miércoles, 30 de octubre de 2013

El mejor festejo: Cuatro años después la ley está completa

 
 En un fallo largamente esperado, la Corte avaló la ley de medios y rechazó los planteos presentados por el Grupo Clarín. Sostuvo que los derechos de la empresa no están afectados y que, si sufre una pérdida económica, puede hacer el reclamo.

Por Irina Hauser
En una de las decisiones más trascendentes y esperadas de la historia judicial de los últimos treinta años, la Corte Suprema declaró constitucional la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ldsca) y defendió su esencia antimonopólica como camino para “el fortalecimiento de la libertad de expresión y del derecho a la información de todos los individuos”. Así, no sólo le señaló al Grupo Clarín que esos derechos por los que reclamaba no se encuentran afectados, sino que cuenta con la vigencia de una norma (que reconoce como amplia y largamente debatida) que es capaz de garantizarlos plenamente. “No se ha acreditado que el régimen de licencias ponga en riesgo su sustentabilidad económica”, afirma la sentencia. A la vez, reconoce al Estado la facultad de regular el mercado de medios donde –postula– no hay derechos adquiridos sobre las licencias, lo que no quita que si una empresa prueba en el futuro que sufrió un daño patrimonial producto de su adecuación al nuevo esquema pueda reclamar un resarcimiento. Según el fallo, el plazo de desinversión de un año está cumplido, por lo que el multimedios deberá acatarlo.
Cuatro de los siete jueces de la Corte fallaron a favor de la validez constitucional de toda la ley. Ellos son el presidente, Ricardo Lorenzetti; la vice, Elena Highton de Nolasco, Raúl Zaffaroni y Enrique Petracchi. Este grupo puso el foco en que los límites a “la cantidad de licencias y registros” permite garantizar el objetivo de “regular el mercado de medios audiovisuales para promover la diversidad y la pluralidad de voces y evitar que se consoliden prestadores en posiciones dominantes que distorsionen el mercado”. Otros dos jueces, Juan Carlos Maqueda y Carmen Argibay, avalaron la restricción al número de licencias, pero consideraron que una vez concedidas conllevan un derecho adquirido hasta su vencimiento. Ese fue un nudo del debate interno. Para Carlos Fayt, toda la ley es inconstitucional.
Así, la mayoría de cuatro respaldó los cuatro artículos que el Grupo Clarín cuestionaba: el 41 es el que ata la transferencia de licencias a la autorización estatal; el 45 limita las licencias de televisión y radio; el 48 establece que la explotación de una licencia no implica un derecho adquirido; el 161 fija el plazo de desinversión de un año. Argibay y Maqueda declaran la inconstitucionalidad del 48. La jueza además cuestionó la obligación de desinvertir en un año y reclamó flexibilidad. Cuando se inicie la aplicación efectiva, surgirán nuevos pleitos, sea por el plan de desinversión o por el supuesto daño patrimonial. Clarín ya anunció también la opción de recurrir a tribunales internacionales.

Un largo camino

Desde 2009, la Corte intervino cuatro veces en el caso y siempre convalidó, aunque con acotaciones, la continuidad de la medida cautelar que eximió a Clarín de desinvertir. Desde principios de año, y ya enseguida después de que la Cámara en lo Civil y Comercial declaró la inconstitucionalidad de los puntos antimonopólicos de la ley, todo parecía indicar que había cuatro votos a favor de la constitucionalidad en la Corte, aunque el de Petracchi estaba rodeado de misterio. Después se vino encima el proceso electoral. La minoría suprema más contraria a la Ldsca, con respaldo de Lorenzetti, apostó a posponer el fallo bajo la suposición de que incidiría en las elecciones. Hace quince días, Petracchi entregó su voto. Fue el primero, y se quejó al presidente: “Doctor, esto hay que sacarlo”. Los supremos discutieron y, al final, ese día pactaron que firmarían la sentencia en el acuerdo posterior a las elecciones. Se tejieron teorías de todo tipo y versiones que hablaban de una decisión salomónica. Pero el fallo es contundente y, por su cariz y contenido, podría leerse como un refuerzo a la gobernabilidad.
Lorenzetti y Highton fueron los únicos que hicieron un voto conjunto, que encabeza la sentencia, cuyos términos comparte el resto de la mayoría. Regular el régimen de licencias, dicen, es una facultad del Congreso. La libertad de expresión, remarcan, es de gran entidad. Dice el fallo mayoritario: “Los medios de comunicación tienen un rol relevante en la formación del discurso público, motivo por el cual el interés del Estado en la regulación resulta incuestionable”. Y agrega, citando la Declaración sobre Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana, que “tienen un innegable poder en la formación cultural, política, religiosa, de todos los habitantes. Si estos medios son controlados por un reducido número de individuos, o bien por sólo uno, se está, de hecho, creando una sociedad en donde un reducido número de personas ejercen el control sobre la información y, directa o indirectamente, la opinión que recibe el resto de las personas. Esta carencia de pluralidad en la información es un serio obstáculo para el funcionamiento de la democracia...”
Para promover la libertad de expresión, dice la Corte, el Estado puede sancionar normas que “organicen y distribuyan de manera equitativa el acceso de los ciudadanos a los medios masivos”. La Ldsca, según el tribunal, establece reglas que no están dirigidas a afectar a nadie en particular, sino que pone límites para todos los titulares de licencias por igual. Evalúa que Clarín no demostró que estuviera afectada la libertad de expresión ni “en riesgo su sustentabilidad económica”. Los límites a la concentración de licencias tampoco le impiden “alcanzar una dimensión de significativa importancia en el mercado audiovisual”.
Con una vuelta de tuerca el voto de Petracchi acota que es inadmisible decir que “sólo una economía de escala como la que posee actualmente” Clarín le garantiza “la independencia suficiente como para constituir una voz crítica, que no esté condicionada a la concesión de subsidios estatales o a la pauta oficial”. Hay muchos medios pequeños o medianos, dice, que la tienen y, al revés, grandes conglomerados de medios que pueden ser condescendientes con el gobierno de turno. El voto mayoritario asegura que el espíritu de la Ldsca es coherente con el derecho de los consumidores a la información y con la defensa de la competencia.

