jueves, 31 de enero de 2013

De la abolición de la esclavitud al nuevo régimen de trabajo rural


 El próximo 31 de enero se cumplen doscientos años de la sesión inaugural de la Asamblea General Constituyente. Quizás el aspecto más relevante de este acontecimiento político es la abolición de la esclavitud para todo el territorio cuyo paso inicial fue la declaración de libertad de vientres en nuestro país.
El próximo jueves 31 de enero se cumplen 200 años de la sesión inaugural de la Asamblea General Constituyente. Quizás el aspecto más relevante de este acontecimiento político es la declaración de libertad de vientres en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta fecha incentiva una reflexión profunda en relación con las instituciones (en un sentido amplio del término) que, explícita o implícitamente, toleran y legitiman –en la actualidad– situaciones comparables a la esclavitud. Seguramente, el trabajo agrario es el ámbito más indicado para realizar esta reflexión.
En este sentido, entre las publicaciones académicas especializadas en la temática se ha discutido la pertinencia de utilizar la categoría “trabajo esclavo” para describir numerosas situaciones laborales vinculadas a la actividad agraria y al medio rural. Este debate se relaciona con la visibilidad que asumió la problemática del empleo agrario a partir de la repercusión pública que tuvieron un conjunto de inspecciones realizadas, durante 2011, en establecimientos empresariales de la Región Pampeana. En estas unidades económicas se encontraron situaciones de trabajo, vivienda y salarios tan deplorables que el término de “trabajo esclavo” se volvió una referencia de discusión obligada.
Más allá de los puntos de vista disímiles en relación con la utilización de este concepto, estas investigaciones acuerdan en la descripción de numerosos casos de atropellos a los derechos humanos más básicos, condiciones de precariedad laboral extrema y difundida a lo largo del país y situaciones comparativamente deficientes en relación a las restantes ramas de actividad económica de nuestro país. La condición estacional del empleo, la necesidad de migrar “siguiendo a las cosechas” de trabajadores de algunas regiones, el empleo infantil y adolescente, sistemas coercitivos de reclutamiento de mano de obra y la perdurabilidad de modalidades de pago en especie y con “vales” son algunos de los rasgos y condiciones que explican esta situación.
Siguiendo estos trabajos, resulta imprescindible incorporar al análisis una perspectiva que revise en profundidad la configuración histórica de los procesos que han sustentado la persistencia de estos rasgos, así como aquellos acontecimientos, decisiones, normativas e instituciones que han propiciado mejoras en las condiciones de vida y de trabajo de este sector de la población.
La explotación laboral que cercena la libertad individual y profundiza la precariedad tuvo los primeros antecedentes en nuestra región en instituciones como la mita, la encomienda y el yanaconazgo. Estos dispositivos, crueles, claramente esclavistas, diseñados para aprovechar brazos disciplinados de pueblos originarios en las cosechas de distintas regiones del país, funcionaron durante siglos y, en ese proceso, asentaron prácticas materiales y simbólicas que persisten en la actualidad.
Posteriormente –ya en el país de la Independencia y la unificación nacional–, la expansión de la frontera agropecuaria requería una planificación más eficiente de la utilización de mano de obra para las actividades del campo. Para esto, necesitaba la disponibilidad de trabajadores en los territorios donde se desarrollaba la producción, preferentemente ganadera. Esta disponibilidad en el lugar de trabajo obligó a desarrollar un conjunto de normativas que limitaban de manera tajante la libertad de movilizarse dentro del territorio sin la autorización de los dueños de campos y estancias, y las “papeletas” cedidas por patrones y jueces eran el requisito para no ser considerado vago, rebelde y perseguido. La figura literaria del gaucho Martín Fierro encuentra en estos pliegues imprecisos de libertad y esclavitud, de trabajo asalariado y resistencia, un simbolismo inequívoco.
Estos dispositivos que coartaban la libertad personal de los trabajadores para movilizarse y emplearse libremente estuvieron acompañados en diferentes regiones del país por sistemas basados en el endeudamiento del trabajador al empleador. Los pagos en vales y especies entregados a precios siderales en las proveedurías del patrón iniciaban una deuda impagable por los trabajadores. Ésta se mantenía aun cuando el rendimiento laboral de los asalariados era organizado en jornadas laborales larguísimas y sistemas de pago a destajo que propiciaban una autoexigencia por parte del propio trabajador.
Enganchadores, contratistas y cuadrilleros que recorrían poblados en búsqueda de brazos a cambio de promesas de grandes salarios y placeres inmediatos fueron los actores sociales de ese sistema. El Informe elaborado en 1904 por Juan Bialet Massé (El estado de las clases obreras argentinas) y la película Las aguas bajan turbias (1952, dirigida por Hugo del Carril y basada en la novela Río Oscuro, de Alfredo Varela) son dos piezas imprescindibles para comprender estas prácticas que atropellan la integridad de las personas y los derechos humanos más básicos. Lejos de resolverse, este tipo de prácticas que se asemeja a situaciones que perduran redefinidas en la actualidad de numerosos sectores económicos, aun en los más modernos y competitivos. Será el Estatuto del Peón Rural –promulgado el 8 de octubre de 1944 mientras Juan Domingo Perón era secretario de Trabajo y Previsión–, el hito político que interrumpe de manera tajante esta secuencia e instala en el debate público un conjunto de aspectos y relaciones vigentes en el mundo del trabajo rural, hasta ese momento, invisibles o naturalizados para amplios sectores de la población. La iniciativa recuperaba un conjunto de demandas y reclamos surgidos en décadas de resistencia y organización sindical, avanzando en la protección de niveles de salario y mejoras en las condiciones de trabajo, jornada laboral así como una mayor protección contra los despidos injustificados.
Sin embargo, la promoción de derechos de los trabajadores y la participación del Estado en la regulación y equilibrio de relaciones económicas y sociales injustas han generado históricamente la reacción de sectores concentrados. La Sociedad Rural Argentina respondía de inmediato a esta normativa con un discurso de contenido ideológico inequívoco: “El trabajo de campo (…) por su propia índole, fue y es acción personal del patrón. Este actúa con frecuencia con los peones en la labor común, lo que acerca a las personas y establece una camaradería de trato, que algunos pueden confundir con la que da el amo al esclavo, cuando en realidad se parece más bien al de un padre con sus hijos” (citado por Adrián Murano en su libro El agitador).
Otro hito que estructura y explica gran parte de las precarias condiciones de trabajo en los mercados agrarios está relacionado con la aprobación del decreto 22.248 –de la última dictadura, que llevaba las firmas de Jorge Videla, José Alfredo Martínez de Hoz y Albano Harguindeguy– promulgado con fuerza de ley en julio de 1980 cuya finalidad era la creación del Régimen Nacional de Trabajo Agrario.
Como parte de una planificación sistemática e integral de persecución a la clase trabajadora y sus derechos conquistados, la dictadura militar reordenó el sistema normativo estructurado durante el peronismo y reinstaló derechos inferiores para los trabajadores agrícolas en relación a otras áreas de la economía.
Esta norma ha regulado las relaciones laborales del agro argentino hasta la sanción de la Ley 26.727 del año 2011. La nueva ley –votada democráticamente en el Congreso a iniciativa de la presidenta Cristina Kirchner– vino a saldar tres cuestiones particularmente importantes: la vigencia de una ley sancionada en plena dictadura militar, la persistencia de los fenómenos de precariedad laboral mencionados anteriormente y la responsabilidad política del Estado nacional en la indispensable tarea de profundizar la registración del empleo en el sector. Para esto se disuelve el Renatre (Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores, organismo de derecho privado) y crea el Renatea (Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agropecuarios, organismo de derecho público).
De esta manera, se recuperan funciones de gran importancia, delegadas en entidades patronales y gremiales que habían demostrado escasos resultados en el incremento del trabajo registrado. Paralelamente, se incrementa la protección laboral del trabajo transitorio (mayoritario en esta actividad), se avanza en una mayor exigencia sobre las condiciones de vivienda, alimentación y traslado, especialmente deficitarias en este ámbito. También elimina toda modalidad de pago en bonos, vales, fichas o cualquier tipo de moneda distinta a la de curso legal junto a la prohibición de la posibilidad de retenciones o deducciones por mercaderías entregadas por el empleador, exigiendo remuneraciones no menores al salario mínimo vital y móvil. Finalmente, regula explícitamente sobre la duración de las jornadas laborales y los descansos, equiparando la situación vigente en otras ramas de actividad y genera una mayor protección sobre las condiciones de seguridad en el trabajo con el objetivo de mejorar otro aspecto estructural de la precariedad laboral en el campo: los mayores accidentes de trabajo y las enfermedades y lesiones vinculadas al desempeño laboral. Sin lugar a dudas, el conjunto de acontecimientos mencionados no agotan ni explican totalmente los múltiples procesos y elementos que configuran el estado de precariedad y atropello a la integridad personal de los trabajadores evidenciadas en las inspecciones del año 2011 y actuales. Estos avances en la protección de diversas situaciones particularmente críticas son fundamentales pero no suficientes para la resolución definitiva de distintas injusticias. Sin embargo, es claro que la decisión del Gobierno de generar normativas y acciones orientadas a la ampliación de la ciudadanía y a una mayor justicia social pueden revertir las condiciones de precariedad laboral persistentes naturalizadas por los sectores más concentrados de la economía y sus organizaciones representativas.
Fuente: Miradas al Sur

