, en tanto, el barullo del pedregal no les permitirá saber, porque los medios jamás les contarán, del saqueo diario, silencioso, violento sobre el que se baja este presupuesto odioso que de sus bolsillos, de sus hijos y padres y abuelos, salen mil millones de pesos diarios para pagar los intereses de los Leliq, esa deuda que toman los JPmorganboys que hoy manejan el Estado como una caja registradora centrífuga hacia los grandes fondos de inversión radicados en Greenwich, por ejemplo, con los que el capitalismo se apresta a transformar el mundo en un espantoso pantano medioeval. Eso sí, con muchos wasap, muchos tuiters, muchos instagrams. Una última reflexión: la ceremonia de construcción del odio y de derivar las culpas a un enemigo activo es la vieja lección del surgimiento de los fascismos europeos. Chivos expiatorios y xenofobia, fakenews (noticias falsas) como esta: “Cristina Kirchner se bañaba en sangre de niños”, dijo un pastor de una de las iglesias pululantes desde el Chaco. “Los judíos son los culpables de la desocupación en Alemania”, dijo Hitler. Y tan cerca, o tan igual que aquí, las guerras híbridas –noticias falsas, más persecución mediática y judicial a los opositores al neoliberalismo– que torcerán el destino de Brasil hacia el abismo neoliberal excepto que ocurra el milagro de los peces y las mieses en la conciencia de millones.

En momentos en que el valor del trabajo humano es arrumbado por la codicia del capital financiero por lo tanto se mata a los obreros en nuevas guerras o se los reduce sólo a la reproducción vital; en momentos en que el dinero es considerado fuente de valor para dar más dinero; en momentos en que el capitalismo financiero global –como ocurrió en la etapa previa a la Segunda Guerra Mundial– se lanza a una reconcentración feroz de la riqueza pero no a través de los territorios sino del saqueo –vía la deuda externa, por ejemplo– de los recursos naturales; en estos momentos, entonces, en que nada podrá dar el neoliberalismo a las sociedades como la nuestra, sus delegados necesitan más que nunca consolidar a sus seguidores en la ciencia del ocultismo: odiar para dominar. Ergo, retomo: el objetivo de la militarización en el Congreso no era la represión sino la difamación y el redireccionamiento del odio al opositor.
Fuente:Pagina/12

Vivan las cadenas


Por Teodoro Boot



La búsqueda de una explicación al holgado triunfo electoral –hasta ahora parcial– del autodenominado "Mito Bolsonaro" dio pie a unas cuantas simplificaciones y no menos excesos y generalizaciones. Es lo que ocurre cuando se pretende encontrar una causa única y universal a fenómenos que suelen obedecer a unos cuantos factores, muchos de ellos locales y específicos. Pero a fin de no ser menos que nadie, vamos a agregar nuestras propias exageraciones a la práctica nacional de la hipérbole.


Un cacho de justicia

Podría decirse que el triunfo de Mr. Bolsonaro reconoce las mismas causas que la popularidad radiotelevisiva de profetas locales del estilo Eduardo Feinman, Baby Echecopar o Elisa Carrió. O, si me apuran y le dan un poco de acceso mediático a él, podría llegar a tener Santiago Cúneo. Se trataría de hablar fuerte, con seguridad y sin medias tintas de los más variados temas, sin saber mucho de ninguno de ellos, pero siempre con la debida indignación frente a la sospecha de delito, alteración del orden, la moral y las buenas costumbres y, detalle de no pequeña importancia, prometiendo los más duros y exorbitantes escarmientos.

Es muy recomendable añadir una apelación genérica a la Ley del Talión y, si las circunstancias, la protección mediático-judicial o los fueros lo permiten, la amenaza de castigos corporales, torturas, sevicias y la cárcel por tiempo indeterminado para los reos.

La pregunta sería ¿por qué esta clase de proclama psicótica es bien recibida por una porción significativa de la población? ¿Por qué están más dispuestos a aplaudirla aquellos que, de dejarles las manos libres a estos vocingleros, serían sus primeras víctimas? ¿Será acaso porque las personas, cuanto más débiles y desprotegidas, más necesitadas se encuentran de amparo y justicia?
“Ojalá hubiera ganado la guerrillas" –me dijo hace una punta de años, todavía en vida de Antonio Domingo Bussi, un humilde simpatizante de su partido, Bandera Blanca. Ante mi sorpresa se explicó–: "Habría un poco más de justicias”.

Pasa que, más allá de las justicias históricas, sociales, de clase o de los códigos civiles y penales, las personas estamos necesitadas tanto de un poco más de justicia cotidiana como de un cacho de justicia divina, en las grandes y las pequeñas cosas, en las que otros hombres podrían protegernos y en las que no. Y si de la injusticia, el destino y la arbitrariedad del poderoso no nos pueden defender las normas abstractas y las ambiguas instituciones, pues tal vez nos pueda defender el propio poderoso. El poderoso que nos oprime o un liberador, a condición de que sea igual de poderoso. Es posible que llegue a apiadarse y querernos, puesto que nosotros lo queremos y apoyamos. Ejército regular argentino o Ejército Revolucionario del Pueblo, ¿cuál es la diferencia?, se preguntaba, no sin alguna razón, aquel paisano tucumano.


El opio de los pueblos

No pocos amigos, en atención al tenor de las ideas y conceptos que hoy pregona, criticarán la inclusión de Santiago Cúneo junto a tan eminente piara. Quien así opine, vuelva más arriba y lea con un poco de atención y no en diagonal como se hace en la pantallita del celular: nadie habló aquí del contenido de los discursos. Es más, nadie ha hablado de discursos sino de aquello a lo que las palabras (y los modos, los gestos, los tonos, los guiños) apelan. No se habló de ideas sino de esperanzas; de fe y no de razón.

Vale –como para no apartarnos de la falta de lógica interna del discurso seudofascista propio de cualquier aspirante a tiranuelo tercermundista y antes de empezar a esbozar una explicación “racional” a las elecciones brasileras–, hacer una mención a la importancia que la fe, y más específicamente la religión, tiene en los deseos, temores, pasiones y acciones de las personas. Y vale también insistir: una importancia inversamente proporcional al desamparo del creyente. Puede confiar en sus fuerzas –las suyas propias y las que contribuye a construir– quien posea la influencia suficiente como para imponer su voluntad y realizar sus deseos. El desvalido no tiene más remedio que confiar en la fuerza, en el poder de otros o, para decirlo con algún grado mayor de aproximación, de algún otro u Otro, pues si es divino, mejor.

Como muy acertadamente apuntó el escritor Kurt Vonnegut, la descalificación izquierdista de la fe religiosa es consecuencia de una de las tantas deficientes lecturas que sus seguidores y repetidores varios han hecho de los escritos de Karl Marx, quien entre otras cosas aseguró, con toda la autoridad que le daban sus arrogantes 26 años: “La religión es el opio del pueblo”.

En 1844, cuando Marx hizo su renombrada afirmación, además de venderse en las farmacias, el opio –conocido por los sumerios desde el tercer milenio antes de Cristo, utilizado en el antiguo Egipto y recomendado por Hipócrates, Galeno y Paracelso– era el único o al menos el más eficiente analgésico conocido, útil –además de para mitigar el dolor, calmar la tos, bajar la fiebre, controlar los flujos estomacales y detener la diarrea– para combatir la angustia y el desasosiego, así como para aliviar los problemas respiratorios, tanto crónicos como propios de la tercera edad.
Bien puede conjeturarse, entonces, que lejos de “denunciar” a la religión, el siempre perspicaz filósofo alemán aludió a sus propiedades sedantes y consoladoras, que sus excesivamente racionalistas admiradores parecen haber olvidado.

Convendría buscar ahí, y no tanto en los capitales disponibles y el acceso a los medios de comunicación (que obviamente los tienen) la razón del enorme crecimiento de los cultos de raíz protestante entre los sectores más sumergidos de los pueblos latinoamericanos, en orden proporcional al descrédito que se fue ganando a pulso una jerarquía católica complaciente cuando no cómplice de las mayores injusticias y los regímenes más antipopulares.

Esta influencia se percibe con facilidad en las barriadas en las que el desamparado que se pretende bueno y manso se ve sometido a la violencia y el arbitrio de criminales, narcotraficantes y policías venales y autoritarios. Y con notable claridad ahí donde el pobre es más pobre que nunca, el inerme más inerme y el poderoso más violento y atrabiliario: la cárcel.

