sábado, 29 de septiembre de 2012

Más ricos... más pobres

Por Osvaldo Bayer
La noticia estalló justo cuando estaba yo por dejar Alemania para regresar a la Argentina. Los titulares de los diarios lo decían todo: “Certificado de pobreza para un país rico”, “Los ricos de Alemania cada vez más ricos”, “Los pobres siguen pobres; los ricos, más ricos”. Y los que titularon así no son diarios de izquierda, no. Dos de ellos son de tendencia liberal y el otro, conservador. Sí, el informe oficial del gobierno conservador-liberal de Alemania fue como un campanazo de alarma. Ese informe oficial fue presentado por la ministra del gobierno Von der Leyen, del conservador Partido Demócrata-Cristiano. Es decir, no son cifras elaboradas por la izquierda o por algún centro de estudiantes. No. Es nada menos que el informe oficial. Pero en ese informe hay más para asustarse: se ha comprobado que el 10 por ciento de la población posee el 53 por ciento de la riqueza nacional; el 40 por ciento (que conforma la clase media) posee el 46 por ciento de esa riqueza; y el resto, el 50 por ciento de la población, es decir, la mitad de los habitantes totales posee apenas el uno por ciento de la riqueza. Sí, tal cual. Parece increíble. Pero, repetimos, fue presentado oficialmente por el propio gobierno.
Por supuesto, el debate comenzó en todas las esferas. “Alemania no es pobre, pero cada vez más se abre la tijera de la diferencia entre ricos y pobres”, dice con algo de tristeza el diario conservador de Bonn General Anzeiger. Los socialistas salieron a la palestra exigiendo el aumento de los impuestos a los magnates acaudalados. Y en seguida la respuesta conocida: no, no se pueden aumentar los impuestos a los ricos porque si no se llevan esa riqueza a otro país. Y dejan sin trabajo a la gente. Un conocido argumento basado en el miedo a quedarse sin ricos y convertirse todos en pobres. El periódico Frankfurter Rundschau es fuerte en su editorial bajo el título “Así no puede seguir”. Y comienza: “Los alemanes son cada vez más ricos. No es así, la verdad es que los alemanes ricos son cada vez más ricos”. Y llega a la conclusión de que se ha llegado a eso por “la repartición totalmente desigual de la fortuna pública”.
Eso ocurre en la denominada “joya económica de Europa”. El análisis del reparto de la riqueza en los Estados Unidos de Norteamérica daría cifras para asustarse y quedarse mudo. Y entonces nace la obligada pregunta fundamental: ¿ésas son las auténticas democracias? ¿La palabra democracia no tendría que estar uniendo las palabras libertad con igualdad? Todo lo contrario: cada año, en esos países “modelo” aumenta la desigualdad. Por ejemplo, en Alemania, en 2008, el 10 por ciento que conforma la franja de los pobladores más ricos contaban con el 45 por ciento de la fortuna privada total; cuatro años después esa parte ha subido el 53 por ciento. ¿Qué pasará dentro de diez años? Mientras tanto, Alemania tiene cerca de tres millones de desocupados que cobran una ayuda por cierto muy modesta. El diario bávaro Münchner Merkur titula “Dinamita bajo el fundamento de la democracia” y protesta porque cada vez más “la democracia es desgastada por una masa de población que se va empobreciendo mientras aumenta cada vez más la riqueza de la clase alta”. “Alemania se ha convertido en una sociedad de clases”. La única democracia que poseen los pobres es poner el papelito en las urnas cada dos años, igual que los ricos. Y aquí cabe de nuevo la pregunta: ¿es ésa una auténtica democracia?
Un golpe severo para el gobierno de su propio partido, la Democracia Cristiana acaba de ser asestado por uno de los hombres fundamentales en la historia de ese partido político, Heiner Geissler, que fue secretario general de esa organización durante doce años (desde 1977 a 1989). En el congreso partidario de Rhein-Sieg declaró que “El mundo ha caído en el desorden porque la política y la economía han perdido sus fundamentos éticos”. Y agregó mencionando al gobierno de su propio partido: “ya no poseemos nosotros una economía social de mercado sino llanamente el capitalismo”. Y dio esta meta: “necesitamos un sistema de mercado social-ecológico internacional. Ahora se ahorra a costo del ser humano. Esto lo tiene que tener en claro la Democracia Cristiana porque actualmente hay en el mundo dinero como trigo y dinero como mierda. Y nos representa la gente falsa”. De paso criticó a la Iglesia Católica diciendo: “La Iglesia no tiene que renunciar a sus obligaciones sociales, y no sólo dedicarse a la liturgia y a un falso alejarse de lo llamado mundanal”.