La Asamblea del Año XIII y el Himno Nacional


 


Por Pacho O’Donnell Presidente del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico “Manuel Dorrego”

El 24 de mayo de 1812 se presentaba en la Casa de Comedia de la ciudad de Buenos Aires una pieza teatral, El 25 de Mayo, de Luis Ambrosio Morante, que terminaba con un himno coreado por los actores. Un espectador, Vicente López y Planes, se sintió inspirado y compuso esa noche la primera estrofa de un himno para reemplazar el de Morante, al que Blas Parera había puesto música.
La letra era inflamadamente independentista, como correspondía al espíritu de la época. La Asamblea del año XIII había sido convocada para declarar la independencia de España y dictar una Constitución. Tal era la decisión, que el Primer Triunvirato y su hombre fuerte, Bernardino Rivadavia, fueron derribados debido a su morosidad en la convocatoria. Sin embargo, la Logia Lautaro, cuyos “hermanos” integraban la mayoría de los delegados, da marcha atrás: Inglaterra se opone vigorosamente a todo arresto de autonomía en las colonias de España –su aliada en la guerra contra Napoleón–, obtenido ya su principal objetivo que era abrir un nuevo mercado en el Río de la Plata. El embajador británico lord Strangford había hecho saber al gobierno de Buenos Aires “lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura”.
Aparece entonces lógico modificar la letra del Himno, que no se llamaría así sino “Canción patriótica”; y desaparecen estrofas entusiastamente independentistas que anunciaban que “se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa nación”.
Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga entonces; es que los políticos porteños, desconfiados de la capacidad de nuestras armas de imponerse o, por el contario, alertados de que si eso sucediese sus privilegios vacilarían, parecían competir en candidaturas de príncipes europeos para gobernarnos.
No extraña entonces el “ved en trono a la noble igualdad”, relacionado con el propósito de coronar al hermano de Fernando VII. O: “sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad”, estrofa desaparecida en la versión definitiva. O: “ya su trono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur”, sobreviviente en la versión actual y que cantamos sin comprender su sentido.
Todo indica que cuando la Asamblea del Año XIII sancionó nuestra canción patria lo hizo sobre una copia defectuosa del texto de López y Planes. Su autor, cuando era consultado, indicaba como correcto lo de “alzaron”. Pero finalmente terminó por inclinarse ante la fuerza del uso, y en 1847 declaró en testimonio que se encuentra en el archivo Mitre, autenticado por su hijo Vicente Fidel López, que el término adecuado era el incomprensible: “abrieron” .
El Himno sufrió en 1860 otra lamentable modificación encomendada a Juan Pablo Esnaola: la marcha vibrante y guerrera se transformó en una pieza pretenciosamente majestuosa, tan estirada que va en camino de convencernos de que nuestra canción patria consta solamente de su introducción, que es lo que habitualmente se ejecuta en las justas deportivas.
Para colmo de males, por razones diplomáticas, el texto fue mutilado devastadoramente durante la segunda presidencia de Roca, suprimiendo las estrofas denigrantes respecto de España. Se evaporaron así marciales referencias a “los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer”. Tampoco cantaremos: “son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria, su cerviz orgullosa dobló”.
De allí en más, los escasos retazos sobrevivientes nos harán repetir absurdamente hasta tres veces “y los libres del mundo responden...”.
Fuente: Miradas al Sur

Una nueva lectura de la Asamblea del año XIII

 
 