Es así que la religión –opio, consuelo frente las desventuras de la vida– se vuelve una fuerza poderosa en su marcha gradual hacia una mayor y crecientemente autónoma, “autosuficiente” organización comunitaria.


La renovación interrumpida

Fue hace casi 60 años que Angelo Roncalli (Juan XXIII) –y Giovanni Montini (Paulo VI) después– advirtieron ese retroceso de la iglesia católica y pusieron en marcha un notable proceso de renovación, infortunadamente trunco. Luego de la demasiado larga digresión anticomunista de Karol Wojtyla (Juan Pablo II), el tema vuelve a ser preocupación central del actual pontífice, de quien dicho sea de paso, al igual que de Juan XXIII, en razón de su edad nadie esperaba tanto ímpetu.
Desde los tiempos del Concilio Vaticano II, la teología de la liberación, la opción por los pobres y el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, la Iglesia ha retrocedido mucho en materia de compromiso, solidaridad y sensibilidad social. Y, detalle de no menor importancia, se ve obligada a competir en desventaja con cultos tributarios del temible y vengativo Dios de los diez mandamientos y el Antiguo Testamento, mucho más en sintonía con el mensaje del odio y la histeria transmitido preferentemente por los formadores de opinión, que el Dios de la solidaridad, el perdón y el amor delos Evangelios y las Bienaventuranzas.

Sin embargo si bien el discurso de Mr. Bolsonaro es violento, vengativo, racista, misógino, meritocrático y homofóbico, es también esperanzador, nacionalista, justiciero, moralista, mesiánico y a la vez amplio y lo suficientemente ecuménico como para dar la impresión a sus seguidores de formar parte de una mayoría, la sufrida “mayoría silenciosa”, paciente ante los embates de los criminales, los corruptos y las minorías encaprichadas en la defensa de derechos percibidos como propios de las elites.

Pasa que cada uno acaba escuchando lo que quiere o necesita escuchar. Es así como un discurso sectario y violento puede transmitir un mensaje amplio y pacifista y ni uno ni otro tener la menor relación con la verdadera naturaleza del emisor. No se está acá hablando de verdad sino de apariencia, no de razón sino de emoción, no de la capacidad de transmitir argumentos sino del arte de insuflar fe.
Desde luego, el de Bolsonaro es un intento de restauración conservadora en materia legal, moral y de costumbres, de represión policial y de auge del neoliberalismo, con sus previsibles consecuencias: trasnacionalización económica, dependencia del sistema financiero, desindustrialización, precarización laboral, desocupación y, en paradójica consecuencia, deterioro de los vínculos familiares, aumento del delito y la prostitución y un nuevo auge del sectarismo religioso como alternativa a un Estado que, ya por izquierda, ya por centro, ya por ultraderecha, demostrará una vez más ser el origen y explicación de todos los males sociales.

Nada de esto es nuevo. Lo nuevo es que las fuerzas de la plutocracia no llegarán al gobierno y al manejo del Estado fingiendo representar un centro conservador de apariencia democrática sino mostrando su naturaleza reaccionaria, violenta y conservadora.


El "detalle" que faltaba

Es preciso hacer una salvedad. De dar fe a las encuestadoras –las mismas que semanas atrás anticiparon el triunfo de Bolsonaro– no habría bastado el carácter mesiánico del mensaje del triunfador, la colaboración de las iglesias evangélicas y el apoyo de los grandes medios de comunicación, de no mediar el encarcelamiento y la proscripción del principal candidato presidencial: el amplio favorito a ganar aun en una primera vuelta era Luiz Inácio Lula Da Silva, con un piso del 40% de intención de voto, a quien no sólo se encarceló sino que también se le prohibió de hecho trasmitir mensajes públicos.

A diferencia de los demás aspirantes, Lula Da Silva no tenía necesidad de prometer nada, más allá de comprometerse a proseguir su inconclusa obra de gobierno. Sus anuncios eran su pasado, sus palabras eran sus actos y sus promesas sus realizaciones. Por eso encabezaba las encuestas con tanta comodidad, y muy presumiblemente habría relegado a Mr. Bolsonaro a un cómodo tercer lugar detrás del candidato de centroderecha: entre dos outsiders del sistema, las personas sensatas suelen inclinarse por aquél que tiene algo que mostrar por encima del que quien sólo está en condiciones de abrir la boca y gritar fuerte.

Y este es un punto a tomar en cuenta, que no debe pasar desapercibido, a riesgo de volver a caer en la exageración y simplificación: todo lo dicho anteriormente sobre Mr. Bolsonaro es relativo y fue posible gracias a un acto ilegal: la prisión, silenciamiento y proscripción del hombre que concita los mayores apoyos y tenía las mayores posibilidades de triunfar.


Una historia conocida

Los argentinos conocemos muy bien la naturaleza, mecanismos y consecuencias de la proscripción política. Asimismo, cualquiera que observe la historia de nuestro país, aun desde lejos, podrá advertir la íntima relación entre la intensidad de la violencia política de fines de los 50, 60 y primera parte de la década del 70 con la proscripción electoral del peronismo y, muy especialmente, de Juan Domingo Perón, así como del fraude de un sistema judicial que consagró la anulación por decreto de una Constitución nacional sancionada por los representantes populares y no conforme con eso, también la sistemática violación de la nueva Constitución surgida de la complicidad de la mayoría de los partidos políticos con la dictadura "libertadora".

Ya desde su origen el “proscripcionismo” reconocía dos líneas: la integracionista, que se proponía asimilar al acuerdo oligárquico a la dirigencia peronista manteniendo la proscripción de Perón, y el ala dura, “colorada” o más desfachatadamente gorila, que consideraba indispensable borrar del mapa al peronismo en su conjunto, aun en sus versiones más moderadas y "racionales", como la del doctor Raúl Matera o, sin ir más lejos ni entrar en detalles odiosos, un buen número de dirigentes sindicales en muchos momentos afines o directamente asociados a los distintos proyectos integracionistas.

La disputa dentro del sector triunfante en 1955 se mantuvo durante 17 años hasta zanjarse, por imperio de las circunstancias y la fuerza de la reacción popular, por medio de la salida pergeñada por Arturo Mor Roig y Alejandro Agustín Lanusse: introducir el entre nosotros novedoso recurso del balotaje y permitir la participación electoral del peronismo pero cuidándose de mantener en la proscripción a su líder y candidato con mayores posibilidades electorales.

Conviene hacer un breve aparte y recordar la naturaleza necesariamente personal o personalista de los movimientos populares, sin excepción, de todos los países semicoloniales. No se trata de una “maldición” latinoamericana o propia del subdesarrollo cultural, sino de que el combate a un sistema político, cultural e institucional antipopular y dependiente de los intereses trasnacionales deviene casi naturalmente en la conformación de movimientos populares ainstitucionales, íntimamente dependientes de la figura y voluntad de un caudillo.

Fue así que –para continuar con el somero racconto histórico– la maniobra lanussista era un disparo a dos bandas: por un lado, al proscribir al líder popular por excelencia se reducían las posibilidades electorales de su fuerza política (como ha sido el caso en las recientes elecciones de Brasil), pero de no dar esa maniobra los resultados esperados (la derrota del movimiento popular) contribuir, mediante múltiples y variadas acciones, al surgimiento de liderazgos alternativos y, dentro de lo posible, a la conformación de un poder bifronte, debilitador del movimiento nacional.

Tal fue el caso en 1973, aun corriendo el riesgo de una mayor sobrevida que la que Perón finalmente tuvo –audacia lanussista criticada en privado por el entonces coronel Albano Harguindeguy, que sostenía la necesidad de prolongar la “salida” de la dictadura por lo menos un año más, en espera de un mayor deterioro de la salud del líder exiliado– y, para el caso, hasta valiéndose de una figura “alternativa”, la del dentista Héctor Cámpora, constantemente zaherida por su lealtad, a la que se presentaba como obsecuencia.

No otro propósito persiguieron los impedimentos reeleccionarios de Ecuador, Brasil, Argentina y próximamente Uruguay, donde, al menos hasta el momento, el FA no consigue encontrar entre las nuevas generaciones un dirigente capaz de igualar el poder de convocatoria del Pepe Mujica o Tabaré Vázquez. Ese ha sido también el caso de Bolivia, donde toda la capacidad de manipulación y tergiversación de los grandes medios fueron puestos al servicio de impedir una nueva reelección de Evo Morales. Por no mencionar que si tras la muerte de Hugo Chávez la revolución bolivariana se mantiene en pie, es mayormente debido al firme apoyo de sus Fuerzas Armadas.