Punto por punto

La mayoría suprema justifica “las restricciones al derecho de propiedad” del Grupo Clarín, que “no ponen en riesgo su sustentabilidad y sólo se traducen en eventuales pérdidas de rentabilidad”. Lo explican así:
- Por empezar, el fallo dice que acotar el número de licencias de radio y televisión permite “la participación de un mayor número de voces” y “mayor diversidad de opiniones”. Luego precisa que “la limitación del 35 por ciento de abonados aparece justificada ya que cualquier operador podría prestar el servicio a más de un tercio del mercado” y a su vez “el límite de 24 licencias (de cable), en tanto permite alcanzar un porcentaje del mercado similar (32,7 por ciento), tampoco se muestra irrazonable.
- Está justificada la restricción a diez licencias de radio. El espectro radioeléctrico es finito y admite mayor regulación.
- Define como “coherente” impedir acumular una licencia de cable y una de televisión abierta en una misma área.
- La ley de medios no implica un caso de “expropiación ni de revocación actos administrativos”, sino un “sistema de desinversión”. Clarín alegaba que no se le podía aplicar sobre licencias otorgadas o prorrogadas, como sucedió con el decreto 577, que estableció en algunos casos el vencimiento en 2017. Según los jueces las relaciones jurídicas son modificables.
- Aunque los jueces encontraron confuso el artículo 48, dijeron que “el titular de una licencia no tiene un derecho adquirido al mantenimiento de dicha titularidad frente a normas generales de desmonopolización o defensa de la competencia, que modifiquen el régimen”. Eso no impide –aclaran– que “quien considerase afectado su derecho de propiedad pudiera reclamar daños y perjuicios”. El modo de protección posible es la indemnización.
- La Corte avala que las licencias son intransferibles, aunque prevé como excepción que el Estado puede autorizarla si pasaron cinco años desde su adjudicación y es necesario para la continuidad del servicio.
- Señala que tampoco hay razones para declarar inconstitucional el artículo 161, que estableció el plazo de un año para desinvertir, y aclara que ese vencimiento se produjo el 28 de diciembre de 2011 y, pasados casi dos años, “resulta plenamente aplicable a la actora”, o sea Clarín.

La dimensión cultural

El voto de Zaffaroni remite en sus argumentos centrales a favor de la constitucionalidad de la ley a los de Petracchi, pero agrega a todo el análisis una dimensión más, la cultural. “Ningún Estado responsable puede permitir que la configuración cultural de su pueblo quede en manos de monopolios oligopolios”, dice, después de explicar que “los medios audiovisuales tiene una incidencia decisiva en nuestros comportamientos, en los miedos, en los prejuicios, en toda la vida de relación de los humanos”, hasta “determinan los propios proyectos existenciales de la población”. “La homogenización de nuestra cultura a través de la monopolización de los medios audiovisuales sería la destrucción de nuestro pluralismo, como lo es cualquier uniformización, por definición antípoda de la igualdad republicana y democrática.”
“Por ende –avanza Zaffaroni– no se discute” en este caso “una cuestión meramente patrimonial, dado que el derecho de propiedad queda a salvo en caso de probarse daños emergentes de actos ilícitos del Estado; tampoco se agota la discusión en torno de los derechos de información ni de expresión que, por otra parte, no están lesionados por esta ley. Lo que en el fondo se discute –apelando a tesis descartadas hace más de un siglo en su país de origen– es si se deja o no la configuración de nuestra cultura librada a la concentración de medios en el mercado. Jurídicamente, permitirlo sería una omisión inconstitucional, porque lesionaría nuestro derecho a una identidad cultural”.