 
Por Miguel Russo y Francisco Balázs
 
Afirma que los grandes temas de un país que quiere ser más independiente y más democrático, no son demasiado diferentes desde la Asamblea hasta ahora. Analiza el proceso actual de América latina, y de la Argentina: “Lo que está pasando en la Argentina es la consecuencia de un proceso que está afectando intereses”. La re-reelección y los debates que hay que seguir realizando.
Cómo se piensa, hoy, A 200 años,la Asamblea del año XIII? ¿Fue el gran proyecto federal, copado por los unitarios, que cambió lo que pretendía hacer?
–Lo primero es que la Asamblea del Año XIII fue convocada con dos objetivos, ninguno de los cuales pudo cumplirse. Y eso vale la pena estudiarlo un poco más, porque muestra las contradicciones que sufrió el proceso independentista argentino desde un primer momento. Esos dos objetivos eran la Independencia y el dictado de una Constitución. La Independencia no se llegó a declarar porque, por un lado, la presión inglesa fue fuerte. Inglaterra, sobre todo a través del embajador en la Corte portuguesa, que estaba en Brasil, Lord Strangford, ejercía una gran influencia sobre la situación argentina. Esto lo vamos a ver porque algunas de las medidas que tomó la Asamblea del Año XIII, las más liberadoras, fueron limitadas por los reclamos de los portugueses, que se hacían a través del embajador inglés, como el caso de la declaración de libertad de todos los esclavos que pisaran el suelo argentino, es decir de las Provincias Unidas. La Asamblea sólo declaró la libertad de vientres, y no votó la libertad de los esclavos. Bueno, Inglaterra, que en ese entonces, principios de 1813, tenía como objetivo central formar un bloque lo más amplio posible contra Napoleón, no quería profundizar las contradicciones con la monarquía española, aunque todavía estaba cautivo Fernando. Y en segundo lugar, porque a medida que avanzaba la Asamblea, la situación europea empezaba a ser más complicada. Es decir, Napoleón era derrotado primero en Rusia, después en España, y entonces la idea de que se iba a conformar lo que después fue la Santa Alianza en Europa, y todo lo que había sido un movimiento o una influencia de alguna manera renovadora, como las Cortes de Cádiz que se había formado en España. Pero, por otro lado, también tuvo que ver con las vacilaciones de algunos sectores, porque Artigas siempre estuvo a favor de la declaración de la Independencia, y San Martín, aunque no lo manifestó en un primer momento, desde que se instala en Mendoza lo hace con mucha fuerza. El segundo objetivo de redactar la Constitución tenía que ver con las contradicciones, que se manifestaron desde un primer momento, y que después van a ser unitarios y federales. Ahí es difícil hacer un balance muy claro. Pensemos que algunos de los actores principales del Mayo de 1810, el más importante de ellos, Mariano Moreno, desaparece a los seis meses de declarada, de formado el gobierno patrio. Pero uno puede decir que, desde un primer momento, en Buenos Aires coexistieron una voluntad revolucionaria muy profunda de algunos sectores (Moreno, Castelli, Monteagudo) y al mismo tiempo una idea centralista también muy fuerte, que, por un lado, se pensaba que hacía más viable la expansión de la Revolución.
–Y de la Revolución Francesa...
–Sí, había cierta influencia también del jacobinismo francés en esto. La centralización, pero también estaban los intereses directamente ligados al puerto y al comercio de Buenos Aires, que no querían, de ninguna manera, que predominaran los intereses de las provincias. De ahí viene la contradicción con Artigas, que es uno de los temas importantes de la Asamblea del Año XIII, porque los delegados de Artigas, es decir, los delegados de la Banda Oriental, vienen con instrucciones donde plantean tres puntos fundamentales para la Asamblea: la declaración de Independencia, y la conformación de un régimen confederal, es decir, no federal, sino una Confederación, como había sido la de la primera Constitución norteamericana, 11 años después de la primera Constitución de 1776, en que se dicta otra, que es un federalismo más parecido al que tenemos hoy en la Argentina, donde ya hay más predominio del gobierno central. Artigas pensaba que tenía que haber un régimen donde todas las provincias, las regiones, se integraran en un pie de igualdad, y que hubiera un gobierno central con menos facultades. Aunque no se puede hacer lo que se llama historia contrafáctica, que es saber lo que hubiera pasado, pero es interesante decir que, por ejemplo, que los paraguayos eran sensibles a esta iniciativa de Artigas. Y uno puede fantasear un poco y decir “bueno, a lo mejor esa idea confederacional hubiera permitido agrupar al Paraguay también, y hasta incluso a las regiones del Alto Perú”. Lo cierto es que en Buenos Aires eso era muy temido, era inaceptable. Y la tercera condición que ponía, que estaba en el mandato de los delegados artiguistas, era que la ciudad donde residiera el gobierno central tenía que ser cualquiera menos Buenos Aires. Con todas esas razones, aunque no dijeron que era por eso, pero es casi obvio, y todos los historiadores coinciden, fueron rechazados los delegados de Artigas, y esto explica por qué no surge la Constitución y no se declara la independencia, sino de algún modo la debilidad de todo el proyecto. Pensemos que estos mismos sectores aliados al artiguismo, en 1815, se amplían con Córdoba, Santa Fe, otros sectores, que no van a participar del Congreso de Tucumán, entonces la Asamblea queda limitada, al no cumplir sus dos funciones y objetivos fundamentales. Esto va a ser un antecedente muy importante para nosotros, porque no se cumplieron los tres objetivos, pero se manifestaron con una fuerza muy grande en un primer momento. Por ejemplo, la Asamblea no juró por Fernando VII, como sí había hecho la Junta de Mayo. Por otro lado, se tomaron una serie de medidas, que fueron aprobadas por la Asamblea del Año XIII, que son las que aprendemos en el colegio, que tienen que ver con todo lo que después va a ser el aparato de derechos y garantías y de la Constitución Nacional, a saber: la libertad de vientres, la libertad de palabra, la abolición de los tormentos, la abolición de la mita, el yanaconazgo, la abolición de los títulos de nobleza. También es cierto, para explicar la historia y no simplemente crear mitos, que esas medidas en el territorio de la actual Argentina eran bastante menos conflictivas que si hubieran sido dictadas en el Perú o en el Alto Perú, porque por ejemplo, la regulación del trabajo indígena prácticamente no se aplicaba aquí, títulos de nobleza había muy pocos. Cita un historiador que los únicos dos que se hubieran visto perjudicados estaban a favor de la causa independentista, así que no es que estábamos terminando con un sector, como en la Revolución Francesa... Pero de cualquier manera fueron iniciativas muy importantes, y cuando uno ve todo esto hoy, me parece que lo interesante es recoger el antecedente de la Asamblea, como se ha hecho, y me parece muy acertada esta recordación del Bicentenario de la Asamblea, como un antecedente importante del proceso democrático popular en la Argentina, y al mismo tiempo valorar las resistencias, las debilidades, las influencias externas, porque eso también va a ser una característica de la Historia Argentina desde entonces hasta ahora.
–Entre los tres sucesos, la Revolución de Mayo, la Asamblea del Año XIII, el Congreso de Tucumán y la Independencia en 1816, lo que más nos representa, hoy, es la Asamblea del Año XIII, no es ni una revolución ni una independencia, pero sí está esa fuerza bipolar, yendo de un lado para el otro, estos opuestos...
–Sí, empiezan a aparecer más claramente algunas tendencias centrales, o conflictos centrales de la Historia argentina. También es cierto que la Asamblea del Año XIII es una asamblea verdaderamente nacional. Entonces el 25 de mayo, que es una fecha importantísima, tiene una dimensión que no es la misma en todo el territorio de la Argentina. Si uno va a algunas de las provincias, sobre todo las más alejadas de Buenos Aires, recuerdan otras fechas. Recuerdo que estuve en Misiones y me sorprendí que del Bicentenario se hablaba muy poco, pero sí se hablaba mucho del momento en que el Cabildo había declarado aceptar a la Junta de Buenos Aires como autoridad. Es decir, el proceso tuvo en cada una de las regiones de la Argentina sus características particulares. Con la Asamblea del Año XIII es la primera vez que aparece manifestada una voluntad nacional, que después se va a repetir en el Congreso de 1816, y aparece con estas limitaciones que siguen siendo o van a seguir siendo tema central de la historia argentina, siempre...
–Cuáles serían los puntos de lo propuesto por la Asamblea del Año XIII que hoy hemos logrado consolidar, y qué paralelos entre las disputas que hoy tenemos, políticamente hablando, con aquellas disputas, con aquellos objetivos...
–Para ver cuáles son, profundizar la idea de la Asamblea del Año XIII como antecedente, creo que paradójicamente hay que citar a alguien que no llegó a estar en la Asamblea del Año XIII o a estar ahí sentado, que es Artigas. Porque me parece que, y ahí contesto parte de tu pregunta, el legado más interesante hoy para nosotros sigue siguiendo el de Artigas. Así como va a ser poco después del año 13 también el de San Martín, por su vocación independentista contra viento y marea, Artigas aparece casi excepcionalmente en la Historia argentina de esa época con una idea muy clara de la independencia, una idea federal, y una concepción social muy avanzada para la época. Pensemos que Artigas reconocía como ciudadanos a los indígenas, que desarrolló una política que podríamos llamar de reforma agraria muy avanzada. Tuvo que pagar el precio de la alianza absolutamente necesaria en ese momento para subsistir no sólo con los pequeños propietarios, sino también con los grandes ganaderos, y eso lo hizo a veces tener que negociar y retroceder en muchos de estos puntos, pero no cabe duda de que a lo largo de la trayectoria de Artigas, aparece esta vocación social muy fuerte, este pensamiento democrático, al que se lo suele presentar como una suerte de caudillo bárbaro. Un liderazgo que era, como el de todos los caudillos, necesariamente muy vertical, como diríamos hoy, hasta muy paternalista. Se lo llamaba el protector, pero al mismo tiempo Artigas, cuando se reúne la Asamblea para ser aprobadas las instrucciones para los delegados, les dice, “de vuestro mandato depende…” –no me acuerdo la palabra ahora–, “...o mi liderazgo, y eso es revocable en cualquier momento”. Entonces, esto sería retórico si no hubiera una experiencia de lo que hizo Artigas en la Banda Oriental. Qué cosas hoy nosotros podemos decir? “Estamos realizando la Asamblea del Año XIII”. Bueno, a mí me gusta calificar el actual proceso que estamos viviendo como un proceso de expansión de derechos, en todos los sentidos. Me parece que la Asamblea del Año XIII es un momento de expansión de derechos en la Argentina. Es decir, muchas cosas que, por supuesto, no las inventó la Asamblea del Año XIII, que ya estaban en los escritos de Moreno en la Gazeta, en las Declaraciones de la Junta, en los textos y en los discursos de Castelli, como el discurso frente a las ruinas de Tiwanaku, cuando anuncia la liberación de los indígenas.
–Una ya fuerte tradición libertaria, emancipadora...
–Una tradición que se expresa o se consolida, culmina, claramente como una disposición de gobierno en la Asamblea del Año XIII. ¿Qué podemos ver nosotros como actual de eso? Bueno, creo que ahí hay que hacer una aclaración: los grandes temas de un país que quiere ser más independiente o más democrático, o por lo menos que algunos queremos que sea más independiente y más democrático no son demasiado diferentes desde entonces hasta ahora. Lo que hay que tener cuidado es de no simplificar la historia, como si los conflictos se hubieran expresado siempre de la misma manera, y siempre hubiera estado claro un solo bando de los buenos, contra un solo bando de los malos. Porque, por ejemplo, el sector que va a ser dominante en la Asamblea del Año XIII, que además había logrado imponerse en la elección de delegados en casi todas partes, el grupo de la Logia Lautaro, que tenía que ver con la vuelta de San Martín y Alvear desde España, y con la incorporación también a ese grupo de la Sociedad Patriótica, que era lo que quedaba del morenismo, con el liderazgo de Monteagudo. Ese grupo tiene posiciones muy avanzadas, seguramente tuvo mucho que ver con todo este impulso llamémosle democratizador de la Asamblea, pero también el alvearismo...
–Claro, estaba también Alvear...
–Alvear terminó siendo responsable de las peores cosas, tanto en la relación con Artigas como después, en el momento en que se va a producir la finalización de las actividades de la Asamblea, la crisis política, Alvear poco antes había escrito al embajador inglés en Brasil ofreciéndole (no pidiéndole) colaboración), lo cual, en un momento tan conflictivo, donde todavía se está peleando contra España, uno quizás hubiera podido aceptar... lo que está diciendo es “estaremos más cómodos y más satisfechos si somos parte del gobierno británico”. Entonces, también la relación entre San Martín y Artigas, porque es muy lindo imaginarse una historia en que uno dice “bueno, Moreno expresó una cosa, eso mismo lo expresó Artigas de otra manera, y San Martín...”. Bueno, es cierto, San Martín tuvo una visión, centró mucho más su política en la independencia, se desentendió de algún modo de lo que pasaba en la Banda Oriental. Entonces, Moreno fue tal vez excesivamente centralista, pero Moreno..., es difícil pensar en una tradición democrática y popular en la Argentina hoy, democrática, nacional, popular, sin tener como antecedente a Moreno. Y esto, no porque siempre hayan estado todos de acuerdo, o porque no hubiera conflictos entre ellos, sino porque son como diferentes momentos y diferentes vertientes que se integran...
