miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre la corrupción


 


 

 El periodista y columnista de 678 escribió una nota de opinión en la que señala a “los poderes mediáticos dominantes” de “pudrir e impurificar el ambiente” político. Leé el texto completo.

El periodista y columnista de 678 Orlando Barone escribió una columna en Diario Registrado sobre la corrupción en la politica. Bajo el título “Corrupción corrupta”, sostuvo que “los abanderados de la anticorrupción tienen el culo sucio corrompido y corrompen el sentido de esa palabra, dotándola de un hedor antipolítico”. Y lanzó: “Fácil de decir, de inventar y de derramar, la histeria anticorrupción es una obscenidad ideológica disimulada de retórica ética”.

A continuación, el texto completo de “Corrupción corrupta”:

Corrupción significa eso que se sabe, aunque no se sepa nada de etimología, lingüística, lexicología ni de semiótica. Los abanderados de la anticorrupción tienen el culo sucio corrompido y corrompen el sentido de esa palabra, dotándola de un hedor antipolítico. Es la forma banal más influyente para erosionar y voltear gobiernos populares, no adecuados al mapa de negocios globales establecidos.
“Corrupción”-y se copia aquí la enciclopedia sin incluir las clásicas significaciones sexuales- es: “Descomponer, cambiar la naturaleza de una cosa volviéndola mala. Pudrir, impurificar el ambiente.. Quebrantar la moral de la administración pública o de los funcionarios. Hacer con dádivas que un juez o un empleado obren indebidamente. Cohechar, sobornar, traficar. Hacer moralmente malas a las personas o las cosas…”

¿Pero quién- el Gobierno o los poderes mediáticos dominantes descompone la naturaleza de una cosa volviéndola mala? ¿Quién, el Gobierno o los de lengua fácil y medios poderosos pueden pudrir e impurificar el ambiente?¿Quién, el Gobierno o las difamaciones opositoras quebranta la moral de la administración pública o de los funcionarios? ¿Quién, el Gobierno o las corporaciones destituyentes, consiguen mediante dádivas que un juez o un empleado judicial obren torcidamente? ¿Quién el Gobierno o los opositores corrompen las políticas de inclusión y sociales de la patria y manifiestan deseos de detenerlas y cambiarlas por lo contrario? ¿Quién el Gobierno o sus contrarios corrompen el diálogo parlamentario con consignas de odio incubadas en la fantasía de que enfrentan a una dictadura? ¿Quién, el Gobierno o los conspiradores pugnan por corromper el ánimo con el miasma del desánimo? ¿Quién, el Gobierno o quienes quieren el desgobierno corrompen su naturaleza sudamericana en pro de antiguas y futuras sumisiones a las bancas mundiales? ¿La corrupción es estatal o es opositora, es gubernamental o corporativa, es de los argentinos con memoria o es de los argentinos voluntariamente desmemoriados? Si no lo sabe, cante.
Palabra –corrupción- usada contra la política por los Medios dominantes como arma de destrucción masiva. La lanzan sin o con el prefijo “anti” y no importa si al caer y detonar causa daños colaterales sin retorno. Ni si la democracia se rompe o se fractura o se somete y vacía. Su efecto no necesita pruebas inmediatas, aunque su destinatario es inmediatamente víctima y deja de ser inocente desde el momento de la denuncia. No sepulten tan brutal y apuradamente a Lázaro, para que arrastre al fondo a Néstor Kirchner, porque en la Biblia resucita desde hace dos mil años. El simbolismo bíblico vale habiendo por ahí tan diligentes crucificadores y sepultureros de rating fácil. Cunde la moda de denunciadores, denunciantes, y denunciópatas extraordinariamente pagos por sobar corruptamente corrupciones abstractas desde tribunas de corrupción concretas.

Fácil de decir, de inventar y de derramar, la histeria anticorrupción es una obscenidad ideológica disimulada de retórica ética. Y es paradójicamente denunciada por los corruptos impotentes políticos. Los mismos que ante el espejo histórico y derrotista que los refleja no quieren verse. Porque ese espejo duplica sus vergüenzas. Las verifica. También las verifican las urnas.
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