jueves, 24 de octubre de 2013

César Marcos, el peronismo resistente



 
Por Juan Godoy*

          El 16 de junio de 1955 la barbarie oligárquica se hacía presente nuevamente, esta vez haciendo “llover” bombas sobre la población civil en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, dejando casi 400 muertos. Dos meses después se daba el golpe de estado, dejando inconclusa la Revolución Nacional. El nacionalismo católico, como en 1930, esta vez a cargo de Lonardi con su “ni vencedores, ni vencidos” dura poco, el 13 de noviembre del mismo año el liberalismo conservador probritánico encarnado en Aramburu y Rojas lo desplaza, y se hace del gobierno. El Contra-almirante Rial, en septiembre, mientras dirigentes de la CGT esperaban entrevistarse con el entonces Presidente de facto Lonardi, dejaba en claro el objetivo del golpe, recuerda Miguel Gazzera que les dijo “sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero, muera barrendero”[1].
          Pero los millones trabajadores peronistas no iban a dejar que la oligarquía se “la lleve de arriba”, entonces se lanzan rápidamente a la Resistencia Peronista. Esa resistencia heroica que no se amedrenta con la represión, la tortura, ni con el Decreto 4161[2], ni aún con los fusilamientos. Esa resistencia que, en palabras de un militante del peronismo revolucionario, “El Cacho” Envar El Kadri era “la de los que escondían los bustos de Perón y Evita, lucían el nomeolvides en la solapa, escribían panfletos a máquina y con carbónicos, y con tizones dibujaban el “Perón Vuelve” en las paredes; ayudaban solidariamente a las familias de los miles de presos, víctimas de las Comisiones Investigadoras; conspiraban con suboficiales y oficiales para dar un golpe. La de los trabajadores que defendían sus conquistas; la de los muchachos que ponían rudimentarios caños llevando el terror a las guaridas gorilas”[3].
César Marcos había nacido a principios de siglo, el 3 de septiembre de 1907, mientras la oligarquía porteña se preparaba para los festejos del Centenario como Granja de Su Majestad el Reino Unido, y el yrigoyenismo se encontraba conspirando y conformando lo que sería el primer movimiento nacional de nuestro país. De muy pequeño había adquirido, por consejo de su madre, el hábito de la lectura, de modo que a los 12 años leía a Marx en el tranvía. Lector voraz, con educación formal primaria, será autodidacta. Trabaja desde joven haciendo changas en el Mercado Dorrego. Luego de la conscripción, participa en el Ejército en la compañía de Archivistas, allí comienza a “escribir para otros”. Lleva a ser sub-oficial del Ejército. Interesado por la historia Argentina, asumiendo una posición revisionista, durante la década infame se integra al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manual de Rosas[4]. Años más tarde afirma “la historia es siempre eso: una eterna lucha entre la opresión y la liberación”[5]. Neutralista durante la Segunda Guerra Mundial, trabaja luego del golpe de 1943 como Director General de Espectáculos. Apasionado latinoamericanista, a su hija Mercedes le dice Ñusta (princesa inca)[6].
Por esa época, influencia a la figura de John William Cooke, quien era por entonces (sin “escapar” a la superestructura cultural de colonización pedagógica), anti-rosista, unitario, rupturista, y pro-inglés, bajo la figura de su padre, un radical conservador. Conversa asiduamente con el joven Cooke (Marcos le lleva poco más de 10 años), y “otorga a estas conversaciones una óptica nacional que resulta novedosa para ese John William Cooke atrapado aún por mitos de la escuela y del radicalismo en declinación”.[7] De allí, nacerá una profunda amistad que durará muchos años, y cuando Cooke sea Diputado en el primer gobierno de Juan Perón, éste es asesor del “Bebe”. Más tarde, en 1954 será artífice con Cooke de la Revista De Frente.
          Una vez producido el golpe de estado, Cooke se pone rápidamente en contacto con Perón, “Cooke fue (dice Perón) el único dirigente que se conectó a mí y el único que tomó abiertamente posición de absoluta intransigencia, como creo yo que corresponde al momento que vive nuestro movimiento”[8]. Comienza entonces, apenas producido el golpe, junto con César Marcos y Raúl Lagomarsino, entre otros, a organizar la Resistencia Peronista. Organizan conjuntamente el Comando Nacional Peronista, que buscaba articular la lucha. El “Bebe” Cooke” nombrado por Perón el 2 de noviembre como su representante en la Argentina, y su heredero en caso de muerte, había sido detenido tiempo antes estando “guardado” en la casa del historiador José María Rosa[9]. Cuando Cooke esté preso, quedarán a cargo en la “superficie” Marcos y Lagomarsino.
          César Marcos había sido detenido una semana antes del levantamiento de Valle y Tanco en junio de 1956, junto con otros cinco militantes del Comando Nacional. Sufre estando detenido un simulacro de fusilamiento, e incluso el 11 de junio aparece como “fusilado” en la primera página de La Razón[10]. Sale de la cárcel afines del ’57. Veintisiete fusilados por una Revolución que no tiró ni veintiséis tiros, sostiene Salvador Ferla[11]. Marcos dice al respecto de los fusilamientos, “es igual en Villamayor, en 1856, que cien años después, en 1956, en los basurales de José León Suárez, en los fusilamientos de Lanús y la penitenciaría”[12].
          César Marcos, como decíamos, será uno de los artífices de la Resistencia Peronista. Cuenta Marcos que “en 1955 fue la caída. Entonces el cielo entero se nos vino encima. El mundo que conocíamos, el mundo cotidiano, cambió por completo. La gente, los hechos, el trabajo, las calles, los diarios, el aire, el sol, la vida se dio vuelta. De repente entramos en un mundo de pesadilla en que el peronismo no existía”[13]. Se lanza una consigna que unifica a la resistencia, un reclamo sin “medias tintas” que grita: Perón Vuelve. Asimismo afirma que “tuvimos que entender que una insurrección auténtica no nace en los cuarteles sino en el seno del pueblo. Las revoluciones legítimas no se improvisan ni surgen sin un proceso previo de maduración y de preparación”[14].
          Cuenta Marcos que los golpistas en la feroz represión que lanzan detienen a los dirigentes sindicales de primera e incluso segunda línea[15]. Otros se exilian, algunos “negocian”. Allí surge entonces una “nueva camada” de dirigentes sindicales, que se hacen al calor de la lucha. Por entonces, en el año 1957 Marcos (junto con Lagomarsino), comienza a editar una publicación que llama (¿premonitoriamente?) “El Guerrillero”. En esas páginas se desenvuelve como editorialista, según consta en la investigación de Fernando Monzón (h)[16], bajo el seudónimo de Juan Caracas (Juan por Perón, y Caracas porque el líder se encontraba en esa ciudad). Escribirá allí 17 editoriales entre el ’57 y el ‘58. La publicación es realizada desde las cárceles de Caseros y Magdalena. Desde allí denunciará a la “Revolución Fusiladora”. En uno de esos editoriales dice al respecto de este cambio de dirigentes: “nuevos hombres, nuevas fuerzas, son las que han asumido, en calidad y en profundidad, los comandos efectivos de la conducción (…) hemos sido espectadores, de primera fila, de una crisis total de la antigua dirección (…) pero de la misma entraña del pueblo, de las filas del Movimiento, fueron surgiendo nuevos dirigentes”[17].
          Marcos no solía escribir, o mejor dicho no solía firmar los escritos que, en general, escribía para otros. Ha escrito hasta libros enteros para otros. Desde 1943 hasta que muere en el ’87, recibe en su casa a quien quiera conversar con él, “era cultor de una relación que podría definirse como socrática. Escuchaba atentamente, y respondía con respeto”[18].  En otro editorial de “El Guerrillero” grita “¡a la lucha! Hambre, cárcel y tumbas ofrece el Gobierno al pueblo trabajador”.[19] En el Nº 4 afirma la lealtad al líder exiliado, e identifica al enemigo sosteniendo que “el movimiento (peronista) no es una estancia, ni tiene patrones. Tiene sí, un jefe (…) Un movimiento como el nuestro se define precisamente por su intransigencia frente a los sistemas internos y externos, que deben ser destruidos”.[20]
Al siguiente editorial profundiza el análisis estableciendo:“es el enfrentamiento de fuerzas políticas perimidas contra fuerzas históricas en ascenso (…) De un lado, el frío mecanismo de una política entreguista y cipaya, antinacional y antipopular. Del otro, la concepción y la práctica histórica, el fervor telúrico que se sinteriza en la soberanía política, la independencia económica y la justicia social”.[21] El de Marcos y “El Guerrillero” es un peronismo intransigente, que se aleja de los pactos, y no ve otra salida que la vuelta sin condicionamientos de Perón a nuestro país, afirma en un editorial: “Dijo Perón: “el pueblo no puede ser vencido”. Los que quieren seguir que sigan… La lucha entre el pueblo y la oligarquía sólo puede resolverse por la insurrección”,[22] “¡Perón sí Otros no![23]
Observamos como César Marcos, por un lado ejerce su militancia en la conspiración, en el armado de los núcleos de la Resistencia, en el enfrentamiento directo con la canalla dictatorial; y por otro, al mismo tiempo, se dedica a reflexionar, hablar con los compañeros, seguir formándose, y a escribir como parte de esa lucha. En los años 70’s Marcos, desde la Unidad Básica John W. Cooke abre espacios de discusiones con los sectores de La Tendencia, con los cuales encuentra proximidad. Si bien es crítico del gobierno de Isabel Perón, sostiene la idea que hay que evitar el golpe.[24] Un compañero anota que “en la Resistencia (Marcos) fue una especie de guardián de la doctrina (otro afirma que) todo aquel que pensara en una organización revolucionaria dentro del peronismo iba a ver al viejo”[25]
                     César Marcos fue uno de los principales actores de la Resistencia Peronista, esa acerca de la cual él mismo realizó esta certera reflexión: “después de Caseros pasaron más de ochenta años de escamoteo histórico, de falseamiento de la verdad nacional, de ignorancia premeditada de la época de Rosas el Grande. (…) NOSOTROS, LOS PERONISTAS DE LA PRIMERA RESISTENCIA, EVITAMOS LA REPETICIÓN DE CASEROS. Sin permitir que se apagara, mantuvimos encendida la llama sagrada de Perón. Y esa llama fue la que, al final, floreció en la gran hoguera del 25 de mayo de 1973[26].
           