Algo para reflexionar. Y es que no salieron estas palabras de algún “agitador” de izquierda, sino de un hombre de la escuela de Adenauer y Kohl.
Ante las realidades lo bueno es que comience por fin un debate constructivo que ayude a salir de la crisis en que se encuentra el continente europeo.
Regreso a Buenos Aires. Me encuentro con mi amigo de muchos años, el pastor evangélico Arturo Blatezky, representante de la comunidad luterana alemana en la Argentina. Lo veo al borde de la de-sesperación. El tiene en Quilmes un comedor infantil y además instituciones pedagógicas en las que asiste a niños de villas de extrema pobreza en esa localidad bonaerense. Yo he visitado esos lugares y admiro a este hombre y a sus ayudantes. Dar de comer a los niños más humildes de nuestra sociedad que tienen hambre. ¿Qué mejor papel hay en la vida que eso? Los niños. Ver sus ojos. Llenarlos de esperanza y mostrarles la mano abierta que le niega la realidad.
Me explica: desde hace meses, el gobierno bonaerense no da la ayuda estipulada a los comedores infantiles ni paga las becas para los asistentes que mantienen con su trabajo esos lugares tan necesarios para mantener la paz y alejar la violencia de nuestras ciudades: los niños con hambre, los niños que necesitan sonrisa a través de las manos docentes que los ayudan a soportar su destino no buscado.
En este hombre y en su mujer, Claudia Lohff, existe una pasión por la ayuda a los más desamparados de nuestra sociedad, los niños de nuestras villas miseria y sus madres. Primero crearon el jardín maternal Los Angelitos y luego el jardín de infantes El arca de los niños. Los he visitado varias veces, son lugares en los que los niños se sienten felices, se los oye reír, conversar, gritar, pegar saltos de alegría. Es crear vida sostener esos lugares. Crear futuro sin violencia. Son totalmente gratuitos, para niños de 3 meses a 5 años, funcionan de lunes a viernes de 7 a 17 horas. Se les dan a los niños tres comidas diarias, se los cuida en la salud y la higiene, y se les da actividades pedagógicas, descanso y recreación. Concurren 130 niños y niñas de las familias más pobres y desprotegidas de las zonas marginales de Quilmes. Acompañan a las madres y a los padres (si los hubiere) en sus gravísimas dificultades de supervivencia diaria. Son todas familias consideradas “de riesgo”, sin trabajo, en viviendas absolutamente precarias, en hacinamiento, con problemas de alcohol y drogas, o con sida, violencia familiar, abuso de menores y la discriminación que sufren diariamente por parte de la “sociedad”. Es decir, estas manos abiertas ayudan a que se respeten los Derechos Humanos del Niño. El pastor Arturo Blatezky pertenece al Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos (MEDH) y protegió en este lugar quilmeño a familias de desaparecidos, presos y perseguidos por la dictadura militar.
Para el funcionamiento de estas increíbles iniciativas contó con el apoyo de organizaciones de derechos humanos de Alemania. Son ya tres décadas de existencia y por supuesto dependen en gran parte de las ayudas estatales de la provincia de Buenos Aires, que ahora no reciben más y la situación es muy difícil por el aumento de los costos de alimentos y servicios. De pronto, la obligación profundamente moral que tienen las autoridades provinciales fue olvidada o postergada. Por eso, el jueves pasado, más de cuatro mil personas hicieron una marcha hacia la casa de gobierno de La Plata a pedir al gobernador Scioli su inmediata intervención. Pero pese a todos los trámites realizados, no fueron recibidos.
No podemos dejar de dedicar estas líneas a este profundo problema de nuestra sociedad. Creemos que finalmente las autoridades reflexionarán. Se trata de nuestros niños. Sí, nuestros, porque nos pertenecen a todos como sociedad y somos responsables de ello. Nunca más permitir niños con hambre en nuestras calles. Nunca más. Es un deber de todo país democrático.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Crisis mundial