Un banco de pruebas

La proscripción de Lula Da Silva le ofrece al poder financiero y a los sectores conservadores la posibilidad de un triunfo casi completo. Habrá que ver si le es posible mantenerlo en el tiempo, a medida que las expectativas despertadas por el “mito” Bolsonaro empiecen a frustrarse y, por inevitable comparación, la figura de Lula siga creciendo. Siempre que la clausura de facto de los recambios políticos institucionales y pacíficos no alienten el recrudecimiento de la violencia política y, lo que sería aún más grave, la violencia social.

Este es el dilema que hoy parece dividir (ya sea en serio o para la tribuna) al macrismo: ¿es conveniente proscribir a Cristina Kirchner o resulta preferible dejarla en carrera, confiando en que el rechazo que provoca sea mayor que el creciente (al igual que Lula, por el mero hecho de estar, por la inevitabilidad de las comparaciones) apoyo que recibe? ¿Tendrán los modernos imitadores del doctor Matera la fuerza y la capacidad de frenar a CFK o les hará falta la clase de ayuda que recibió Mr. Bolsonaro?

La oligarquía vernácula toma las recientes elecciones en Brasil como banco de prueba y decidirá sus pasos de acuerdo a lo que ahí ocurra, insensible a la experiencia histórica y confiando en acabar de una vez por todas con la manía resistente del pueblo argentino. Se trata de una apuesta de enorme audacia, no casualmente impulsada por los elementos más irracionales del régimen, pero si hemos de ser sinceros, nada asegura que no puedan conseguirlo. No existe ningún mágico mandato histórico ni naturaleza especial del pueblo argentino capaz de impedirlo. Lo harán sus dirigentes y militantes si acaso consiguen estar a la altura de las circunstancias, si en vez de insultarse y descalificarse mutuamente en nombre de la “unidad”, entienden que más que alianzas de siglas y dirigentes, quejas y explicaciones racionales, el pueblo está necesitado de una fe que lo convoque y de una bandera a la que valga la pena seguir.
 

viernes, 26 de octubre de 2018

República y hambre


Dice Rousseau en el Cap. XV de su Contrato Social: “Tan pronto como el servicio público deja de ser el principal asunto de los ciudadanos, y tan pronto como prefieren servir con su bolsa antes que con su persona, el Estado está ya cerca de su ruina. ¿Hay que ir al combate? Pagan a tropas y se quedan en sus casas. ¿Hay que ir al consejo? Nombran diputados y se quedan en sus casas. A fuerza de pereza y de dinero, tienen en última instancia soldados para sojuzgar a la patria y representantes para venderla”.

Rousseau es un teórico de la soberanía popular, la cual se expresa sobretodo en la capacidad de legislar, que es la capacidad del pueblo de darse leyes a sí mismo. De autodeterminarse. Por eso las leyes expresan la voluntad general. No la voluntad de una facción o de un grupo de intereses particulares, presentados falazmente como el “interés de todos”, cuando es o representa apenas el interés de unos pocos sectores (concentrados de la economía). Por eso la ley de leyes se debate en medio de fuertes tensiones sociales y protestas. Porque carece de legitimidad. 
Más grave aún es algo que han denunciado distintos diputados, como Felipe Solá: el hecho de que los diputados están votando “a ciegas”, porque en el presupuesto está implícito el acuerdo del gobierno con el FMI, acuerdo cuyas cláusulas sin embargo los propios legisladores desconocen. Esto es gravemente inconstitucional por dos motivos. Primero, porque se obliga a los legisladores a votar sin fundamento, ya que sin el acuerdo explícito y público (transparente, y no otra cosa es el tan declamado –por el oficialismo– gobierno “abierto”) cualquier proyección es poco realista. Segundo, porque es prerrogativa del Congreso de la Nación y no del Poder Ejecutivo contratar deuda externa soberana. De este modo, votando “a ciegas”, nuestros legisladores incumplen doblemente el mandado constitucional. El FMI, al acordar de espaldas a la ciudadanía y sus representantes, un acuerdo de ajuste con el gobierno, fuerza al gobierno mismo a mancillar la división de poderes, afectando el sentido y la legitimidad de la representación política, conculcando la Constitución y alimentando los peores vicios del hiperpresidencialismo. En una república no son tolerables acuerdos de cúpulas poco transparentes, y que son desconocidos en su fondo y letra por la sociedad y por el Congreso, espacio de deliberación y representación más genuina. No puede haber acuerdos de espaldas a la ciudadanía. Y tampoco forzar a los diputados a votar “a ciegas” un presupuesto ruinoso que incluye un acuerdo desconocido por ellos, lo cual es ilegal e inconstitucional, además de políticamente ilegítimo. 

En la visión de Rousseau, a la inversa de lo que se plantea en los medios, la “violencia” no estaría en la calle: estaría dentro del Congreso, sobretodo cuando se legislan (negocian, pactan) por medio de “representantes”, acuerdos no siempre claros pero que suponen un plan de miseria planificada, como bien expresa Juan Grabois, para una amplia mayoría de argentinos, (“la injusticia de la deuda externa”, la llamó Atilio Alterini), que hoy ven como sus pocos ingresos se recortan, como sus hijos vuelven a revolver la basura para vivir, juntar cartones, abandonar la escuela, dejar de estudiar y de comer. Situar bien la violencia (el hambre, la desigualdad, en un país con 8 millones de chicos pobres, número categórico que habla sobre la emergencia social que vive Argentina, emergencia que no se visibiliza en los medios con la urgencia que debería), es parte de una reflexión política seria, donde no se sitúe siempre del lado de los que reclaman toscamente por sus derechos pisoteados la “violencia”. La violencia tiene muchas caras. No solo una. Y el hambre es la peor de todas. Incluso Locke, teórico liberal, sitúa algunas formas de “violencia” como respuestas a una violencia institucional sorda y no siempre nombrada. Pero con graves consecuencias.

Hay una violencia normalizada y natural (“estructural”, la llaman algunos medios), que no vemos. Que naturalizamos. Cuando esa “violencia” aflora –cuando “los cerros bajan”, como dicen en Perú– es cuando recién se entera la elite argentina de la magnitud del drama humanitario que viven hoy los argentinos. Hay un drama social que no vemos, que no asumimos. Una crisis que excede a la escalada del dólar. Con 8 millones de chicos pobres, sin derechos básicos, sin casa, sin comida, sin futuro, pactar un presupuesto de ajuste y hambre con el FMI es un acto criminal, que merece, más que ser aprobado en el Congreso, juzgado en la Justicia, como el blindaje de De la Rúa, todavía impune. El hambre es violencia. La pobreza, como dice Thomas Pogge, es un crimen. La miseria planificada, como dice Grabois, no es admisible en una República con aspiraciones. Argentina se debate hoy entre ser una República justa o ser una colonia más, de tantas que hay en la región, con mayorías expoliadas y silenciadas por grupos que coptan al Estado. Que no expresan la voluntad general.

* UBA-Conicet, director del Tribunal Experimental en Derechos Humanos Rodolfo Ortega Peña (UNLa).
Fuente:Pagina/12