* El autor es Sociólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
juanestebangodoy@hotmail.com


[1] Galasso, Norberto. (2011). Historia Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Tomo II. Buenos Aires: Colihue, página 354.
[2] El mismo (firmado por Aramburu), prohibía, entre otras cosas, nombrar a Perón, a Eva Perón, las expresiones como peronismo, peronista, justicialismo, tercera posición, la abreviatura P.P., la marcha peronista, Evita capitana, etc. Como si la memoria del pueblo peronista pudiese borrarse por un decreto. El mismo es reproducido íntegro en Baschetti, Roberto. (2012). Documentos de la Resistencia Peronista. 1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana, pp. 80-82.
[3] El Kadri, Envar. Prólogo a ibídem, página 18.
[4] Galasso, Norberto. César Marcos. En Galasso, Norberto. (Comp.). (2005). Los malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.
[5] Marcos, César. La cosa fue así. En Revista Peronismo y Liberación (Dir. Juan José Hernández Arregui). Nº1, agosto de 1974, página 24. Este escrito es reproducido en Baschetti, Roberto. (2012). Documentos de la Resistencia Peronista. 1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana, pp. 61-66.
[6] Baschetti, Roberto. César Francisco Marcos. En Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Disponible en http://www.robertobaschetti.com/biografia/m/52.html
[7] Galasso, Norberto. (2004). Cooke, de Perón al Che. Una biografía política. Buenos Aires: Ed. Nuevos Tiempos, página 14.
[8] Carta de Juan Perón al Compañero Pecari (Leloir). Caracas, 10 de marzo de 1957. Cooke, John William. (2008). Obras Completas. Correspondencia Perón-Cooke. Tomo II. Buenos Aires: Colihue, página 60.
[9] Recalde, Aritz. (2009). El pensamiento de John William Cooke en las cartas a Perón. 1956-1966. Buenos Aires: Ed. Nuevos Tiempos.
[10] Pastoriza, Lila. César Marcos. El atizador de Fuegos. En Revista Crisis Nº 59, abril de 1988.
[11] Ferla, Salvador. (2008). Mártires y verdugos. La insurrección de Valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
[12]  Marcos, César. (1974). Op. Cit., página 24. Recordemos que la masacre de Villamayor se produce unos años más tarde que Buenos Aires, con tal de no repartir la renta de la aduana, se segregara del resto de la Confederación el 11 de septiembre de 1852. Así, en 1856 las fuerzas de la Confederación pretenden reincorporar a la provincia díscola y prepotente al resto del país, fracasan, y se produce la represión: el fusilamiento de 115 combatientes por orden de Mitre, Obligado, Alsina y De la Riestra. Galasso, Norberto. (2011). Historia Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Tomo I. Buenos Aires: Colihue.
[13] Marcos, César. Op. Cit., página 23.
[14] Marcos, César. Op. Cit., página 23.
[15] Recordemos que por ejemplo la CGT es intervenida por la Marina, el interventor es Alberto Patrón Laplacette, se inhabilitan a 150 mil delegados de fábricas, los cuales tampoco podrán ser elegidos en futuras elecciones. Ramos, Jorge Abelardo. (1983). La era del peronismo. 1946-1976.  Buenos Aires: Mar Dulce.
[16] Monzón, Fernando (h). (2012). El peronismo del silencio. Con los escritos ocultos de César Marcos. Buenos Aires: Corregidor. En el mismo libro se recopilan los escritos de César Marcos en El Guerrillero.
[17] Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 2, 3/10/1957. Reproducido en Ibídem, páginas 58-59.
[18] Ibídem, página 39-40.
[19]  Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 3, 17/10/1957. Reproducido en Ibídem, página 66.
[20] Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 4, 1/11/1957. Reproducido en Ibídem, página 74 y 77.