Desde comienzos de la década del los 70, se desarrolla en el sistema capitalista una crisis estructural que afecta severamente el régimen de acumulación de capital iniciado en la posguerra. En 1971 se dio por terminada la relación existente entre el oro y el dólar, se resquebrajaron los acuerdos de Bretton Woods y dio comienzo la inestabilidad cambiaria y financiera que han caracterizado estas cuatro décadas.


Los pilares fundamentales del período iniciado en la posguerra fueron el establecimiento de tasas de cambio fijas, ciertos límites a la movilidad de los capitales, la creación de diversas instituciones como el F.M.I. , el B.I.R.F. y el GATT.,.más la activa presencia del Estado, que desempeñó un papel clave en el período de posguerra. al impulsar intensamente la investigación tecnológica. Además, se pusieron límites a la posesión de activos en poder de los bancos, especialmente en títulos considerados especulativos y se les impidió actuar como intermediarios en la emisión de acciones de las sociedades, quedando reservada esa actividad a los bancos de negocios. Seguir leyendo

Fuente: IADE

El Cacerolazo del 13 de Septiembre y la Clase Media, Editorial de Roberto Navarro




jueves, 27 de septiembre de 2012

Del 10 de agosto al 22 de septiembre de 1792: en el 220º aniversario de la proclamación de la Primera República francesa

El pasado 22 de septiembre, Antoni Domènech cumplió 60 años. Varios amigos organizaron una pequeña celebración íntima. La historiadora Florence Gauthier, que no pudo asistir, contribuyó sin
embargo a la fiesta enviando el texto que a continuación se reproduce. El 22 de septiembre se
cumplían también 220 años de la proclamación de la I República revolucionaria francesa.
El Gran Miedo de Julio de 1789 y la toma de la Bastilla habían derrocado la monarquía absoluta; la
Revolución del 10 de agosto de 1792 derribó la monarquía constitucional de 1791 y fundó una república democrática.
Los Estados Generales, institución medieval que autorizaba una representación del pueblo en forma de gran consejo real de los tres órdenes, habían sido elegidos según el principio “un hogar, una voz”. Eso afectaba a todos los jefes de hogar, y muchas mujeres lo eran. Lo que no resulta para nada sorprendente, habida cuenta de que la vieja concepción popular del derecho se aplicaba a los dos sexos; ni la Iglesia ni las “elites” habían conseguido todavía borrarla de la historia.La asamblea de los Estados Generales convocada por Luis XVI para el 1º de mayo de 1789, pero reunida el 5, se transformó rápidamente en Asamblea nacional constituyente, rechazando la división en órdenes (clero, nobleza, Tercer estado): una revolución jurídica que derrocaba la soberanía de la familia real para instituir el principio de la soberanía del pueblo de la que la Asamblea había nacido.
En esa época, las palabras “pueblo” y “nación” significaban la misma cosa; luego, juristas sutiles convertidos en expertos en “ciencia política” procedieron a distinguir entre ambos términos, pero en
1789 todavía no lo habían logrado. La “gran esperanza” del pueblo, nacida de la convocatoria de los Estados Generales, sostuvo los esfuerzos de la Asamblea nacional y provocó, en julio, una revolución por la vía de los hechos, derrocando la gran institución de la monarquía: los intendentes, que controlaban la administración, y los gobernadores, que mantenían el orden, desaparecieron. Una gran “revolución municipal” permitió entonces a los nuevos ciudadanos reorganizar el poder local y crear las guardias nacionales formadas por voluntarios y desertores del ejército real. Al mismo tiempo, la inmensa jacquerie que en tres semanas sacudió a tres cuartas partes del país asaltó la institución del
señorío. Esta revolución popular hizo retroceder al rey, que se disponía a hacer detener a los diputados
Empujada por el inmenso aliento de julio, la Asamblea nacional votaba el 26 de agosto la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, sentando los principios de la Constitución
venidera. Completo acá