–Refleja la complejidad de analizar distintos procesos en distintos tiempos con el riesgo de caer en simplificaciones o reducciones, como mencionaba anteriormente...
–Bueno, yo diría que hay, pidiendo disculpas por dar respuestas tan categóricas a problemas que son muy complicados, diría que hay dos respuestas, una desde el campo de la política hoy, y otra desde el campo de la visión de la historia. El campo de la política hoy, no ser sectario. Es decir, entender que cada etapa nueva del movimiento popular en la Argentina, cada momento del proyecto nacional, recoge tradiciones diversas y síntesis que no son las mismas, y afortunadamente no son las mismas. Por ejemplo, la izquierda argentina, o los sectores que se asumían políticamente como de izquierda, los partidos de izquierda, tuvieron una posición muy desafortunada en 1945, frente al nacimiento del peronismo. Es importantísimo, y me parece muy valioso, que hoy estén participando plenamente en este proceso. Sería medio ridículo decir “bueno, pero éstos no estuvieron en el ’45 y entonces no tienen la misma...”, los mismos derechos que quién? Porque el peronismo ha tenido en su seno contradicciones tan espantosas que tampoco puede alegar ninguna...
–Que no hubieran estado en el ’45 tampoco...
–¡Claro! Entonces, creo que ésa es una primera cosa: aceptar que uno recoge lo mejor de todas las tradiciones en un proyecto popular, y entonces esto también ayuda a tener una mirada más amplia de la historia, y a pensar además que uno tiene, pienso, todo el derecho a, y es correcto, hacerse cargo de una tradición nacional, popular, federal, democrática. Pero me parece que eso es valioso siempre que uno entienda que eso no nos resuelve todos los problemas de la historia. Porque está lleno de momentos en la historia argentina en que los que aparecen contradicciones muy fuertes... El revisionismo histórico surgió con la reivindicación de la figura de Rosas. Pero esos mismos autores, o muchos de ellos, no todos, reivindicaron después, o por lo menos condenaron la represión contra el Chacho Peñaloza y Felipe Varela, bueno, esos caudillos estuvieron contra Rosas, por ejemplo. Entonces, yo creo que más que desesperarse por entender quién tenía razón en cada momento, hay que ver que lo que uno recoge hoy de esa tradición son grandes tendencias, grandes líneas, son valores, no pretende reescribir la historia desde el presente, esa es la discusión que uno podría tener con el pensamiento que todavía hoy se reconoce como revisionismo histórico. Es decir, a veces, en su afán de desmitificar la historia, de criticar una historia oficial muy marcada por la herencia de Mitre y el liberalismo, termina haciendo también una contrahistoria, a lo mejor más simpática, pero igualmente lineal, y sesgada.
–En estos días se realiza en Chile la Cumbre Celac-UE. ¿Cómo observa la evolución de los países de la región en estos últimos diez años?
–Bueno, yo creo que hay desniveles, hay características diferentes también de los países porque no es que sea más fácil gobernar Bolivia que Brasil, a lo mejor es al revés. Pero lo que está claro es que hay contradicciones muy fuertes, muy claras. Por ejemplo, con haber protagonizado esta revolución de los pueblos originarios en Bolivia ya Evo Morales pasó a la historia, aunque no pudiera seguir avanzando como esperamos en este proceso. Lula tuvo que hacerse cargo de un país que es una de las grandes potencias económicas hoy, y donde pensar en un proceso más radical en Brasil a lo mejor es más difícil, es como pensarlo en los grandes países desarrollados. Pero, por otro lado, me parece que uno tiene que ubicarse... es decir, como analistas, nosotros podemos decir “este proceso es más profundo que este otro”, y me parece que, si en toda América latina se habla de Chávez, de Ecuador, de Evo Morales, es porque efectivamente ahí aparece una mayor radicalización. Pero, por otro lado, políticamente uno se ubica frente a lo que en otra época se llamaba la “contradicción principal”, que ahora ese lenguaje no se utiliza. La oposición brasileña no lo alaba tanto a Lula como nosotros. Aquí porque aparece, en algún aspecto, como un factor de moderación. Es decir, la política social de Lula no se pone como ejemplo. Se pone como ejemplo la mayor debilidad de Lula, que son sus políticas frente al establishment económico-financiero. Pero no se dice “los planes sociales de Lula, sería importante que los aplicáramos en la Argentina”. Entonces, yo creo que, sobre todo desde una mirada argentina, es decir de la necesidad de impulsar la integración desde nuestro país, lo que me parece que es el corte divisorio es quiénes avanzan en este proceso y quiénes siguen en la línea contraria, añorando las relaciones carnales con los Estados Unidos. En ese sentido, me parece que Brasil juega un papel fundamental para Argentina. Es decir, la alianza entre Argentina y Brasil es en buena medida la trama más sólida de este proceso de integración latinoamericano contra las posibilidades de existir en el mundo, con una política independiente, del mismo modo que lo de Venezuela tiene una influencia y un simbolismo político notables. Cuando hubo elecciones en Venezuela, todos estábamos mirando lo que ocurría en Venezuela, porque una victoria de la oposición hubiera sido un golpe muy fuerte, también en la Argentina.
–A propósito de lo que menciona, se ha instalado en la oposición más conservadora, de derecha, la idea de que el modelo a imitar es el de Chile, Uruguay y Brasil. Este es un interesantísimo debate que no se está dando a fondo, donde no se ponen en evidencia los modelos que imperan en esos países versus el que se lleva adelante aquí. ¿No cree que el oficialismo debería promover mas debates de este tipo?
–En primer lugar, siempre es complejo ser oficialista. Eso es algo que uno acepta desde un primer momento. Es más, yo siempre cuento una anécdota de que un amigo, a quien no voy a nombrar porque sería comprometerlo, cuando yo estaba más activo en la vida política, me dijo “uy, a vos... por ahí ahora te toca ser diputado oficialista, y es un plomazo eso”. Claro, yo venía del Concejo Deliberante y la Legislatura de la Ciudad, donde permanentemente denunciás, la oposición... un protagonismo que uno salía a la calle y ya todos los medios... y de pronto, la tarea del oficialismo es una tarea distinta, de una construcción necesariamente liderada por el Poder Ejecutivo, en este caso por Cristina, en donde hay menos espacio por ahí para estas actitudes personales mucho más notorias. Eso creo que también se expresa en el periodismo. Y también lo sentimos y lo discutimos nosotros, los intelectuales de Carta Abierta. Porque vivimos siempre entre la tensión entre que no queremos que se ponga en duda nuestro compromiso con el Gobierno, porque nos parece que éste es un gobierno que está muy acosado, hostigado permanentemente, incluso el gobierno permanentemente hostigado necesita que lo apoyen y uno siente la necesidad de apoyarlo, y por el otro lado sabemos que un análisis más profundo de una cuestión nunca puede ser 100% oficialista, porque ni el gobierno de Jesucristo hubiese tenido todos aciertos. Entonces creo que aparece esa tensión, que bueno, no creo que sea irresoluble. Creo que hay que priorizar las grandes coincidencias, y al mismo tiempo, mostrar a veces también disposición a discutir otras cosas, que a lo mejor no están tan bien, y también creo que hasta es cuestión de estilos, de escuchar al otro, de prestarse al debate. Me parece que en ese sentido esto es importante, y yo participo de la idea de que a nosotros nos interesa debatir, porque estamos muy convencidos de que tenemos razón. Entonces, cuando uno tiene razón, tiene que debatir.
–Sin embargo, hay temas profundos a debatir, tanto para el oficialismo como para la oposición, aunque luego los esquive...
–Bueno, me parece que hay una razón, no digo que lo explique, pero que evidentemente tiene mucho que ver, que es la tremenda polarización de la situación política. Esto es una realidad que no podemos evitar. Hasta incluso quienes somos, digo lo que me pasa a mí, que cuando era chico tenía más fama de peleador, ahora se me conoce más como reflexivo. Y hay momentos que tengo pocas ganas de ser reflexivo. Por lo menos de serlo públicamente, uno tiene que ser reflexivo, porque veo ataques tan primarios, tan absurdos. Cuando veo por ejemplo cómo se pierde la oportunidad de discutir este problema de cómo se construye el espacio de Memoria en la ESMA, que es una tarea histórica, algo que si lo resolvemos bien va a tener una importancia central en el vida argentina, y se bastardea del modo como se hizo... Para mí, escribir un trabajo que no sé si fue bueno o malo, pero que me pareció que fue una reflexión, realmente me costó bastante, porque mi primer respuesta era ir a cualquier medio y decir “bueno, esto es una porquería, no nos pueden hacer esto”. Entonces, yo creo que se dan todas estas cosas y no me atrevo ni tengo elementos para hacer mayores interpretaciones. Creo que es útil que tengamos esta idea de que es bueno discutir, porque además hay una franja a ganar. Es decir, nunca en la política estamos todos los que tenemos que estar, y un proyecto que no avanza, se detiene. Y a mí me parece que avanzar no es ni pactar o bajar las banderas, para ver si bueno, después de Cristina por ahí viene Scioli, da lo mismo, dicen algunos... yo no creo eso. Eso, pero al mismo tiempo tampoco puede ser “ya estamos todos” y nos negamos a discutir con los demás, porque eso tampoco sirve, al contrario. Yo soy de esta ciudad, quiero ganar esta ciudad. Para ganar esta ciudad no nos vamos a juntar con Pino Solanas y transformarnos en semioficialistas y semiopositores, eso sería una estupidez y una conducta vergonzosa desde el punto de vista político. Pero creo que tenemos que salir a pelear, por ejemplo a ese sector, muchos votantes, que por ahí no están de acuerdo con algunas cosas del Gobierno, a lo mejor las irán entendiendo más adelante, pero tienen grandes coincidencias, con los derechos humanos, con el matrimonio igualitario, con la ley de medios. Y bueno, esa es una tarea que exige a veces esta disposición al dialogo, que me parece importante...
–Habida cuenta de lo inútil de los análisis contrafácticos, ¿sería posible ubicar esa bipolaridad brutal, en el mejor sentido del término que existe, en una Asamblea hoy?
–Bueno, yo creo que esta bipolaridad nosotros sólo la podemos pensar por el camino de la profundización del proceso. ¿Por qué digo esto? Porque son muchos los que ponen la tensión que existe, el conflicto, se preguntan por qué hay tanto odio. Y me parece que todo esto es interesante preguntárselo, siempre que partamos de que no es caprichoso lo que está pasando en la Argentina. Es la consecuencia de un proceso que está afectando intereses, y que entonces en la medida que sigamos avanzando, va a afectar más intereses y va a provocar más reacciones todavía. Lo importante es que, como nosotros sabemos que vamos a avanzar y vamos a tener reacciones todavía más violentas, sepamos también ampliar nuestra convocatoria, para dejar más aislados a los que nos atacan. En ese contexto, yo pienso que una Asamblea hoy sería deseable, porque hay muchas cosas que pueden servir para una convocatoria que unifique a mucha gente atrás. Pensemos que la Constitución tiene que incorporarse todo lo que hace a esta política de expansión de derechos, lo que hemos tenido en los últimos tiempos. Sería interesante que queden incorporada en la Constitución las conclusiones de este debate sobre la democratización de la Justicia que hoy está instalado, pero todo esto suena un poco ingenuo hoy, porque inmediatamente le dirán “bueno, pero acá está de por medio la reelección, los sectores opositores no van a prestar su acuerdo a ninguna reforma constitucional”. Me parece que si uno opinara ahora sobre el tema de la reelección en sí –que me parece que, como todo el mundo sabe, se va a plantear después de las elecciones de este año, cuando se vea realmente la relación de fuerzas legislativa–, yo creo que en este tema como en otros la oposición hace una demonización que es una falacia. La consigna ésta de “no reformar la Constitución, sino cumplirla”. Entonces, pareciera ser que hay un monarca que va a reformar la Constitución, en vez de que siga funcionando la organización de poderes democrática... no, la Constitución también contempla la posibilidad de ser reformada.
–Y otra es que el verdadero signo de la democracia es la alternancia en el poder...
–Claro, eso tampoco se entiende...
–Como si entonces la democracia se encontrara en peligro...
–Además, tenemos ejemplos, yo un día me tomé el trabajo de ver cuánto tiempo habían estado en el poder algunos de los grandes líderes de la socialdemocracia europea, por tomar un sector que es bien tomado por muchos...
–Sí, nadie se escandaliza aquí de que, en España, Felipe Conzález gobernara, sin interrupción,14 años, o Mitterrand, en Francia, también 14 años, o Tony Blair, en Inglaterra, 11 años...
–Bueno, queda clarísimo con esos ejemplos. Más en un país donde los jueces son vitalicios, y donde además hay una estructura del poder económico que no cambia, aunque se incorpore algún nuevo miembro, pero permanece intocada, me parece que negar la posibilidad de la reelección es negar una posibilidad a la democracia también. Es tener una idea de la democracia que se basa en una cláusula no escrita, pero es la que impide todo cambio profundo.
–O también puede ser la confesión oculta del temor que no se puede llegar a ganar...
–Lógico, eso está claro.
Perfil
Escritor, periodista y abogado, Eduardo Jozami es el actual director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Fue legislador de la Ciudad de Buenos Aires. Forma parte del Espacio Carta Abierta, y tiene una extensa militancia que comenzó en los años ’60. Estuvo detenido entre 1975 y 1983. Es autor de numerosos libros entre ellos, Rodolfo Walsh. La palabra y la acción (2006) y Dilemas del peronismo (2009).
Por su biografía de Rodolfo Walsh recibió el Premio Anual de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata.
Fuente: Miradas al Sur