El manual no se cumple


En los países de la periferia capitalista las relaciones de causalidad entre las variables establecidas por la teoría ortodoxa en los manuales rara vez se cumplen y algunas de ellas sostenidas por el FMI y que hoy se aplican a la Argentina no tienen ninguna posibilidad de que se verifiquen. 
Una de las más significativas es la estrategia del comercio exterior. Para devolverle los préstamos al FMI es necesario lograr un excedente de la balanza de pagos, o lo que es lo mismo incrementar el ahorro. El ahorro menos la inversión es igual a las exportaciones menos les importaciones; vale decir que hay que aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones.
La teoría dice y el FMI afirma que si “el país devalúa entonces tendrá mayor posibilidad de exportar” porque tiene un “tipo de cambio alto y competitivo”, y algún diario financiero afirmará incluso que incrementó la “productividad”. Este el origen de la devaluación salvaje del macrismo. 
Por hipótesis, si hay una devaluación, el precio interno en dólares de los bienes producidos en pesos va ha disminuir. Esto permite afirmar a la ortodoxia que el productor va a poder vender más barato en dólares y obtener la misma cantidad de pesos, y además podrá exportar bienes que antes no exportaba porque eran muy caros o una cantidad mayor de bienes porque podrá venderlos más baratos y desplazar a los otros proveedores que compiten con él. 
Pero esto puede no ser así ya que las hipótesis que deben cumplirse para que eso suceda son numerosas y si no se cumplen no habrá exportación. Sería necesario que la Argentina tuviera excedentes exportables y que estos gozaran de una demanda en el exterior, que sean competitivos en calidad, precio, en financiamiento y última, pero importante, condición que los países a los que supuestamente se los destina acepten no imponerles aranceles o impedimentos no arancelarios como el caso de los limones de Trump. 
Otro punto muy importante es obtener un excedente de la balanza de pagos, ya que lo que se le pagará al FMI serán los dólares que saldrán del saldo de la diferencia entre los pagos realizados al exterior y los recibidos. La realidad enseña que el país no determina el volumen de sus exportaciones, que dependen de la voluntad de los otros países, sino que sólo puede controlar sus importaciones. Esto implica que la generación de un excedente de la balanza comercial supone una política de importaciones adecuada. Pero el FMI impone el libre mercado y el librecambio y por lo tanto se opone a la restricción de las importaciones y a los aranceles que las limitan. 
La teoría ortodoxa que sostiene el librecambio afirma asímismo que el comercio exterior no impacta en los precios. Se sugiere que las importaciones serán más baratas que los precios de los productos internos, ya que de otra manera no podrían competir. Por lo tanto producen una disminución de los precios, aunque en la realidad no sea así puesto que los importadores van a tomar como referencia el precio interno y obtener superganancias.
Pero esto no puede suceder con las exportaciones. Estas tienen un precio interno que sumado al costo de transporte tiene que ser inferior al precio del producto del país destinatario. Pero en Argentina se exporta lo mismo que se come, por lo tanto las exportaciones conllevan a un incremento de los precios porque los precios internos, más baratos, se alinean sobre los precios practicados en los otros países que compran las exportaciones, menos eventualmente el costo de transporte. 
Cuando no existen retenciones a las exportaciones el valor del trigo a la exportación tiene que ser el mismo que el precio al cual lo compra el molinero argentino. Aunque el precio interno debe ser menor que el precio en el país comprador, sino no se exportaría, el precio interno se va a emparejar con el precio de exportación, y por lo tanto va a aumentar, vale decir va a producir inflación. Los productores de los otros bienes considerarán que deben mantener su poder de compra y aumentarán el precio de los bienes que producen para mantener su posición en los precios relativos.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de El peronismo de Perón a Kirchner, Ed. de L’Harmattan, París 2014. Editado en castellano por la Universidad de Lanús, 2015. bruno.susani@wanadoo.fr
Fuente:Pagina/12

jueves, 25 de octubre de 2018

Lula:Llamó a los demócratas a votar por Haddad para frenar a la ultraderecha

Carta de Lula contra la "aventura fascista"
 
El encarcelado líder de la izquierda rompió el silencio que mantuvo antes de la primera vuelta electoral. "No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista" dijo a cuatro días del ballottage.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva rompió hoy el silencio que mantuvo antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil y sugirió la unión de los demócratas en torno a Fernando Haddad para frenar el avance del "fascismo", en alusión al ultraderechista Jair Bolsonaro. Desde la celda en Curitiba, Lula mandó una carta para pedir el voto a su sucesor en la disputa electoral, quien, a su juicio, "representa la supervivencia del pacto democrático" en Brasil. 
"No podemos dejar que la desesperación lleve a Brasil en la dirección de una aventura fascista, como ya vimos suceder en otros países a lo largo de la historia", afirmó el exmandatario (2003-2010). 
El antiguo líder sindical se ha mantenido en un segundo plano durante la campaña para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales y le ha cedido el protagonismo a su discípulo, quien asumió la candidatura del Partido de los Trabajadores (PT) el pasado 11 de septiembre después de que la justicia electoral le inhabilitara políticamente. 
A pesar del respaldo de Lula, Haddad no ha conseguido acortar la distancia de más de diez puntos porcentuales que lo separa del ultraderechista y, según los sondeos, perderá las elecciones del próximo domingo frente a Bolsonaro.
Consciente de su claro favoritismo en los sondeos, el capitán de la reserva prosiguió con el cabildeo en su residencia de Río de Janeiro para recabar apoyos de cara a su eventual Gobierno y se reunió con representantes de los grandes productores rurales. Los hacendados dijeron haber acudido al encuentro con el candidato para conversar sobre medidas que puedan impulsar la producción rural y exigieron la seguridad jurídica en el sector para frenar las invasiones promovidas por el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y otros grupos que luchan por la reforma agraria. 
 "Conversamos sobre algunas demandas importantes, como la seguridad jurídica y el derecho a la propiedad. Tenemos que tener políticas agrícolas para quien realmente trabaja la tierra", aseguró el presidente de la Unión Democrática Rural (UDR), Luiz Antonio Nabhan Garcia, tras la cita. 
En las redes sociales, el ultraderechista intensificó las críticas contra su rival y publicó un video en el que el rapero Mano Brown critica duramente los "errores" del PT durante un acto celebrado la noche del martes en Río de Janeiro en apoyo a la candidatura de Haddad. 
El aspirante del PT salió al paso de la provocación de su adversario y afirmó que un "gobierno democrático convive con las críticas", pero "Bolsonaro no". 
Fuente:Pagina/12

La gestión del miedo


Imagen: EFE

Piedras a la espera. Preocupación general. Consiguen quorum adentro. Afuera movilización de organizaciones sociales y sindicatos. Una sesión infame, la cesión lo es. Un presupuesto para dejar anotado el despojo. Lo que no habrá. El peronismo federal se suma. Vuelan piedras. Comienza la represión. El carro hidrante contra la gomera. El canal que gobierna pone pantalla partida en cuatro. En una no deja de pasar durante 2 horas por lo menos las imágenes de los violentos. Un muchacho que tiraba con una honda y otros que quemaban un colchón en un contenedor. Una amenaza a la seguridad nacional. El arma una gomera, la trinchera un contenedor de basura. Listo. Avanza el hidrante, pero también las motos. Se trata de despejar la zona. No los alrededores del Congreso. Llegan a Constitución. Detienen a unas treinta personas. No porque portaran gomeras ni otras armas de destrucción masiva. Por haber estado. Por estar identificados con organizaciones políticas. Se los llevan. Adentro sigue. Varies diputades quieren suspender la sesión. No lo logran. Ya se sabe que lo que se diga allí está blindado. El cono del silencio opera. Que nadie se entere lo que se discute ahí. Que no se sepa. Que el ciudadano espectador mire insomne ese colchón quemado en el contenedor y aplauda a la policía que persigue. Que el ciudadano espectador no haga cuentas sobre lo que se mocha en este presupuesto, aterrado por los fogonazos de unas balas que surcan la pantalla y unas piedras voladoras.

La puesta en escena es gestión del miedo. Por un lado, se trata de que el Parlamento siga corroyendo su legitimidad, sea un zombi obediente y atolondrado que vota lo ordenado. Lo indicado por los poderes. Como ya pasó con el Senado. Que nos dejó bajo la lluvia y con aborto clandestino. De ese rédito también toman. Lo ponen en la cuenta de la condena general a la política. Para qué sirve. Ahora lo mismo. La oscuridad se cierne sobre lo que hacen. Oscuros mercaderes. Que merquean con el hambre del pueblo. Pero la cosa es difícil, porque hay que decodificar de qué se trata un presupuesto nacional, qué son esos números que para cualquiera son millonarios. Cada votación a espaldas de la calle los deja más solos y a nosotras más a la intemperie. Por otro lado, se insufla miedo. A la protesta, a la represión de la protesta. En las pantallas se suceden los hechos, como si fueran oscuros. Incomprensibles. Sin narrativa y sin sentido. Los epítetos del seudo periodismo hacia los violentos. La necesaria acción, dirán, de las fuerzas del orden. Que aportan sus heridos, para que la puesta en escena sea aún más amenazante. Ni ellos se salvan.

