domingo, 2 de diciembre de 2012

“El conocimiento tiene que ser de todos”

 
El periodista y matemático lanzó su nuevo libro: Matemática para todos. Su apoyo a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el presente de la Argentina y la región, y el alivio que significó el triunfo de Obama.
Adrián Paenza tiene un libro nuevo. Más juegos, problemas y enigmas. Desafíos de lógica, estrategia, probabilidades e intuición. Matemáticas para todos constituye un eslabón más de algunas de las obsesiones que empujan la vida de Paenza: la ciencia, la educación en general y las matemáticas como algo mucho más amplio y atractivo que lo que están dispuestas a aceptar las currículas del primario y el secundario. Para hacer hincapié en su perspectiva de vida, echa mano a las palabras del matemático estadounidense Richard Hamming: “Conocimiento y productividad son como el interés compuesto. Dadas dos personas con aproximadamente la misma habilidad, si una de ellas trabaja un diez por ciento más que la otra, la que trabaja más va a terminar por producir más del doble que la otra. Cuanto más sabés, más aprendés. Cuanto más aprendés, más podés hacer. Cuanto más podés hacer, más oportunidades vas a tener. Funciona como el interés compuesto. No quiero dar un número porque no es algo exacto, pero dadas dos personas con la misma habilidad, la persona que pueda dedicarle todos los días una hora más a pensar que la otra, va a terminar siendo muchísimo más productiva en comparación a lo largo de la vida”, detalla en el libro.
Para los más jóvenes, Paenza es un símbolo de la divulgación matemática. Pero su vida incluyó –y sigue dando lugar a– múltiples aventuras. Se recibió de doctor en Matemática en la Universidad de Buenos Aires y comenzó a ejercer como docente en 1979. Pero desde los 80 se transformó en una de las figuras más emblemáticas del periodismo deportivo. Pasó por Radio Rivadavia, AM Mitre, Del Plata, Continental, La Red, El Mundo y Nacional, entre otras. Tuvo una presencia muy importante en TV, fue una de las figuras de Fútbol de Primera hasta que un conflicto con la empresa Torneos y Competencias (Grupo Clarín) lo desterró de ese universo. Condujo los programas Lo mejor de la NBA y La magia de la NBA y, prácticamente, fue el responsable de la difusión de ese básquet en nuestro país. Luego vendría el periodismo político, con una participación muy importante en el programa Día D junto a Jorge Lanata, con quien desde hace tiempo está distanciado.
Hoy, reparte su vida entre EE.UU. y la Argentina, y se las arregla para conducir tres programas por el canal Encuentro: Alterados por Pi, Explora y Laboratorio de ideas. Es autor de los libros Matemática ¿estás ahí? (Episodios 1, 2, 3.14, 100 y 5), que vendieron más de un millón de ejemplares sólo en la Argentina. También es cofundador y codirector de la Fundación Ernesto Paenza, dedicada a la difusión de la matemática.
–Antes de escribir un libro, ¿piensa quiénes serán sus lectores y qué efectos producirá en ellos?
–En realidad todo esto es una cosa muy extraña porque yo nunca me imaginé como escritor. Mi historia siempre estuvo ligada mucho más a los medios audiovisuales que a los escritos. Lo cual no significa que nunca hubiera escrito, pero sí que hasta hace unos años no me veía en el rol. Quizás por eso yo escribo como si hiciera un libro de cuentos. Cada cuento es una historia por separado y surgen a partir de cosas que atrapan mi interés. Yo nunca hice nada que no me apasionara. No soy un locutor. No tengo nada contra esa profesión, pero no me siento identificado con ellos porque se le paga para que digan algo sobre un producto sin importar si les parece bueno o no. Ellos son profesionales de la comunicación. Yo escribo lo que me interesa.
–Da la sensación de que le interesa a mucha gente más.
–Sí, afortunadamente podemos decir que por ahora es así. Pero si me tuviera que poner a pensar que tengo que escribir algo para satisfacer la curiosidad de otras personas me distraería de lo que a mí me interesa. No podría. Afortunadamente, siempre aparecen problemas, ideas e intereses nuevos. Por ejemplo, cuando hace ocho años empecé a escribir mi primer libro sobre matemáticas, los GPS no eran conocidos a nivel popular. En este libro incluyo problemas sobre el GPS, un suceso muy curioso que pasó en la lotería de Ontario (Canadá) y un montón de nuevas propuestas, siempre relacionadas con las matemáticas.
–El título del libro tiene significancias muy fuertes en la Argentina, pero usted dice que la idea fue de un amigo norteamericano.
–Así es. Estábamos en el auto con un amigo mío que se llama Gary Crotts. Él no es matemático, no tiene ninguna formación de este tipo, pero yo lo uso a él, como a otras personas amigas, como beta testers. Y desde hace tiempo él también empezó a convencerse de que había áreas de la ciencia que le generan curiosidad. Aquel día, en un momento determinado, me dijo: “Me parece que esto que hacés es como si fuera matemáticas para todos". Lo dijo en inglés: “Maths for every one” o “for everybody”. Lo escuché y le dije: “Me acabás de dar el título”. Él también me había inspirado el título de mi primer libro. Creo que le corresponde ciertos royalties por eso…