200 años de la Asamblea del año XIII

El último día del mes de enero de 1813 inició sus sesiones la Asamblea General Constituyente -convocadas por el Triunvirato el año anterior- con dos objetivos muy claros: declarar la independencia y dictar una constitución para el estado naciente.
Asamblea General Constituyente de 1813
Esta Asamblea despertó muchas expectativas, tranquilizó el panorama político, y aunque algunos dudaban de sus alcances y representatividad, las provincias del interior enviaron sus diputados a la misma. José Gervasio de Artigas, aunque se manifestaba descontento con la política localista de Buenos Aires vio en la Asamblea la posibilidad de darle una nueva estructura políitica al país.
A diferencia de lo que sucedido con los órganos de gobierno anteriormente,  los miembros de la Asamblea no juraron fidelidad al rey Fernando VII de España y ésta declaró soberana, es decir superior a cualquier otra autoridad, inclusive al Triunvirato que la había convocado. Pero, lamentablemente, no pudo concluir con ninguno de los objetivos que se había propuesto.
Las derrotas sufridas por el Ejército del Norte, en Vilcapugio y Ayohuma, empeñado en la lucha contra las fuerzas realistas enviadas desde el Virreinato del Perú complicaron la situación interna. El avance realista sobre territorio argentino era una posibilidad cercana, que ponía en peligro la causa de la revolución.
En el ámbito internacional, el fracaso de la campaña de Napoleón Bonaparte en territorio ruso significaba la desintegración de su imperio, y consecuencia, los monarcas europeos retornaban a sus tronos usurpados. En estas circunstancias, el rey Fernando VII de regreso a España, se proponía recuperar sus posesiones, disponiendo pera ello el envío de refuerzos para luchar contra los revolucionarios  americanos.
Estos acontecimientos sumieron en la indecisión a la Asamblea, temerosa de adoptar medidas de fondo que luego no pudiera sostener.
A pesar de no realizar los principales fines propuestos, la Asamblea se abocó al dictado de numerosas disposiciones fundamentales.
Promulgó leyes sobre la organización de la administración pública como un Reglamento de Justicia, creando las Cámaras de Apelaciones.  Prohibió la aplicación de tormentos para investigación de la verdad.
Dispuso la creación de un órgano ejecutivo que concentraba todo el poder en una sola persona,  con el nombre de Director, y un Consejo de Estado, con fines de asesoramiento al nuevo ejecutivo.
Mandó a abolir el escudo de Armas de España, y la efigie de los antiguos monarcas fue sustituida en las monedas por el escudo nacional.  En los documentos públicos se suprimió toda invocación al rey de España, reemplazándola por “la soberanía de los pueblos, cuya voluntad representan los diputados”.
Estableció la libertad de vientres, que garantizaba la libertad e igualdad a todos los hijos de esclavas que nacieran en adelante en el territorio de las Provincias Unidas. Suprimió los títulos de nobleza y eliminó el mayorazgo, por el cual desde antiguo, heredaba toda la fortuna del padre el hijo mayor. Suprimió también las encomiendas y las mitas.
Por último declaró fiesta cívica al 25 de Mayo y encargó la composición de una canción patria, que sería nuestro himno nacional.
Si bien esta Asamblea no hizo la explícita declaración de la Independencia, su fecunda labor legislativa ratificó, indirectamente, la vocación independentista de los patriotas.
Fuente: Argentina Historica

martes, 29 de enero de 2013

El hombre que logró terminar Atucha II>:ENTREVISTA A JOSE LUIS ANTUNEZ, PRESIDENTE DE LA ESTATAL NUCLEOELECTRICA





En diálogo con Página/12, Antúnez detalla las dificultades que tuvieron que resolver para finalizar una obra que estuvo paralizada durante doce años y explica los beneficios que supondrá la puesta en funcionamiento de la tercera central nuclear.