La gestión del miedo es poderosa y corroe la vida política. Encierra en las casas, pero también agita el deseo de orden. Se vuelve grito airado, reclamo de mano dura, gatillo empuñado por cada quién, policialización de la vida. Sobre ella se fundan los disciplinamientos: vitales, religiosos, financieros. Por eso, en la escena reiterada no se juega solo la aprobación del presupuesto. Se juega otra cosa. La inoculación del miedo. La extensión de las disciplinas. La criminalización de la protesta. La culpabilización del deseo. Nos ponen en el blanco para ser ajusticiados, porque no aceptamos calladitos ser destinados al sacrificio. Y eso es ejemplar, se multiplica, atemoriza. Una maquinaria precisa de producción de escenas está en juego. Conocen el orden de la ficción y la ficción del orden. Tienen gerentes de contenido y fábricas de enunciados. A nuestra capacidad de resistencia le responden con balas y cámaras, que las muestran al infinito. A nuestro tejido de redes le responden con redes de manipulación informáticas. Todas estas vías conducen al dilema Brasil. A la destrucción del Brasil plurilingüe, carnavalesco, popular, en nombre de un nuevo orden autoritario que promete devastación por doquier. El cuento de la criada como utopía de gobierno. Todas esas vías conducen al hombre-mito, más allá de la política, olvidado de los partidos, fuera de ley, manodurista, creyente hasta el fanatismo, neoliberal por exceso. Todas esas vías ya son puestas en marcha en Argentina. A prueba y error. A tropezones. Pero en marcha. Inventar las resistencias, recrearlas, es re inventar la política. Imaginar, otra vez, el futuro.
Fuente:Pagina/12

lunes, 22 de octubre de 2018

El fascismo argentino


Imagen: Bernardino Avila
Esta columna fue de las primeras que los tildó de fascistas. Y hubo críticas de compañeros, fraternales, pero críticas. Que no era para tanto, que no era el momento, que había que esperar, que con exageraciones no se avanza.
Bueno, pero el fascismo argentino ha retornado. Para completar la obra de destrucción y avasallamiento que no pudieron terminar entre 1955 y 1983. El antiperonismo, la ceguera eclesial, el racismo y el odio de clase no pudieron con la recuperación de la democracia y los 33 años de lento mejoramiento institucional de esta república. Entonces retrocedieron y se vieron forzados a convivencia y civismo, mientras la construcción de ciudadanía hizo que nuestro país alcanzara sus mejores promedios democráticos.
Pero aquellos eran monstruos adormecidos, agazapados y latentes que muchos, quizás la inmensa mayoría del pueblo argentino, creyeron de buena fe que ya no retornarían. Hasta que de la mano de un voto mayoritario que algún día habrá que revisar, porque sobran dudas sobre su limpieza, empezaron a volver.
Y los controles y el funcionamiento institucional fallaron. De lo contrario no estaríamos en el punto en que estamos. En el que la restauración oligárquica y colonial está empeñada en destruir todo lo esencial de esta nación: el trabajo, las libertades, los derechos, la educación, la salud, la soberanía, la justicia, la solidaridad, el territorio. Y la paz social.
No es ni será fácil derrotarlos. Sin duda los vamos a vencer otra vez, pero aunque los reeduquemos habrá que saber que su odio y racismo son estructurales y serán resilientes.
Siempre se valdrán de la prensa y la televisión miserables. Siempre estarán agazapados para reaparecer con su racismo constitutivo y aplaudiendo las peores causas, las ideas más retrógradas. Y encima en nuestro país no se curarán jamás del antiperonismo visceral que los enferma. Como ahora, que con desprecio lo llaman kirchnerismo o cristinismo y los vuelve locos con la sola posibilidad de retorno. Ya inventarán mentiras y exageraciones sensacionalistas, como ahora la patraña de las fotocopias de cuadernos truchos que cada vez es más evidente que no existieron, o en todo caso fueron escritos por tinterillos con mandato de enlodar y amenazar a los muchos culosucios de la política y el empresariado para que declaren cualquier cosa.
Ese circo mediático-judicial de “arrepentidos”, confesadores y demás caterva de ladrones, coimeros y ricomacpatos, la mayoría empresarios de prosapia corta y mucho puntadeleste, les sirve para titular cada día sus pasquines y telebasuras, pero sólo convence a incautos, contentos y fascistas de libro por la sencilla y torpe razón de que la credibilidad de esos “cuadernos” es imposible si en los registros de corrupción política-empresarial no se menciona ni al Sr. Franco Macri ni a su hijo.
Es ese fascismo el adversario. Desde el Presidente y sus amigotes, nepotistas y prebendarios, hasta sus empresarios salidos de universidades privadas oligárquicas, sus latifundistas negadores del latifundio, sus exportadores sojeros a mansalva, sus economistas colonizados, sus evasores de impuestos. 
Pero también hay que decir aquí que para reinstalarse, más allá de ser el producto de viejas e incurables taras llamadas racismo, autoritarismo, intolerancia, machismo, violencia y algunas más –que siempre anidan en buena parte de la sociedad, y de la humanidad toda– el fascismo argentino se sirvió para su retorno de dos factores eminentemente locales, que convendría identificar con honestidad.
Uno es ese odio racista, originario y antipopular, que les inspira el peronismo y todo lo que se le asemeje, se llame como se llame, con tal de que sea morocho, grasa, descamisado o choripanero. Y sea por contagio mediático o por malas prácticas democráticas, hay que reconocer que el resurgimiento ya alarmante del fascismo argentino también se debe a que algunos de esos rasgos que enferman a la oligarquía y al neocolonialismo, también, lamentablemente, han inficionado a buena parte de nuestro pueblo por perversamente inducidas confusiones aspiracionales.
Y el otro factor es, se diría, propio. Porque este retorno del fascismo argentino hubiera sido imposible si el proceso político que llamamos kirchnerismo –el más avanzado en términos de justicia social y derechos humanos de los últimos 60 años en la Argentina– no se hubiera en cierto modo derrotado a sí mismo a causa de errores propios, miopías y corruptelas. Y bueno sería que esto se entendiese como sana autocrítica para mejorar en el futuro. Callar esto porque duele o molesta sólo conduciría a leer una vez más erróneamente cada presente político.
Esa autocrítica necesaria de ninguna manera niega que el pueblo argentino mayoritariamente apoyó a Néstor, primero, y a Cristina después y ahora, con lealtad y entusiasmo por todo lo que ellos dieron y ayudaron a conseguir en materia de calidad de vida, educación, salud, derechos, orgullos y esperanzas a los sectores populares. Pero tampoco debe dejar de reconocer sectarismos y decisiones inexplicables, errores gruesos y livianos, metidas de pata, políticas abstrusas y corrupciones que sobrevolaron muchas decisiones y que lamentablemente beneficiaron casi siempre a cerealeras, mineras, bancos, Monsanto y multinacionales varias. Esto no se puede, ni debe, ocultar, y así lo entiende esta columna desde siempre.
Puede no agradar que se diga y quede escrito, pero no se redacta este texto para un manual de buenos modales sino para describir la fea y dura realidad que estamos aceleradamente viviendo y que nadie, nadie, puede asegurar que terminará pronto, ni cómo. Sobre todo porque el fascismo gobierna hoy la Argentina con más poder y más astucia que nunca antes.
La lucha, entonces, es ahora contra discursos y modos fascistas que han llegado a nuestras calles, nuestros barrios, nuestra vida cotidiana. Y esa lucha deberá ser por la paz y por el voto, que es lo que diferencia a los demócratas civilizados de los bárbaros fascistas, aunque vistan ropas caras, coman sushi con malbec, se desplacen en autos caros y los sigan y voten los contentos. Y será una lucha victoriosa, en noviembre del 19, porque la confluencia nacional y popular, cuando estalla, es imparable. Y también porque el pueblo argentino está cada vez más movilizado y consciente de la necesidad de marchar unido a las urnas. Se lo ve, se lo palpa, se lo siente.
Fuene:Pagina/12

jueves, 18 de octubre de 2018

La guerra híbrida

Imagen: AFP
 
La polarización en Brasil, después de veinticinco años y seis elecciones disputadas entre el PSDB de Fernando Henrique Cardoso y el PT de Lula, terminó con el golpe contra de Dilma Rousseff y el gobierno de Michel Temer.
 El PSDB, habiendo cuestionado la victoria electoral de Dilma, apoyado el golpe en contra de ellay participado del gobierno de Temer, perdió su lugar como representante tradicional de la derecha brasileña. Un expresidente del partido, el senador Tasso Jereissatti, hizo recientemente la autocrítica por esos errores, pero ya sin tiempo para corregir y salvar al partido.

El PSDB cedió el lugar de representación de la derecha a una corriente de extrema derecha, representada por la candidatura de Bolsonaro. En la primera vuelta las encuestas mostraron que la gran mayoría de los electores del PSDB en San Pablo, su núcleo tradicionalmente más fuerte, no apoyaban al gobernador de la provincia, líder de ese partido, Geraldo Alckmin, y ya estaban con Bolsonaro. Lo cual expresa el proceso de radicalización a la derecha que las bases del PSDB habían sufrido.