–¿Cómo surgió que su nuevo libro aparezca en forma gratuita en las nuevas netbooks del programa Conectar Igualdad?
–Desde que yo publicaba en la editorial Siglo XXI, con Carlos Díaz, acordé que mis libros se pudieran bajar gratuitamente desde internet. Yo quiero reconocerle eso porque fue un pionero: él aceptó en ese momento aunque dudó, no entendía bien lo que yo le estaba proponiendo. Pero me dio el OK, y el libro se pudo bajar gratuitamente desde la página de la editorial y desde la de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, en el Departamento de Matemáticas. Utilicé ese mecanismo en todos mis libros, más allá de los cambios de editorial. Lo de Conectar Igualdad lo siento como una caricia en el corazón y tiene que ver con mi ideología: el conocimiento es de todos y no puede depender del poder adquisitivo de una persona.
–Por estos días hay mucha expectativa por la aplicación definitiva de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. ¿Qué opinión tiene al respecto?
–A mí me cuesta comprender que haya un grupo de personas que decidan que van a estar por fuera de la ley. Vivimos con reglas democráticas. Existe el Congreso, la Cámara de Diputados, la de Senadores: todos ellos votaron una ley. Incluso esta normativa tuvo un debate previo muy extenso y federal, lo que le da una legitimidad extra. Entonces, guste o no guste, la ley hay que acatarla. Todos deben hacerlo. Ni el Grupo Clarín ni nadie pueden incumplir la ley. Es como si yo dijera “bueno, a partir de ahora no acepto más el semáforo en rojo”, o para ser mucho más dramático: “A partir de ahora voy a tener licencia para matar porque no estoy de acuerdo con la ley que dice que asesinar es un delito”. Yo sé que suena exagerado, pero es una forma de entenderlo más gráficamente.
–¿Le sorprende la actitud del Grupo Clarín?
–No, no me sorprende. Proyectos monopólicos han existido siempre y no sólo en la Argentina. El Grupo Clarín es un emergente, encabeza la contracara de todo lo que significa una sociedad igualitaria. No olvidemos que todas las dictaduras militares tuvieron un apoyo dentro de las estructuras económicas y si no lo hubieran tenido no habrían podido triunfar. Hoy no hay golpes, pero sí grandes presiones de grupos concentrados. En muchos países se dictaron leyes antimonopólicas y las grandes empresas debieron aceptarlas. Después, en todo caso, tienen todo el derecho de proponer otra ley y buscar diputados y senadores dispuestos a votarla.
–¿Cómo vivió el cacerolazo del 8 de noviembre?
–Yo lo celebro. Me parece una fiesta de la democracia. En general, me da la sensación de que son grupos de personas que nunca tomaron el espacio público como una oportunidad para manifestar sus opiniones. Entonces, está muy bien. Ha sido una manifestación muy importante y no puede ser desatendida. Ahora, lo interesante será, aunque yo no soy quién para darle consejos a nadie, que esa gente logre unirse bajo consignas claras y constructivas que sirvan para pensar el modelo de país que quieren. Y después que formen un partido político o busquen quién los puede representar mejor.
–Usted repetidamente dio muestras de adhesión al gobierno nacional. ¿Qué hechos lo sedujeron más?
–Podría mencionar la generación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, la Asignación Universal por Hijo, el trato que se da a la gente de la tercera edad, la disolución de las AFJP, la recuperación de YPF… La lista podría ser mucho más larga. Pero ante todo me identifico con una sensibilidad que tiene que ver con mirar a los que les falta, tratar de atender las necesidades de aquellos que son más desposeídos. Por supuesto que surgen un montón de problemas en el camino, hay desprolijidades, pero también hay que reconocer que transformar la Argentina es muy difícil: no se puede esperar que llegue un grupo de japoneses o de finlandeses y solucionen todo de la noche a la mañana. Apoyé a Néstor y estoy con Cristina. Con ellos viví y vivo una Argentina que pensé que no podría ver. Pero de ninguna manera Daniel Scioli podría ser el heredero. Con Scioli el proyecto estaría en un serio peligro.
–La región también vive un momento único.
–Es lo que yo percibo. Uruguay, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela… Más allá de gustos personales, después de décadas, todos son cada vez más independientes. Falta mucho por hacer, pero los pueblos son día a día más escuchados.
–¿El triunfo de Barack Obama fue un alivio?
–Decididamente. Fue muy positivo porque una victoria de Mitt Romney hubiera tenido un impacto muy negativo para EE.UU. Un poco en broma y otro tanto en serio, con algunos amigos siempre decimos que en las elecciones de EE.UU. tendría que votar todo el planeta porque, en definitiva, su política externa nos alcanza a todos. Así que, más allá del humor y las paradojas, yo celebro que sea Obama el presidente de los Estados Unidos.
Fuente: Miradas al Sur

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