Por Fernando Krakowiak
El contrato para la construcción de Atucha II se firmó en mayo de 1980. La obra debía terminar en 1987, pero durante el transcurso de esa década la energía nuclear fue dejada paulatinamente de lado y el proyecto se retrasó. En la década del ’90, la actividad ingresó en una etapa aún más crítica cuando el entonces presidente Carlos Menem redujo drásticamente el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Atómica, mientras intentaba privatizar las centrales existentes. La construcción de Atucha II quedó interrumpida en 1994 y recién se retomó en octubre de 2006, ya como parte del Plan Nuclear Argentino, que está llevando adelante el gobierno para diversificar la matriz energética. José Luis Antúnez, presidente de la estatal Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), fue designado al frente del proyecto en esta nueva etapa que concluirá a mediados de año cuando finalmente Atucha II comience a funcionar. En diálogo con Páginal12, el funcionario contó los desafíos que supuso terminar una obra.
–¿Cuáles fueron las principales dificultades que encontró cuando se hizo cargo?
–Encontré un proyecto abandonado en unas condiciones muy particulares. El diseñador original del reactor, Kraftwerk Union (KWU), había desaparecido, las obras civiles habían avanzado, pero en las electromecánicas no se había hecho prácticamente nada y había 40 mil toneladas de materiales almacenados. Un grupo pequeño de personal de NASA, con un sacrificio inmenso que espero que le sea siempre reconocido, se ocupó de conservar en perfecto estado esas 40 mil toneladas de materiales que estaban en 85 depósitos distribuidos por el predio. Hicieron el mantenimiento sistemático y conservaron también en buen estado los 126 mil documentos de ingeniería que se habían realizado para el proyecto en la etapa anterior.
–¿Hay otro caso en el mundo donde se haya tenido que terminar un reactor sin el asesoramiento del diseñador original?
–Un caso idéntico no conocemos. Luego de la desaparición de KWU, la filial de Siemens, quedó otro reactor inconcluso en Irán, pero el caso es distinto porque le encargaron la terminación a otro proveedor, la corporación rusa Rosatom. En nuestro caso, no ha habido un nuevo proveedor, es el propio cliente quien terminó la central.
–¿Cómo lo hicieron?
–Estaba claro que ninguna empresa de ingeniería y construcción de la Argentina podía hacerse cargo de terminar este proyecto. La única manera de encomendarlo a una empresa era a una del exterior, pero el decreto 1085/06 que dio lugar a la recuperación de la construcción de Atucha II dispuso que se maximizara el uso de los recursos nacionales y eso es lo que hemos hecho. Junto con las autoridades nacionales, tomamos la decisión de recurrir al talento argentino. Creamos una unidad de gestión en NASA que se encarga de ingeniería y construcción de centrales. Para lo cual hicimos una mezcla de las dos vertientes posibles. Buscamos recuperar a todos aquellos profesionales que hubieran estado involucrados en las etapas anteriores del proyecto y además incorporamos a un gran número de jóvenes profesionales dispuestos a absorber el conocimiento para que al terminar Atucha II pudiésemos decir que Argentina está nuevamente en condiciones de seguir diseñando y construyendo centrales nucleares, talento que habíamos adquirido al terminar Embalse en 1984 y que perdimos en el período de parálisis.
–¿Ustedes solos terminaron la obra?
–Hubo cuatro áreas que las reservamos para que la hiciera NASA por sí misma: los montajes del reactor, del sistema de combustibles, del sistema eléctrico y de instrumentos y el de los sistemas de ventilación y aire acondicionado. El resto lo dividimos en paquetes adecuados al tipo de empresas que pudimos conseguir. Hicimos un gran proceso de capacitación y formación de empresas argentinas y estamos muy conformes porque vamos a terminar Atucha II dejando para el futuro cuatro empresas con calificación nuclear argentina en montaje y cerca de veinte con calificación para obras civiles y montajes en centrales nucleares fuera del área nuclear. Lo que hicimos fue replicar el modelo de Embalse. En aquella época no existía NASA, era la Comisión Nacional de Energía Atómica, con capacidad de ingeniería y construcción, rodeada de empresas nacionales.
–¿En qué plazo preveían terminar la obra?
–Es muy difícil establecer un plazo para una obra abandonada, pero pensábamos en aquel momento que entre 2010 y 2011 la íbamos a tener.
–¿Por qué se atrasaron?
–Yo siempre digo que no hay la menor duda de que Atucha II está atrasada porque el proyecto debió haber sido terminado en 1987. Ahora bien, si lo que me pregunta es si acertamos nuestra estimación original de plazo, la respuesta es no. Es algo más del tiempo que pensábamos porque a medida que uno afronta las realidades del proyecto, se encuentra con nuevos desafíos. Hemos tenido que cambiar diseños, rehacer cosas. Es el curso normal de retomar una obra que había estado detenida tanto tiempo.
–El ministro De Vido dijo que desde que se retomó la obra se invirtieron 13 mil millones de pesos y que este año van a desembolsar otros 1300 millones. Son cerca de 3000 millones de dólares y en 2006 se proyectaba un gasto de 700 millones de dólares, ¿a qué se debió el incremento?
–Uno de los factores que llevó a incrementar el presupuesto ha sido la recuperación del poder adquisitivo del salario en la Argentina. De ese monto que menciona, más del 90 por ciento son salarios, materiales y equipos comprados en el país. Entonces, cuando se hace la cuenta en dólares, tiene que contemplar que en 2005 con un dólar se compraban más de dos horas de salario de la construcción promedio y hoy con ese mismo dólar se compran unos 14 minutos. Los costos internos medidos en dólares han subido. Esta es la explicación central.
–¿Qué es lo que falta para que Atucha II comience a funcionar?
–En diciembre comenzamos a cargar los elementos combustibles y hace unos días completamos la prueba de presión del sistema primario y la primera prueba en caliente de la central. Ahora estamos inspeccionando el circuito del reactor. Luego seguimos con la carga de combustibles y mientras tanto preparamos la segunda prueba en caliente, que va a ocurrir entre marzo y abril. Vamos a generar vapor, no de origen nuclear, sino utilizando las bombas principales de circulación y con ese vapor vamos a entrar la turbina en servicio. Si esa prueba es exitosa, drenamos todos los circuitos nucleares, secamos al vacío e introducimos el agua pesada. A partir de ese momento, vamos a estar en condiciones de realizar la primera criticidad del reactor. A mediados de año, Atucha II comenzará a aportar electricidad al Sistema Interconectado Nacional.
–¿Cuánta energía va a aportar?
–Va a sumar 700 megavatios de potencia a la red, cerca del 4 por ciento de la energía que consume el país. Esto le daría al sector nuclear, con las otras dos centrales, alrededor del 10 por ciento de la energía inyectada al sistema. Todavía estaremos lejos del promedio mundial que está en torno del 15 por ciento.
–¿Qué ventajas tiene la energía nuclear?
–Atucha II es equivalente a 3000 toneladas diarias de gasoil o 3 millones de metros cúbicos de gas o 12 mil toneladas de carbón diarias. Sólo de carbón es un Panamax cada 4 días, el barco carguero tradicional que es de 50 mil toneladas. Cualquiera de esas alternativas, usted las reemplaza por el elemento combustible nuestro que pesa 180 kilos. Además, el combustible para las centrales nucleares es producido en el país. Y no siempre el combustible para las centrales térmicas es nacional. A veces hay que importarlo.
–¿Y en términos ambientales?
–Hay que medirlo en función del ahorro de dióxido de carbono entregado a la atmósfera. Hay que hacer la cuenta de cuántas toneladas de dióxido de carbono produce cada una de estas centrales térmicas, comparada con cero, que es lo que emite una central nuclear. La central nuclear tiene el problema de los residuos, pero pueden ser dispuestos en forma responsable de manera tal que no hagan daño. Lo que ha dejado el uso de Atucha I, con sus casi 40 años de operación, está almacenado allí. No hay una sola pieza que haya sido arrojada al terreno.
–Sin embargo, mucha gente le tiene miedo a la energía nuclear.
–La gente se asusta de Chernobyl y de Fukushima. Accidentes hay, pero algunos parecen tener más publicidad que otros. Si leo en los diarios de 2011 para acá y viniera de Marte, tendría la impresión que los 19 mil muertos que tuvo Japón fueron por Fukushima, pero ni uno solo fue por la central. Los muertos fueron por los terremotos, el tsunami, los incendios de las refinerías. A veces se enfatiza un poco la información en forma sesgada, aunque hay que reconocer que la radiación tiene un problema y es que no se ve y la gente tiende a temer lo invisible. El humo de un neumático incendiado se ve y no genera tanto miedo, aunque pocas cosas son más agresivas para los bronquios.
Fuente: Página/12

lunes, 28 de enero de 2013

La concentración en las ventas, el arma de los formadores de precios

 La raíz de la carestía surge de la debilidad en los mecanismos para transparentar la cadena de producción y venta combinada con una fuerte cartelización. Esas condiciones sirven de pilar a los abusos de los monopolios que existen en todos los sectores.  