 Ese mismo proceso no ha ocurrido con la izquierda. A pesar de los pronósticos de que el PT sufriría un proceso similar, el partido ha resistido muy bien, bajo el liderazgo de Lula y ocupa el lugar central de la izquierda en la polarización política nacional. Se mantiene como el partido con la bancada más grande en la Cámara de Diputados, ha conseguido la elección o reelección de sus gobernadores del nordeste de Brasil, región donde el PT, en alianzas con otros partidos, tendrá nueve gobernadores. El PT sigue liderando a la izquierda, con alianza con algunos partidos en primera vuelta, con todos en segunda vuelta.

No se ha dado el proceso que el PSDB ha sufrido en la derecha. El partido que pudiera ocupar el lugar del PT, el PSOL, ha aumentado su número de diputados, pero sigue sin tener el gobierno municipal o de provincias. Asimismo, su candidato a presidente de Brasil, un cuadro de mucha calidad, Guiherme Boulos, líder del Movimiento de los Trabajadores sin Techo, ha tenido apenas 0,4% de los votos, el peor desempeño de un candidato del PSOL a la presidencia de Brasil.
¿Qué relación tiene el PT con ese fortalecimiento brutal de la extrema derecha? Este fenómeno es claramente la reacción rabiosa de las élites brasileñas y de amplios sectores de las capas medias, a las inmensas conquistas de las clases populares durante los gobiernos del PT. Aunque no se trata de una revolución, es el mismo mecanismo de surgimiento de procesos contrarrevolucionarios como reacción a los procesos revolucionarios.
Si los gobiernos del PT no hubieran logrado introducir transformaciones importantes en las relaciones de poder, la derecha no tendría necesidad de una reacción tal radical. No movilizaría todos los recursos que dispone, legales e ilegales, para enfrentarse a la posibilidad del retorno del PT al gobierno. 

La campaña del PT se basa en el objetivo de convencer a la mayoria de la sociedad brasileña de que no se trata de tener armas en la mano, sino un libro en una mano, una cartera de trabajo en la otra. La de Bolsonaro se apoya en el planteamiento de que habría que resolver los problemas de Brasil por la fuerza, por la discriminación y por el recorte todavía mayor  de los derechos de los trabajadores.
Lo que ha sido decisivo es la monstruosa campaña de la extrema derecha, basada en las iglesias evangélicas y alimentada por una máquina gigantesca de fake news y de robots. Ella ha logrado imponerse, haciendo que la campaña adversaria se quede a la defensiva, de tal manera que tiene que volcarse para contestar e intentar desenmascarar la serie de acusaciones y versiones falsas que se disemina a cada hora. Una actividad a la que el Superior Tribunal Electoral ha afirmado que es incapaz de impedir. Es una nueva modalidad de campaña, que pasa a ser parte integrante de la guerra híbrida, como nueva estrategia internacional de la derecha.
Aun con toda esa monstruosa campaña, una encuesta hecha ahora, de cara a la segunda vuelta, confirma todo lo que se sabia antes: en caso de que pudiera ser candidato, Lula ganaría con tranquilidad a Bolsonaro. Lo cual hace que la elección brasileña sin Lula se vuelva un fraude.
Fuente:Pagina/12

miércoles, 17 de octubre de 2018

“Quieren exterminar a la izquierda con vocación de poder”:Entrevista a Rafael Correa, ex mandatario de Ecuador



Correa, quien vive en Bélgica desde hace un año, afirma que en su país lo quieren ver preso o muerto y que Lenin Moreno –hoy su archirrival– pautó con EE.UU. “La CIA actúa con las embajadas. La decisión es exterminar a la izquierda.”
Mientras siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador; en la imagen con su gato Dobi.
Mientras siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador; en la imagen con su gato Dobi. 
PáginaI12 En Bélgica
Desde Bruselas
El otoño belga es excepcionalmente cálido. Rafael Correa aprovecha un sábado de octubre a la mañana para ir al mercado de la Place de la Université, en Lovaina La Nueva, el pueblo belga de 29 mil habitantes a 40 minutos en tren del centro de Bruselas, donde desde hace un año vive el ex presidente de Ecuador. Viste elegante sport y calza unos zapatos leñadores gastados. Lleva en el bolsillo un papel arrancado de un cuaderno donde su esposa Anne Malherbe –a quien conoció en una residencia universitaria de esta misma ciudad hace 28 años– le anotó en francés que debe comprar berenjenas, tomates, pepinos, papas y frutas. Gasta 45 euros. Le pide al verdulero que para la próxima reemplace las bananas de República Dominicana por las de Ecuador. Paga con una tarjeta del banco holandés ING. Saluda en quechua a Armando, un ecuatoriano de una comunidad andina que tiene un puesto de ropa en el mercado. Recorre a pie 10 minutos rodeado de verde y regresa a su departamento: un cuatro ambientes con balcón terraza en un segundo piso. Lo alquila a 1250 euros mensuales.
Los Correa se mudaron a Lovaina La Nueva a mediados de 2017 porque les gustó la escuela pública de allí para Miguel, su hijo adolescente. También para estar cerca de sus dos hijas, Anne Dominique y Sofía, que consiguieron becas para estudiar en París. Además, buscaban acercarse a los padres de Anne, oriunda de Namur, a media hora de la nueva casa. Querían, dicen, poder comer juntos los domingos o salir tranquilos a la calle. Este verano fue complicado para la familia: a fin de mayo, a Anne Dominique la atropelló un auto en Ginebra, donde estaba haciendo una pasantía como periodista. Tuvo una doble fractura abierta en el tobillo además de muchísimos golpes. Se está terminando de recuperar.
–¿Fue fuerte el cambio de ser el presidente diez años de un país a ser uno más en un pueblo belga?
–Antes de ser presidente detestaba la rutina o ir al supermercado, ahora lo disfruto. Dijeron ‘Correa es un don nadie ahí’. ¡Eso vine a buscar! Me encanta cocinar. Arroces, ceviche. Me gusta experimentar. Por ejemplo, el otro día inventé la “salsa amatriciana al estilo Rafael”: le pongo chorizos españoles. También soy experto en parrilladas aunque una de mis hijas, vegetariana, me ha convencido de comer menos carne.

Visitas ecuatorianas

En su mano derecha Correa porta una muñequera: se resintió del esguince que se hizo el 8 de julio último tras zamarrear al periodista ecuatoriano Ramiro Cueva, después de que éste lo increpó en la calle mientras el ex presidente caminaba con una de sus hijas. “¿Si te dicen ladrón tienes que decir viva la libertad de prensa? Por ser presidente no dejas de ser humano.” Hace unos días la Justicia belga condenó al periodista por amenazas: debe pagar 1600 dólares de multa si vuelve a Europa. 
Hubo otro episodio violento: en agosto dos periodistas del medio ecuatoriano La Posta llegaron para mostrar la vida europea del ex presidente. Se enfrentaron con correístas que viven en Bruselas. Correa denunció acoso a la policía: “Vinieron a buscar una vida de millonario y no pudieron demostrar nada”. 
El salario medio en Bélgica es poco menos de 4000 euros por mes. Correa calcula que podría vivir bien con los 4600 dólares de la pensión presidencial más el sueldo como maestra de su esposa: “Pero tengo 13 procesos penales, hace meses que tengo que trabajar para pagar mi defensa”. 
Recibe ingresos por dar cursos on line y conferencias. Tiene un salario fijo como presidente del Instituto de Pensamiento Político y Económico Eloy Alfaro y además hace consultorías por su cuenta. Asegura que se ha “comido los ahorros familiares”, que se endeudó, pero que ya equilibró los números porque “por una conferencia pueden pagar 60 mil dólares, no como Obama que cobra 200 mil, pero las pagan bien”.  
Lenin Moreno le retiró la seguridad presidencial, ahora tiene un servicio particular. “Es una protección básica, gente desarmada, necesito tener al menos un chofer que sepa conducir en caso de emergencia. Lo paga una institución. No puedo decir cuál. La discusión en Ecuador es tan tonta que dicen ´¿si es tan popular para qué necesita protección?´ Pero además de eso, suponiendo que no tenga ningún enemigo personal, que es imposible, tengo secretos de Estado”.
–¿Es privada o pública esa institución que paga la seguridad?
–Es, digamos, sin fines de lucro.