[21] Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 5, 15/11/1957. Reproducido en Ibídem, página 82.
[22] Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 14,6/2/1958. Reproducido en Ibídem, página 143.
[23] Marcos, César (bajo el seudónimo Juan Caracas). El Guerrillero, Nº 14,6/2/1958. Reproducido en Ibídem, página 153.
[24] Pastoriza, Lila. Op. Cit.
[25] Testimonios citados en ibídem.
[26] Marcos, César. (1974). Op. Cit., página 25.



Bibliografía citada
Baschetti, Roberto. (2012). Documentos de la Resistencia Peronista. 1955-1970. Volumen 1. Buenos Aires: ediciones De la Campana
Baschetti, Roberto. César Francisco Marcos. En Militantes del peronismo revolucionario uno por uno. Disponible en http://www.robertobaschetti.com/biografia/m/52.html

Cooke, John William. (2008). Obras Completas. Correspondencia Perón-Cooke. Tomo II. Buenos Aires: Colihue.

Ferla, Salvador. (2008). Mártires y verdugos. La insurrección de Valle y los 27 fusilamientos. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).

Galasso, Norberto. (2004). Cooke, de Perón al Che. Una biografía política. Buenos Aires: Ed. Nuevos Tiempos.
Galasso, Norberto. (2011). Historia Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Dos volúmenes. Buenos Aires: Colihue
Galasso, Norberto. (Comp.). (2005). Los malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos. Buenos Aires: Ediciones Madres de Plaza de Mayo.

Marcos, César. La cosa fue así. En Revista Peronismo y Liberación (Dir. Juan José Hernández Arregui). Nº1, agosto de 1974
Monzón, Fernando (h). (2012). El peronismo del silencio. Con los escritos ocultos de César Marcos. Buenos Aires: Corregidor.
Pastoriza, Lila. César Marcos. El atizador de Fuegos. En Revista Crisis Nº 59, abril de 1988.

Ramos, Jorge Abelardo. (1983). La era del peronismo. 1946-1976.  Buenos Aires: Mar Dulce.

Recalde, Aritz. (2009). El pensamiento de John William Cooke en las cartas a Perón. 1956-1966. Buenos Aires: Ed. Nuevos Tiempos.