 El primer discurso de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner luego de su extensa gira por el Medio Oriente tuvo un blanco muy definido de cara al año que ya esta en curso. En un acto en la casa de gobierno, la presidenta, llamó a hacer uso de nuestro poder como usuarios y consumidores y a "hacerle el vacío" a las empresas que suben los precios.
La estocada coincide con el desarrollo de la paritaria del gremio bancario que ha dado inicio a la ronda de negociaciones para la recomposición salarial de 2013. El acuerdo, que todavía se encuentra a la espera de ser homologado por el Ministerio de Trabajo, reabrió un debate que, en rigor, existe desde que el sistema capitalista rige los destinos de la humanidad: ¿qué relación existe entre salario, ganancia e inflación?
Las patronales, claro, piden mesura en los reclamos salariales y aseguran que un "desborde" podría incrementar los índices inflacionarios para el año que comienza impactando, a su turno, en la competitividad de la economía y el tipo de cambio. 
En rigor, detrás de un discurso escolástico (y ortodoxo), buscan ocultar que la remarcación de precios no es una fatalidad impuesta desde el más allá sino que, por el contrario, se trata de una política deliberada desenvuelta por ellos mismos que, además de patrones, son formadores de precios.
Ya a principios del siglo XIX, el economista clásico David Ricardo, explorando sobre el origen del valor, objeto de estudio central de su disciplina, explicaba que, el mismo, estaba objetivado en la propia mercancía y que no emergía de los "costos de producción" (salarios,  materias primas y herramientas) como se sostenía hasta entonces sino que estaba determinado por el trabajo socialmente necesario para producirlo y que, una vez realizado, deduciendo las materias primas y el desgaste de la maquinaria, se distribuiría entre salario y ganancia. De este modo, el valor, establecía una relación inversa entre salario y ganancias: si sube el primero baja la segunda, y viceversa. 
Así, el dilema de la suba de precios, contiene la disputa por la distribución del ingreso y las ganancias. En esa "puja distributiva" las patronales, sin embargo, tienen las de ganar porque son ellas mismas las que fijan los precios de venta y, por lo tanto, su propia ganancia. En épocas de Ricardo el capitalismo en ascenso todavía no había sufrido aún el proceso de concentración que condujo al monopolio. Entonces, la libre competencia entre los propios capitalistas, servía para poner un límite objetivo a los aumentos de precios y las ganancias de los capitalistas. 
En la Argentina de hoy existe, como resultado de una estructura productiva atrasada (agravada por el proceso de desmantelamiento industrial), un proceso de concentración en prácticamente todos los sectores de la economía donde, entre 2 y 4 grandes empresas, controlan hasta el 100% del mercado y, por lo tanto, fijan a su antojo los precios y la envergadura de sus ganancias (ver cuadro).
La idea que se pretende instalar acerca de que un desborde en los reclamos salariales provocaría una suba de precios, bien leída, constituye una extorsión a los asalariados y, principalmente, al gobierno. Eso explica la reacción presidencial y la velada convocatoria a un boicot a los formadores de precios. 
Es bueno recordar que la recuperación de las paritarias anuales se generalizó a todo el movimiento obrero allí por los años 2005 y 2006, y los aumentos y recomposiciones se fijaron en función de la suba de precios ya ocurrida durante los años anteriores. Un argumento simple y muy concreto que sirve para dejar en claro el orden de los factores y las responsabilidades en lo que se dio en llamar "la puja distributiva". 
La concentración de la cadena de ventas y producción ha sido (y todavía es) un recurso del que se valieron los grandes formadores de precios para repropiarse por la vía de la remarcación lo que el Estado distribuye a través de los planes sociales, jubilaciones, aumentos de salarios y gasto social en general.
Consultado por Tiempo Argentino Claudio Boada, titular de la Unión de Consumidores, confirmó que "existe una fuerte puja distributiva donde los salarios vienen desde atrás". El especialista aseguró que la asociación "cuenta con estudios que demuestran que hay sectores como las prepagas donde los aumentos se dan de manera cartelizada y siempre por arriba (entre un 80% o 100%), del aumento acumulado por las estimaciones privadas".  En lo que se refiere a los sectores más sensibles, la asociación asegura que "los supermercados e hipermercados, que son un sector sumamente concentrado, ofrecen descuentos que llegan hasta el 70 por ciento. Eso demuestra que el argumento de que trabajan con un margen de apenas el 4% y que sus fortaleza pasa por el volumen de productos es un mito. Existe un margen muy grande. Hay una incidencia notable en la concentración de la oferta y el manejo del precio final. Es necesario transparentar toda la cadena productiva para que sepamos qué pasa y quién se lleva la tajada del león. Los consumidores somos los únicos que no tenemos conciencia sobre nuestro poder", remató en coincidencia con las declaraciones de la presidenta.
Con todo, la resolución de fondo del dilema de los "formadores de precios" debiera apuntar a desmantelar la concentración económica. Sin embargo, también es posible establecer un coto a la manipulación de los precios sobre la base de una fuerte reforma tributaria que, de manera progresiva, ponga límites taxativos a las ganancias capitalistas.
El diputado nacional de Nuevo Encuentro Carlos Heller, en diálogo con Tiempo Argentino, explicó que "los formadores de precios buscan apropiarse gran parte del mayor poder de compra de la población. En vez de producir más incrementan los precios y sus márgenes de rentabilidad. Hay que limitar la capacidad de apropiación que tienen a través de una progresividad de impuestos. Un mecanismo similar a las retenciones móviles: cuando la rentabilidad pasa de una determinada raya, la alícuota impositiva crecer de manera vertical", propuso.
Consultado sobre los argumentos patronales tendientes a atribuir la carestía a los incrementos salariales, tajante, aseguró que "descarto que los aumentos de precios estén asociados a los salarios. El problema argentino no es el alto costo laboral sino la alta concentración económica y la alta rentabilidad de esos sectores concentrados y su resistencia a ceder cuotas de rentabilidad. La cosa está ahí." concluyó.  «
 
 
Chinos contra los súper
 
 
A través de un comunicado de prensa la Federación de Supermercados y Asociaciones Chinas de la República Argentina denunció que en el país "tres grupos de supermercados concentran más del 50 % de las ventas". 
El comunicado recuerda que “en algún momento en nuestro país había más de 20 cadenas de supermercados pero se fueron concentrando y ahora sólo existen tres grandes grupos que pueden comprar grandes cantidades de mercadería a bajo precio, logrando también establecer los precios que quieren”. 
Además, la organización asegura que “los consumidores y las pymes son rehenes de estos grupos económicos y no pueden migrar hacia otros estratos”. 
Por este motivo, la asociación reclama la inmediata intervención del gobierno nacional para "equiparar derechos" y, de este modo, "evitar la desaparición de las Pymes y garantizar precios justos a los consumidores".
Fuente: Tiempo Argentino