Judicialización de la política

En Ecuador, Correa tiene una orden de prisión preventiva vigente desde julio de este año. La Fiscalía General del Estado lo acusa de ser el autor mediato del secuestro del ex seguidor suyo Fernando Balda, a quien agentes de inteligencia ecuatorianos intentaron secuestrar en Colombia en 2012. La fiscalía apunta a Correa porque era “el presidente de la república y por lo tanto jefe directo de los servicios de inteligencia”. “A mí me quieren muerto fuera del país o preso en el país y que me maten ahí. Saben que les ganamos cualquier elección si yo estoy”, responde. Una jueza se pronunciará sobre su situación en una audiencia el próximo 23 de octubre. Interpol aún no ha atendido el pedido de captura. Su última opción es pedir asilo en Bélgica. “Es muy difícil que cumplan su sueño de verme esposado volviendo al país. Si voy tendría que ir a probar mi inocencia cuando debería ser al revés. Ya basta, es una locura allá, se vive una dictadura, una falta total de Estado de Derecho.”  
–Pero quien lidera ese Estado fue promovido por ustedes mismos para llegar al poder. 
–Totalmente, yo soy el principal responsable de lo que está ocurriendo. ¿Cómo pude dejarme engañar por un tipo así diez años? Es un impostor profesional. Me decía que yo era el mejor ecuatoriano de todos los tiempos. Ahora dice todo lo contrario. O fue un impostor profesional o algo se le saltó. Es difícil que exista alguien con tanto cinismo, sólo puede mantenerse con la complicidad de la prensa. 
–¿Dolió personalmente el cambio de Lenin Moreno?
– No éramos amigos, yo lo apreciaba mucho por su historia, por cómo se recuperó de una tragedia. Pero no era tan cercano como otros que también traicionaron y esos sí desgarra el alma. Debo estar preparado, sé que así es la vida. Pero tú puedes saber que una inyección duele y no por eso cuando te la ponen te va a dejar de doler. Sí me sorprendió la cantidad y magnitud de las traiciones. ¿Quién puede adivinar esas cosas? Caras vemos, corazones no. Hay analistas allá que dicen que la traición es el instrumento tradicional de la política ecuatoriana. ¡Lo banalizan! Como si fuera una opción que tienes la de traicionar ¡por favor!. 
–Según la Celag, Lenin Moreno creó una “Oficina para el intercambio de información con EE.UU.” y el Centro de Inteligencia Estratégica, que estarán abiertos a la cooperación con la Casa Blanca, ¿esta nueva política puede explicar su giro?
–Por supuesto, son causa y son consecuencia. Yo creo que el tipo (Lenin Moreno) ha pautado con Estados Unidos.
–¿Antes o después de la elección presidencial?
–Creo que después de la primera vuelta. Pensó que iba sacar más pero era muy mal candidato, si hubiera sido bueno tendría que haber ganado en primer turno. El tipo se acobardó y, por ejemplo, pautó con el Partido Social Cristiano, que son lo peor de la política ecuatoriana y probablemente haya tenido contacto con la Embajada de Estados Unidos pensando en la traición. 
–¿Estados Unidos es la mano detrás del lawfare? El lawfare, como escribió José Natanson en línea con Carreiro de Barros Filho, en tanto “utilización de los jueces como herramienta de persecución política a través de la creación de maxiprocesos que involucran un alto nivel de espectacularización” (ver recuadro).
 –Las oligarquías nacionales y las internacionales también. No solamente el gobierno de Estados Unidos, hay un sistema que marcha por sí solo, estoy seguro que ni los presidentes de Estados Unidos saben lo que hace la CIA. Pero puedes estar seguro de que la CIA actúa con las embajadas. La decisión es exterminar a la izquierda. No van a permitir que se repita otra época de oro en América Latina: 90 millones han salido de la pobreza. Ahora regresaron 20 millones. Están dispuestos a todo. La orden es exterminar a la izquierda con vocación de poder. No a la izquierda tonta, la del “todo o nada”. Sino a la izquierda de los Lula, Cristina, Chávez, Correa que pateamos el sistema. Van a tratar de exterminarla físicamente también. No se engañen, no exagero.

Política y moral

Para Rafael Correa, no se patea el sistema con demandas como la despenalización del aborto. Discute con el feminismo: “busquemos la igualdad de derechos, salariales, políticos pero no podemos ser iguales en todo, biológicamente no somos iguales”. Cree que antes del aborto “hay mil cosas que pasan antes, como la injusticia o la pobreza. Para llenar un tarro si metes primero arena, lo fino, y luego metes rocas, entra menos que si primero metes lo grande y luego lo fino”. 
–Hubo bastantes críticas por esa posición moral, de gente que comparte tus ideas en lo político o en lo económico. ¿Se pueden reconciliar ambas?
–Para mí la cuestión social en el continente más desigual del planeta, es la primera cuestión moral. Pero en Brasil, por ejemplo, hubo una gran marcha antes de las elecciones, contra el moralismo de Bolsonaro y las chicas fueron con el torso desnudo, a pedir el aborto, el matrimonio igualitario. Le subieron 6 puntos a Bolsonaro. Antes de ponernos a discutir estas cosas que están en la frontera del debate, discutamos cosas evidentes como la desigualdad de derechos. El además ha cogido la insatisfacción de la gente en temas que la izquierda nunca habla por purismo, como la seguridad.¿Por qué la izquierda no enfrentó más claramente ese problema para evitarlo? Es una torpeza política. En Ecuador sí lo hicimos, tenemos el sistema de seguridad integrado más avanzado de América latina. 
–¿Para poder captar esos significantes vacíos la Iglesia Evangélica le dio a Bolsonaro una llegada a las bases que la izquierda perdió?
–Te diría que la iglesia evangélica encontró esas bases que la izquierda no atendió. Cuando la gente se asusta por ciertas posturas busca otra cosa y cuando ve que no tiene perspectivas de cambio, se deja convencer de que así tiene que ser y encuentra refugio en estas iglesias. Es difícil, a los dirigentes políticos nos acusan de no haber sido dirigentes espirituales. Que no cambiamos los hábitos de consumo, que nos enfocamos en el materialismo y no en lo espiritual del asunto. Pero bueno, sí quizás dejamos espacios para que los ocupen estas posturas radicales, como la de Bolsonaro.
–Cuando ganó Donald Trump se decía que se iba a topar con los frenos y contrapesos del sistema. En Brasil da la sensación de que no hay contención y que Bolsonaro puede parecerse más a Rodrigo Duterte (el líder conservador y autoritario de Filipinas que lleva adelante una  sangrienta “guerra contra las drogas”) que a Trump.
–Creo que se parece más a Duterte, sí. Porque ni Trump va a hablar a favor de la dictadura, de la tortura, de la desaparición de 30 mil personas. Sin embargo, mira, soy optimista por naturaleza. Si no hacemos esto con optimismo mejor dedicarse a otra cosa. Y hay que ver las cosas en el largo plazo. Yo no quiero que gane, es difícil pero no imposible. Hay 20 millones que no votaron, esos 20 millones, los necesita la inmensa mayoría Haddad. La prensa juega un rol terrible. Pero si gana Bolsonaro, como cuando ganó Bush en Estados Unidos, puede despertar a los gobiernos progresistas de América latina. Va a ser tan elemental su gobierno que puede provocar una reacción favorable para retomar la vía del humanismo. 
–¿A qué plazo hay a la vista algún tipo de cambio de correlación de fuerzas? 
–Cualquier cosa puede pasar. Antes de mi gobierno, cada gestión duraba un año y medio. Yo soy optimista de que pronto cambiará la situación política y empezaremos a recuperar lo mucho que hemos retrocedido.

Retiro parcialmente voluntario

Mientras siga vigente la prisión preventiva, Correa no volverá a Ecuador. Igual dice que su objetivo, cuando se fue, no era exiliarse sino retirarse para escribir. En su escritorio, que está en el living de su casa, se sienta cuando todos se van a dormir y solo queda despierto su gato Dobi. Está preparando tres libros sobre el desarrollo latinoamericano. Para eso está revisando bibliografía como “¿Por qué fracasan los países?” de Acemoglu y Robinson o “¿Por qué las naciones latinoamericanas fallan” de Pérez Caldenentey y Vernego. Para Correa “no vamos a alcanzar el desarrollo si no aumentamos la productividad” y para eso hay que superar la “incapacidad para organizarse”. Por eso, también está releyendo la ‘tesis climática’ de David Landes sobre por qué los países con clima cálido nunca lograron desarrollarse.
Fuente:Pagina/12

17 De Octubre - Día De La Lealtad









martes, 16 de octubre de 2018

Brasil: corriéndole la sábana al fantasma. Apuntes contra el pánico.