lunes, 21 de octubre de 2013

El artista que le gusta a las clases medias medio progres

Con Menem era más fácil. Todos éramos piolas, transgresores y progresistas. La política no nos interesaba porque el "Felices pascuas" la había sepultado y ahora, a las clases medias medio progres, lo único que les  interesaba era reírse del turco y de la tele. Si hasta se exhibía con orgullo el carnet del pelotudo argentino que le compraban a  Lanata. Es que se puede vivir sin muchas cosas pero no sin representación. Saldrá de la política o la tele, pero siempre alguien te representará aunque incluso creas que eso no está sucediendo. Así como siempre hacés política, aunque lo ignores, siempre alguien te representa. El problema en todo caso es la calidad de esa representación. Si te representa un actor o un periodista estás medio hasta las manos, en una fase lindante al subdesarrollo, algo que por cierto le facilita notoriamente las cosas al gobierno de turno: nada más fácil de controlar que un país donde una parte importante de su clase media sólo se representa en la tele.
En ese mundo donde todos éramos opositores resulta que desde la señora Ruíz Guiñazú  hasta Román Lejman eran progresistas; en ese país hasta Marcelo Longobardi se daba el lujo de pasar música clásica en la primera mañana de Radio América para demostrar su cultura; en ese país Luisito Majul fungía de rebelde que cada mañana embestía contra la madurez del "Bebo" Granados y Carolina Perín en Radio Continental.
En ese país estaba bien claro dónde estaba el mal, el problema es que desconocíamos el paradero del bien, algo que tampoco importaba demasiado. Muchos ya habían renunciado a su búsqueda.
Era un tiempo donde todos estábamos a la izquierda del turco y nadie nos obligaba a discutir entre nosotros ni a pensar en qué país nos gustaría construir. 
Hasta que vino el tiempo de la Alianza y ese mito de que sin corrupción el  neoliberalismo podría ser útil para inventar un futuro sin hambre y desempleo. Los jueves a las 22, en Hora Clave, por Canal 9, el Frepaso comunicaba sus ideas y así anduvimos hasta que diciembre de 2001 se llevó todo lo malo y ahí marchamos, presurosos, a las asambleas a ver si alguien conocía el paradero de lo bueno. Resulta que un día estábamos en pelotas, sin un Menem para putear y obligados a manejarnos solitos. Si hasta estremece la candidez del "Que se vayan todos" (justo en este 2013 donde todos los que no se fueron ahora aparecen como infantería de "lo nuevo") Y a esos  yuppies que cuando nosotros resistíamos al menemismo intentaban contenernos con visiones posmo de la vida, nos los encontramos en las esquinas o en las asambleas en aquel verano del 2002 donde por primera vez divisamos a viejos reaccionarias de mierda preocupados por los piqueteros. De un día para otro todos queríamos "un país mejor" porque ahora se habían llevado presa a la guita y eso nos igualaba.
Cuando ya no hubo un Menem para echarle la culpa tuvimos que empezar a mirarnos entre nosotros y fuimos descubriendo que no éramos tan parecidos ni que estábamos tan de acuerdo como creíamos. Poco a poco algunos empezaron a encontrar representación en la política de la mano de Néstor Kirchner pero muchos otros no pudieron salir del paraguas de la tele, con lo que se revela la sobrevivencia de un costado flaco para la lucha por la cosa pública, porque el mundo está lleno de artistas bien intencionados que pueden tener sueños iguales a los nuestros, pero son artistas y lo que se necesita para transformar los sueños en realidad son dirigentes políticos.
Las transformaciones no se hacen sólo con buenas intenciones.
Porque el mundo está repleto de artistas que nos pueden maravillar con su arte pero que nos asustan con sus perfiles ciudadanos. Pero porque también "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa". Porque Celia Cruz murió odiando a Fidel pero eso no me impide disfrutarla como una de las mejores cantantes y soneras que dio Cuba. Porque Santiago Feliú bancó siempre la revolución pero me aburre soberanamente. Porque Piazzolla fue un antiperonista furioso pero su música sigue describiendo mejor que ninguna a la ciudad de Buenos Aires.
La confusión está en no separar al artista del ciudadano ¿O voy a dejar de cagarme de risa con el gordo Porcel por sus ideas reaccionarias? ¿O estoy obligado a que me gusten las canciones de Copani porque esté del mismo lado del mostrador político que yo?
Una de las tareas pendientes de muchos argentinos es dejar de representarse en figuras de los medios y las artes. Porque puede haber artistas que tengan sueños que a muchos nos gusten, pero los sueños hay que llevarlos a la práctica y ahí es donde se empieza a complicar. Porque independientemente de que Pino Solanas nos guste mucho o poco, estaría bueno entender que su prestación como dirigente político es magra pues hace 30 años que está en el candelero y no sólo no tiene un partido legalizado sino que sigue en la faz meramente denunciativa sin incidir en la realidad, que de eso se trata la política, al fin y al cabo.
El artista que nos gusta es el artista que nos gusta, no un dirigente político que nos conducirá por los vericuetos del poder en pos de la obtención de nuestros anhelos políticos e ideológicos. El artista que nos gusta nos dice que quiere que no haya pobres pero no tiene la más mínima idea de qué hay que hacer en la realidad concreta para erradicar la pobreza.
Las transformaciones, valga reiterarlo, no se hacen sólo con buenas intenciones.

lunes, 7 de octubre de 2013

Espiar y controlar: ¿poder real o ilusorio?

Un artículo del New York Times revela que Estados Unidos, junto a empresas privadas de inteligencia, creó un sistema on line de gestión del comportamiento de personas para espiar y controlar a través de las redes sociales. Las nuevas formas de espionaje no dejan de ser versiones actualizadas de control, ya experimentadas por nuestros países durante las dictaduras militares y la Guerra Fría.



El periódico estadunidense The New York Times publicó recientemente un artículo -"La verdadera guerra contra la realidad"-donde revela que el Ejército de Estados Unidos, junto con empresas privadas de inteligencia, “han creado un sistema de gestión del comportamiento "on-line" de las personas,”en lo que llaman su lucha contra ideologías extremistas y la propaganda antiestadounidense" y analiza que de esta manera se manipulan redes sociales.

El programa fue desarrollado por solicitud expresa de la Fuerza Aérea estadounidense, con varios objetivos, entre ellos “fabricar la realidad” y bien puede decirse vender esa realidad falsificada para controlar redes sociales y a las sociedades en general, a través de los medios de información masivos que participan de estas operaciones y engranajes esenciales en la llamada “guerra psicológica”.

Tal como está diseñado este programa “permite controlar múltiples identidades en línea (denominadas 'títeres') para realizar comentarios en espacios de comunicación social, crear falsos consensos sobre determinados temas, arrinconar las opiniones no deseadas por el Gobierno de la Casa Blanca y sofocar comentarios e informes que no se correspondan con sus objetivos estratégicos”.
"#n la red de espionaje cibernético estamos todos unos más vigilados que otros por supuesto."

Un analista británico advierte que “gran parte de la labor de inteligencia que realiza Estados Unidos” está en manos de empresas privadas que "no solo ocultan sino que fabrican la realidad" a través de un tipo de software que "manipula los medios de comunicación social".

Para el analista Anthony Gucciardi, citado por The New York Times, el objetivo de esta "guerra cibernética" no es "mejorar la reputación internacional" del Ejército de Estados Unidos -como sugieren los comandantes militares de ese país- sino promover "el desarrollo de una importante red de ordenadores que hacen circular constantemente mensajes específicamente escritos para ser publicados en las redes sociales y las páginas de comentarios de noticias", que en realidad están dirigidos a engañar a las sociedades y “manejar” las redes sociales.

La inteligencia militar sostiene que esto se hace "en nombre de la seguridad" estadounidense por supuesto.

Para quienes hemos sufrido en carne propia los diseños, programas, operaciones, golpes, intervenciones, asesinatos masivos, desapariciones forzadas bajo dictaduras militares instaladas en nombre de la Doctrina de Seguridad Nacional (de USA), en los tiempos “calientes” de la “guerra fría”, la situación nos remite de inmediato al pasado. Y el nivel de los recursos de espionaje nos hace sentir como sociedades ilegal y rigurosamente vigiladas.