domingo, 27 de enero de 2013

La posición nacional de FORJA





Por Juan Godoy*

       La Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) nace en plena década infame, como la denominara José Luis Torres, espíritu de la cual iba a ser inmortalizado por los tangos de Discépolo, paradigmático será el “Cambalache”, u otros como “Yira, yira”, o ¿Qué sapa señor? que cantaba hacia 1931“la tierra está maldita, y el amor con gripe en cama. La gente en guerra grita, bulle, mata, rompe y brama (…) ¡qué sapa, Señor!… que todo es demencial… Los chicos ya nacen por correspondencia, y asoman del sobre sabiendo afanar…”[i]. El 6 de septiembre del ’30 se había dado el golpe contra la experiencia nacional del gobierno yrigoyenista, hacia 1932 Justo (representante de la oligarquía pro-británica) había desplazado a Uriburu. De ahí que Ramos sintetice que “si los hijos de los senadores se hicieron nacionalistas, comenzaron su carrera haciendo una revolución para otros. Esto último, según se verá, no era un error sino más bien una enfermedad incurable”[ii]. El radicalismo se había alvearizado, había levantado la abstención revolucionaria, convalidando el Pacto Roca-Runciman y “el nuevo Régimen”.
La entrega al imperialismo británico se sucedía día a día, era el intento de salvar la Argentina granero del mundo, apéndice de dicha potencia desde los tiempos de Mitre, el modelo para pocos, profundamente injusto y desigual como lo demostrara a principios del siglo XX Bialet Massé en su informe sobre el estado de la clase obrera. La ignominia reinaba, José M. Rosa establece que “no había dinero, no había trabajo, no había siquiera comida. Tanto en la ciudad como en el campo”.[iii] Pero un puñado de patriotas iba a levantar las banderas nacionales un 29 de junio del año 1935 en un sótano de la calle Corrientes, y las mantendría en alto hasta que un nuevo movimiento nacional-popular irrumpiera en la historia argentina un 17 de octubre del ‘45. A casi dos meses de los sucesos FORJA se disuelve, pues como lo expresa su declaración de disolución: “el pensamiento y las finalidades perseguidas al crearse FORJA están cumplidas al definirse un movimiento popular en condiciones políticas y sociales que son la expresión colectiva de una voluntad nacional de realización cuya carencia de sostén político motivó la formación de FORJA ante su abandono por el radicalismo. Y resuelve: la disolución de FORJA dejando en libertad de acción a sus afiliados”.[iv]
En estas breves líneas, tenemos la intención de poner en consideración la construcción de una posición nacional por parte de los forjistas, para el análisis de la realidad, y el accionar político. FORJA fue un movimiento profundamente original y nacional. No tomó esquemas realizados en y para otras latitudes en forma acrítica, no basó su ideario ni en el liberalismo, el marxismo (en este caso si hay alguna influencia es individual, no como agrupación[v]) o el fascismo. Más bien los muchachos de FORJA procuraron la elaboración de un esquema propio, que tuviera en cuenta las particularidades de nuestra nación, como país latinoamericano, semi-colonial, en el cual no ha habido un proceso de industrialización que desarrolle al mismo, etc.
Así, FORJA se lanza a generar sus propias herramientas de análisis y de acción política, se trata de crear, de inventar por parte de los pueblos oprimidos sus propios caminos para la liberación, sin copiar por “modas intelectuales”, embelesamientos con las “luces de la civilización”, etc. Aquí no hay rechazo de lo generado en otras latitudes y en otros tiempos, sino que lo que hay es no importación acrítica de modelos de los países opresores. Así, utilizar las doctrinas e ideologías, pero no ser usado por éstas.[vi] Los problemas argentinos deben ser enfrentados con criterio argentino, generar  categorías nacionales, así FORJA buscó “dirigir el pensamiento nacional hacia los hechos concretos y sus implicancias económicas sociales y culturales propias, para tratar de contribuir a la elaboración de un pensamiento propio (pues) comprende oportunamente que su tarea fundamental es aportar al pensamiento argentino el método y los modos de conocer nuestra realidad y señalar los rumbos necesarios de una política nacional”[vii]
La posición nacional se enlaza con la nación misma, con los intereses nacionales, así buscar ser un pensamiento exclusiva y genuinamente argentino que se oriente hacia fines nacionales. Escapa entonces a la lógica de lo partidario. Avancemos y veamos una declaración de la agrupación del año 1941 donde queda clara la idea: “al espíritu colonial de entrega, se opone equivocadamente un espíritu colonial de rebelión. FORJA que, por primera vez en nuestra historia, estudió la raíz de nuestros problemas y denunció las formaciones extranjeras que se oponen a la unidad fundamental de la Nación, toma también para sí la tarea de orientar paulatinamente la rebelión de nuestra juventud, hasta encauzarla en la línea más amplia de nuestra tradición, honrada y patrióticamente practicada, para darle así la eficacia de acción de que ahora carece. FORJA cree que sólo del pueblo argentino, de la masa innumerable sin voz y sin más conocimiento que la certeza de sus propias dificultades, puede surgir la salvación entera de la nación”[viii]. Se establece la necesidad de indagar en nuestro pasado, en la historia nacional para resolver las problemáticas particulares que se suscitan. Buscar en las masas populares, en sus rebeliones, en las tradiciones, en la cultura nacional los caminos que nos permitan llegar a fundamentos propios para la acción. Es la construcción conjunta con el pueblo en lucha.
Para comprender mejor lo que venimos desarrollando, debemos sostener que los forjistas están pensando en que la Argentina es una semi-colonia de Gran Bretaña. En éstas, no son necesarias las armas como en las colonias propiamente dichas, no se encuentra el ejército de ocupación. Aquí los mecanismos son “más sutiles”, hace mella en estos países el aparato de colonización pedagógica que no permite el estímulo a la conciencia nacional.[ix] Hay entonces, a diferencia de las naciones que ya cumplieron con su revolución democrático-burguesa y son desarrolladas, una cuestión nacional a resolver: “el problema de los países plutocráticos es un problema puramente interno, entre nosotros está vinculado a la existencia de una soberanía nacional auténtica. Necesitamos liberar a la nación para liberarnos dentro de ella”.[x] No existe “etapismo” en la concepción de FORJA, sino que la lucha por la liberación nacional es al mismo tiempo la lucha por la justicia social.
Los forjistas entonces propugnaban la integración vertical de todos los sectores enfrentados a la oligarquía y al imperialismo para lograr la emancipación integral de la nación. Se trata de buscar puntos de coincidencia para construir la patria, en base a los intereses de la misma que son los intereses del pueblo, “hacer la nación: esa es nuestra tarea y traición es todo lo que se le oponga… Es necesario unirse bajo la gran bandera de la causa argentina frente al régimen, alternativamente democrático o fascista, de los entregadores. (…) Las nuevas generaciones como la de mayo, tienen un deber emancipador que cumplir”[xi].
De esta forma, para finalizar, en el esquema de FORJA, que es esencialmente argentino, se puede observar la noción que existe un enfrentamiento que recorre profundamente toda la historia nacional, es a saber: la lucha entre el pueblo argentino y la oligarquía aliada al imperialismo, así sostienen en su quinto cuaderno “el drama de la Patria enfrenta dos personajes solamente: el pueblo encadenado y la finanza imperialista. Lo demás no cuenta. Cuando están en juego los destinos de un pueblo, toda reclamación particular perturba y divide”[xii].
* El autor es Sociólogo, Universidad de Buenos Aires (UBA) y Profesor de Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Becario Comisión de Investigaciones Científicas (CIC)


[i] Discépolo, Enrique Santos. (2009). Apéndice de tangos. En ¿A mí me la vas a contar? Discursos a Mordisquito. Buenos Aires: Terramar, página 122.
[ii] Ramos, Jorge Abelardo. (1984). La factoría pampeana. 1922-1943. Buenos Aires: Galerna, página 155. Se trata del tomo IV de Revolución y contrarrevolución en la Argentina, también publicado bajo el título El sexto dominio (1922-1943).
[iii] Rosa, José María. (1980). Historia Argentina. Orígenes de la Argentina contemporánea. Década infame (1932-1943). Tomo 12. Buenos Aires: Oriente, página 14.
[iv] Acta de Disolución de FORJA. Reproducida en Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo, página 177.
[v] Scenna, Miguel Ángel. (1983). FORJA. Una aventura argentina (de Yrigoyen a Perón). Buenos Aires: Editorial de Belgrano. Norberto Galasso plantea al respecto que uno de los máximos ideólogos de FORJA, Scalabrini Ortíz, lee a Marx, Lenin, Trosky, y que en el centro de su pensamiento se encuentra la cuestión nacional, la diferencia entre países oprimidos y opresores, entre otras categorías marxistas (y de sus continuadores). De todas formas Scalabrini no habla en sentido de clases sino de masas, oprimidos, pueblo. Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires: Colihue.
-[vi] Jauretche, Arturo. (1976). Op. Cit.
[vii] Jauretche, Arturo. (1976). Op. Cit., página 68 y 29.
[viii] Declaración de FORJA. 16-8-1941. Citado en Galasso, Norberto. (2003). Jauretche y su época. De Yrigoyen a Perón, 1901-1955. Tomo I. Buenos Aires: Corregidor, página 393.
[ix] Ramos, Jorge Abelardo. (1961). Crisis y resurrección de la literatura argentina. Buenos Aires: Coyoacán.
[x] Nota en Forjando. 17-11-1941. Citado en Galasso, Norberto. (2003). Op. Cit., página 395.
[xi] Declaración de FORJA. 18-9-1942. Citado en Galasso, Norberto. (2003). Op. Cit., páginas 411-412.
[xii] Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Cuadernos de FORJA. Buenos Aires: Ediciones de la UNLA/Colección Pensamiento Nacional, página 229.

Bibliografía

-         Discépolo, Enrique Santos. (2009). Apéndice de tangos. En ¿A mí me la vas a contar? Discursos a Mordisquito. Buenos Aires: Terramar.
-         Galasso, Norberto. (2003). Jauretche y su época. De Yrigoyen a Perón, 1901-1955. Tomo I. Buenos Aires: Corregidor
-         Galasso, Norberto. (2008). Vida de Scalabrini Ortíz. Buenos Aires: Colihue.
-         Jaramillo, Ana (Comp.). (2012). Cuadernos de FORJA. Buenos Aires: Ediciones de la UNLA/Colección Pensamiento Nacional
-         Jauretche, Arturo. (1976). Forja y la década infame. Con un apéndice de manifiestos, declaraciones y textos volantes. Buenos Aires: Peña Lillo
-         Ramos, Jorge Abelardo. (1961). Crisis y resurrección de la literatura argentina. Buenos Aires: Coyoacán.
-         Ramos, Jorge Abelardo. (1984). La factoría pampeana. 1922-1943. Buenos Aires: Galerna.
-         Rosa, José María. (1980). Historia Argentina. Orígenes de la Argentina contemporánea. Década infame (1932-1943). Tomo 12. Buenos Aires: Oriente
-         Scenna, Miguel Ángel. (1983). FORJA. Una aventura argentina (de Yrigoyen a Perón). Buenos Aires: Editorial de Belgrano.