Resultado de imagen para BOLSONAROMarcelo Gómez (UNQ/UBA)
mgomez@unq.edu.ar
El fenómeno Bolsonaro (en adelante JB) es la película de terror más taquillera de la cartelera latinoamericana. ¿Giro fascista del pueblo? ¿Crisis de las instituciones democráticas y la representación política? ¿Nuevos tipos de liderazgo de ultraderecha neoliberal? ¿Regreso del partido militar y peligro de deriva hacia una dictadura represiva? Discrepo con todo lo que veo publicado salvo honrosas excepciones. Ante un resultado imprevisto es normal el imperio de los lugares comunes: nos, la izquierda contrariada, solemos recurrir a horrorosas grandilocuencias entre las
que debe contarse el fantasma del neofascismo, el peligro de la barbarie de las masas enajenadas (una enfermedad siempre a mano que explica las cosas que pasan cada vez que las masas hacen algo que nos produce rechazo), y la ominosa sombra de las intervenciones militares en escenarios de debilitamiento crítico de las instituciones democráticas ante los poderes fácticos. Los lugares comunes no son malos por ser comunes sino porque suelen operar como atajos mentales que cierran el problema antes de abrirlo. Lo más dañino es cuando los lugares comunes dan paso a la ausencia o no consideración de información clave. Sobre esto apunto. 
 1) El fascismo como derivado de una cuestión civilizatoria y enraizado en los entresijos del alma humana (“Auschwitz”, la “personalidad autoritaria” de Adorno, quien no obstante no dudó en llamar a la policía en cuánto los alumnos le ocuparon el Instituto en 1968) no explica un fenómeno en
particular sino algo de la “condición humana” y, por tanto, nunca va a ser suficiente para entender un acontecimiento determinado, mucho menos un resultado electoral. Más allá de esta objeción epistemológica, no veo puntos de contacto históricos con el fascismo: ni el pueblo brasilero pasó por los 16 millones de muertos en la I guerra mundial ni por las posteriores humillaciones, calamidades y extorsiones de las potencias occidentales vencedoras denunciadas por el mismo Keynes, que son la causa directa más importante del fenómeno fascista (amén del apoyo a los regímenes fascistas
de esas mismas potencias hasta minutos antes de la invasión a Polonia). Tampoco hay nada en la cultura política brasileña que remita al significante “fascista” como algo relevante. Ni Jair fue mensajero de trincheras como Adolf, ni un enfermero socialista en el frente de combate como Benito. Fue… ¡un militar con problemas disciplinarios que planificó detonar bombas en baños de unidades militares como forma de llamar la atención por los bajos salarios de la milicia… durante el gobierno del también militar (y jefe del servicio secreto) Figueiredo!!!! por lo que fue enjuiciado por un Tribunal Militar...

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Clasismo desbocado


Javier Iguacel, secretario de Energía. 
 
Es necesario retroceder más de 40 años en la historia local para encontrar un gobierno tan abiertamente clasista como el de la Alianza Cambiemos. Su clasismo se manifiesta en todas y en cada una de sus decisiones cotidianas, aun en aquellas que pueden parecer contrarias a sus “principios básicos”, como por ejemplo, contrarias al fiscalismo a ultranza de su neoliberalismo de pacotilla.
¿Cómo interpretar sino que en medio de la discusión de una ley de Presupuesto con déficit primario cero, en la que parece irle la vida, el gobierno decida resarcir a las “productoras” de gas por la devaluación en alrededor de 17 mil millones de pesos (450 millones de dólares) con cargo al erario?
Más concretamente: ¿por qué un Estado que se muestra inflexible con los sectores más vulnerables, que suspende dosis de vacunación para la meningitis, que quita pensiones por discapacidad y que, en general, escamotea recursos para la salud y la educación decide, en el actual escenario de supuesta súper escasez, una transferencia multimillonaria en dólares en favor de uno de los núcleos empresarios más favorecidos por sus políticas: las firmas energéticas, a la sazón mayoritariamente vinculadas accionariamente a las primeras líneas gubernamentales?
La respuesta es sencilla: porque es un gobierno de clase. Su objetivo general tácito es la destrucción de las funciones básicas del Estado. No así del Estado como “aparato de dominación de una clase social”, como explicaba Louis Althusser, es decir, como gestor de transferencias de recursos en favor de las facciones del capital que hoy gobiernan sin intermediación a través de sus CEOs.
Las marchas y contramarchas sobre quién debía pagar el precio pleno en dólares del gas a las “productoras”, las firmas que extraen el fluido, no fue el accionar improvisado e inconsulto de un secretario que “se cortó solo”, como se intentó hacer creer a posteriori, sino la expresión de la ideología más profunda del gobierno. Si no fuese así no se hubiese acudido a la figura del mismísimo Mauricio Macri, quien salió a bancar la parada diciendo que había que pagar el gas “lo que vale”, teoría que no corre, por ejemplo, para los salarios de docentes, médicos y científicos. El primer intento de “pagar lo que vale” fue, además, cargar la diferencia de costos en pesos que supuso la devaluación para un precio dolarizado, directamente sobre los consumidores y en 24 cuotas. Luego, cuando se advirtió el daño y el sostenimiento en el tiempo del mal humor social que la mega transferencia provocaría, además del revuelo en la tropa propia, terminó dándose marcha atrás. Un nuevo capítulo del “si pasa, pasa”, o quizá un paso fallido de la doctrina (Esteban) Bullrich, aquella que recomendaba abrir muchos frentes e intentar que el adversario se concentre sólo en uno.  
Sin embargo, se supone que ningún gobierno pone en juego la investidura presidencial si no es para defender sus políticas núcleo. La dolarización de las tarifas de los servicios públicos, incluidos los combustibles, fue una de ellas. En rigor, una de las cuatro políticas núcleo del shock económico de Cambiemos junto con la eliminación de retenciones, la baja de salarios en dólares y el acelerado reendeudamiento externo.
Si se lo reduce a su mínima expresión, el plan económico de la segunda Alianza fue un shock de precios relativos –tarifas, tipo de cambio (lo que incluye la eliminación de retenciones) y salarios– y la reconstrucción de la dependencia vía la explosión de la deuda en divisas. Sus beneficiarios fueron, como se decía en otros tiempos, la oligarquía (diversificada) y el imperialismo (de las finanzas). Su reaseguro, el regreso al FMI y la renuncia a la política económica autónoma.
Aunque estas medidas comenzaron a provocar una fuerte recesión con efectos sociales impredecibles constituyen un verdadero éxito en sus propios términos. Éxito si se mide por la magnitud de las transferencias ya realizadas desde los consumidores a las empresas, o desde el trabajo al capital, y a su sostenimiento en el tiempo, ya que al menos en parte, estas transferencias podrían mantenerse parcialmente incluso bajo la hipótesis del regreso de un gobierno popular. No son procesos que se revierten instantáneamente. Será necesario remontar los bajos salarios y renegociar y desarmar las tarifas dolarizadas. La deuda externa, en tanto, seguirá allí cómo mínimo por más de una generación.
Entre los ganadores del último capítulo tarifario decidido por el Secretario de Energía, Javier Iguacel, quien proviene del sector petrolero y trabajó prácticamente una década en la firma Pluspetrol, de la que era vicepresidente antes de pasar a la función pública, se cuentan, según la recopilación realizada por el OETEC, Gas Ban, cuyas ganancias crecieron el 606 por ciento desde 2015 a la fecha y 280 por ciento en el último año y Central Puerto y Pampa Energía (“Nicky” Caputo y Mindlin), cuyas ganancias conjuntas crecieron el 787 por ciento contra 2015 y el 303 por ciento en el último año. Pampa Energía también es dueña de TGS.
Las magnitudes de las variaciones de las ganancias de los ejemplos se señalan para advertir la desmesura del Plan de Negocios Cambiemos. Estas firmas son las que se negaron a pagar la diferencia cambiaria a las productoras, las que habían sido beneficiadas a comienzos de 2016 por la dolarización de los precios del gas en boca de pozo. Finalmente, la reacción política desatada por los aumentos ex post provocó que el intento de cargar la diferencia cambiaria a los consumidores se traslade al conjunto de los contribuyentes, pero sin resolver el problema de fondo: los precios dolarizados. El efecto macroeconómico, además del componente inflacionario, es que ahora en vez de que los subsidios se destinen a beneficiar el precio pagado por los usuarios, y a mejoran los costos de producción de todas las actividades económicas, se destinan directamente a las ganancias de las empresas. Luego, los esfuerzos por el déficit cero no recaerán en las petroleras.
Fuente:Pagina/12