Porque en la red de espionaje cibernético estamos todos unos más vigilados que otros por supuesto. También cita el periódico (TNYT) al psicólogo estadounidense Peter Ludlow, "se trata de un método eficaz para engañar a una población generando una falsa realidad, en lugar de imponer su voluntad ( la de los mentores del espionaje) por la fuerza".

Es decir, ir “tomándose” día a día una sociedad determinada para controlarla, mediante la utilización de esta verdadera guerra encubierta empleando lo que se menciona como una "Psyops" (operaciones psicológicas), como parte de la estrategia militar estadounidense, en la misma línea de las acciones desestabilizadores, que bien llaman los venezolanos “golpe contínuo”.

En este caso, el efecto del “golpe continuo” necesita de la consabida “falsificación de la realidad” y una de sus más avanzadas armas para hacerlo son los medios de comunicación masivos bajo el mando del poder hegemónico (más del 90 por ciento en el mundo) que participan en estas guerras con total impunidad.

Por esto mismo Adolf Hitler logró paralizar, dominar y hacer cómplice de sus crímenes a una buena parte del pueblo alemán, y Joseph Gobbels, su hombre clave, es hoy imitado y superado por los nuevos sembradores del fascismo del siglo XXI, que están entre nosotros.

A la mentira se le llama “libertad de expresión”; a la desacreditación, destinada a falsificar la realidad cotidiana, la vida, la historia de los países, la cultura de los pueblos, socavando identidades y valores logrados por la humanidad a través de los tiempos, se le llama expresión “independiente” de la prensa libre. A la libertad de empresa se la impone como “libertad de prensa”.

Y los analistas del NYT mencionan la similitud del programa de espionaje e implantación de una realidad falsa con lo que contiene el 'Manual de capacitación para la guerra no convencional" de los militares de EE.UU, con las "operaciones planificadas para transmitir información e indicadores seleccionados al público extranjero (nosotros) con el fin de influir en sus emociones, motivos, razonamiento objetivo y, en última instancia, en el comportamiento de gobiernos extranjeros (nuestros), organizaciones y grupos, mediante las llamadas operaciones psicológicas”.

Espiar es poder

¿Por qué esta vigilancia global nos afecta a todos? Porque “espiar es poder. Con el pretexto de la guerra contra el terrorismo hemos caído en el terror total”, sostiene Luis Britto García, el reconocido escritor, narrador, ensayista y dramaturgo venezolano, autor de más de 60 títulos y distinguido con  numerosos reconocimientos internacionales.

Britto García recuerda que “desde el siglo XIX, todas las legislaciones garantizan la inviolabilidad de la correspondencia”. En tanto, actualmente, gobiernos y empresas “no solo se atribuyen el derecho de conocer el contenido de los mensajes que cursan o interceptan: también el de utilizar, publicar y registrar los datos obtenidos. Facebook y otras redes sociales pretenden tener la propiedad intelectual de cuanto circula por ellas. Es como si las compañías transportistas se declararan dueñas de toda la mercancía que mueven. En su carrera por confiscar los medios de producción, el capitalismo confisca la información”, argumenta el ensayista.
"Y si espiar da un poder irracional y mafioso, agregaríamos nosotros,  impedir este accionar es no solo recuperar soberanía, derechos,dignidad, sino nada más y nada menos que la libertad."

Lamenta que ese control no se aplique a la solución de graves problemas que afectan al mundo, como “el crimen organizado, el mercadeo de productos dañinos para la salud, el tráfico de armas, la corrupción política, los delitos bancarios, la evasión tributaria, el tráfico de personas, la explotación laboral, el lavado de capitales, los paraísos fiscales, el monopolio de los alimentos, los falsos pretextos para las guerras -como la imaginaria construcción de armas de destrucción masiva  y otras-. Si tales lacras persisten, es porque el espionaje no las impide: las posibilita y asegura su impunidad”.

El espionaje no viola el secreto: lo crea, dice en otro párrafo, donde también analiza cómo, el que espía, queda atrapado en su propio juego. Y así construye fantasiosos mundos inexistentes, lo que lleva inevitablemente al laberinto, cuando no al precipicio. 

Y si espiar da un poder irracional y mafioso, agregaríamos nosotros,  impedir este accionar es no solo recuperar soberanía, derechos,dignidad, sino nada más y nada menos que la libertad, frente a sistemas dominantes y procesos recolonizadores, que amenazan la vida de los pueblos.

¿Tenemos que convertirnos en sociedades clandestinas o librar la batalla que hoy sí puede dar América Latina, como lo han demostrado los recientes acuerdos de defensa conjunta contra el espionaje, entre Brasil y Argentina y los que se discuten por estas horas para una acción conjunta de toda la región? Volvemos a Britto García : “su poder consiste en obligar a ocultarnos. Que se escondan ellos”. 
Fuente: Telam

viernes, 4 de octubre de 2013

Sobre estadísticas propias y ajenas: la experiencia francesa

 


Ahora que está muy de moda el buenazo del Napia , leemos a Mario Rapoport en "Una revisión histórica de la inflación argentina y de sus causas"


El mundo desarrollado se rige por principios diferentes a los que creemos en la Argentina, aunque en muchos casos padece los mismos problemas. La cuestión viene a cuento de varios artículos u opiniones que se publicaron casi simultáneamente con el estallido de la crisis en Francia. En uno de ellos, del prestigioso diario Le Monde, referido a nuestro país, publicado en agosto de 2008, se decía que la manipulación de las cifras de inflación suscitaba la desconfianza de los inversores extranjeros y que ciertos analistas evocaban un posible default en las deudas pendientes, a pesar del crecimiento “a la China” que se había registrado en los últimos años.

La paja se ve mejor en el ojo ajeno. Francia, por mencionar ese país y no otros de igual o mayor nivel de desarrollo en Europa o en el mundo, padece una recesión provocada por el efecto negativo simultáneo de la crisis de las subprime y el aumento de los precios de los alimentos y del petróleo. A lo que se agrega un proceso inflacionario que hace recordar las épocas de estanflación de los años setenta.

En el segundo trimestre de 2008 la actividad económica del país galo comenzó a estancarse o retroceder. Y no sólo se detuvo el crecimiento: también subió la tasa de desempleo por primera vez desde el 2003. La Banca Europea, siempre dura en sus posiciones en defensa del euro (que comenzó a disminuir su cotización con respecto al dólar) se dio cuenta muy tarde que una recesión puede ser peor que la inflación.

Sin embargo, este escenario negativo no se termina aquí. Varios analistas están aún más preocupados porque no confían en las propias estadísticas que brinda un organismo tan respetable como el Institut National de la Statistique et des Études Économiques (INSEE), colega galo de nuestro cuestionado INDEC. Si resulta verdad que esas estadísticas no se corresponden con la realidad en términos no sólo de precios, sino de empleo o de crecimiento, estamos frente a un mal que pareciera tener aires criollos. 

Se plantea incluso la cuestión de que el problema no es reciente sino que tiene ya varios años de existencia (es decir de índices equivocados o truchos), sobreestimando el poder de compra de los franceses. Al igual que aquí, allí se dice que la experiencia que viven los consumidores frente a los estantes de los supermercados es más fiable que las encuestas mensuales del INSEE. Una cuestión que preocupa son los distintos niveles de consumidores, lo que lleva a proponer la confección de índices “personalizados” o, dicho más apropiadamente, por grupos de ingresos.

Algunas consultoras privadas, que también existen, confeccionan en forma separada, índices propios que ponen en tela de juicio los indicadores oficiales. Algo que para nosotros se parece a un déjà vu, para recordar una expresión propiamente francesa.

El caso de las estadísticas de empleo resulta aún más grave, cuando se advirtió que los resultados de la encuesta del 2006 no validaban los discursos gubernamentales con respecto a una baja de la desocupación. Hubo que volver a rehacer todos los cálculos y diferir nueve meses los resultados de la encuesta procediendo a modificaciones metodológicas, en especial sobre la definición de desempleo. Los nuevos cálculos aún reflejaban una mejora en los niveles de ocupación para aquel año, pero la duda sobre los procedimientos empleados quedó pendiente. Lo mismo ocurrió con las previsiones de crecimiento para 2008, que se estima será el 1,6% en lugar del 2 al 2,5% que había calculado el gobierno en la ley de finanzas de 2008 en función de datos del mismo organismo.

Para peor, ese crecimiento correspondería a un efecto de arrastre del 2007 e involucraría sólo el primer trimestre, estimándose un aumento casi nulo del PIB para los tres últimos trimestres. Inflación en alza, devaluación de la moneda, débil crecimiento y, todavía, estadísticas dudosas. Y aún así se desconfía de la Argentina señalando la existencia de un escenario parecido: desaceleración del crecimiento, aumento del riesgo país, proceso inflacionario e indicadores no fiables. La diferencia entre uno y otro país parece ser que uno es normalmente deudor y el otro acreedor y que este último puede cometer los errores del primero teniendo el derecho a crítica.

Volviendo al tema estrictamente estadístico, nadie puede discutir la necesidad de que una información veraz no es sólo útil para analizar el estado de salud de una economía sino también para poder aplicar políticas económicas más adecuadas con el propósito de salir de una crisis o, en una situación favorable, mejorar los índices de crecimiento, los niveles de empleo o el poder de compra de la población.

Pero, en realidad, como señala el gran matemático Oskar Morgenstern, “las estadísticas económicas y sociales se basan con frecuencia en (….) mentiras deliberadas de varios tipos”. Aun los Estados Unidos no están exentos de esta dolencia. Según el mismo autor el presupuesto de algunas agencias gubernamentales, como la CIA, alcanza grandes magnitudes pero está oculto en una multitud de otras cuentas del presupuesto federal, impidiendo conocer así su valor e invalidando la veracidad de esos números. Los índices de precios y rubros básicos han sido también muchas veces cuestionados, como en estos días lo está siendo el cálculo de la tasa de crecimiento del PIB.

Un ejemplo histórico, recuerda Morgenstern, es el del venerable Banco de Inglaterra, que publicó durante años estadísticas deliberadamente erróneas respecto a sus reservas de oro, poniendo parte de ellas bajo el rubro “otros activos”. Esto lo hace concluir: “Si gobiernos respetables falsifican la información con propósitos políticos, si el Banco de Inglaterra miente y oculta o falsifica los datos, entonces ¿cómo puede esperarse que operadores menores en el mundo de las finanzas sean siempre
sinceros?”

Y aquí podemos ver la “ligereza” con que se mueven las famosas calificadoras del “riesgo país. Sus verdaderos dictámenes sobre la salud económica de títulos y acciones gubernamentales han fracasado numerosas veces en el pasado como para ser creíbles. Así exaltaron los títulos o valores de Corea del Sur o México antes de sus dos formidables crisis en 1997 y 1995. ¿Por qué no mentir si los gobiernos mienten, sobre todo cuando estas opiniones están ligadas a especulaciones financieras ocultas detrás del escenario?

La Argentina no es entonces una excepción en el mundo, pero se debe conocer lo que ocurre más allá de sus fronteras. Si esto no disculpa ninguna política gubernamental, nos pone los pies sobre la tierra...
 
 Fuente: ramble tamble