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La Batalla de Tucumán, hito de una gesta inconclusa

 
 La batalla del 24 de septiembre de 1812 y que hoy cumple 200 años puso un claro freno a la marcha victoriosa de la tropas que bajaban desde el Alto Perú en nombre del rey de España y las hizo retroceder.
Para los historiadores la batalla, "fue una manifestación armada de una pulsión de contenido anticolonial.
A 200 años de la contienda que enfrentó a dos ejércitos notablemente desparejos en el Campo de las Carretas, en las afueras de la ciudad, la historiadores buscan ampliar las miradas sobre los hechos, para recuperar a la Batalla de Tucumán como acontecimiento clave de la gesta americana.
"Tenemos hoy ojos más sensibles para ver que la agenda política y el programa de los libertadores, como Belgrano, San Martín, Bolívar, O`Higgins o Artigas, eran a escala continental", dijo a Télam Daniel Campi, vicedirector del Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), de la Universidad Nacional de Tucumán y Conicet.
El historiador explicó que "lo que triunfó en Tucumán en 1812, en Salta en 1813, en Chacabuco en 1817, en Maipú en 1818 y en Ayacucho en 1824 fue un ejercito americano, manifestación de una pulsión de contenido anticolonial compartida por diferentes clases y etnias".
A diferencia de Bartolomé Mitre, con su mirada acrítica de la historiografía argentina, que colmó de contenidos anacrónicos todo el proceso de las guerras de independencia, "la historia hoy busca rescatar el sentido americano de esas luchas", señaló el historiador.
Mitre en su célebre "Historia de Belgrano" dice: "Así terminó la jornada de Tucumán, una de las más gloriosas para las armas argentinas", recuerda Campi en una publicación académica titulada "Los libertadores a la luz de los procesos de integración en América Latina".
"En 1812 no existía ni un Estado ni un Ejército argentinos, ni siquiera una identidad tímidamente esbozada", describe Campi.
La batalla de Tucumán "no fue una gesta localista y provinciana, como muchos quisieron significar. En realidad, fue uno de los más importantes acontecimientos del proceso independentista que tuvo como resultante la declaración de independencia de las provincias de Sur América", reivindicó.
Campi destacó que la Declaración de Independencia se hizo en español, quechua y aymara, de cara al mundo indígena y mencionó al tucumano Monteagudo, como la figura que acompañó a San Martín y a Bolívar en esa gesta, que calificó como "inconclusa".
"Uno de los ideólogos de los estados unidos de Sur América, proyecto bolivariano que naufragó por la preminencia de los localismos y de los particularismos", sostuvo Campi.
Para la historiadora e investigadora María Paula Parolo, también del instituto tucumano dependiente de la UNT y del Conicet, la Batalla de Tucumán nace de "la desobediencia de Belgrano al poder de Buenos Aires, que le exigía retroceder hasta Córdoba".
"Marcó el retroceso del ejército realista, y puso un límite al avance de las tropas de Pío Tristán, con la incorporación de los gauchos tucumanos a las filas que lideraba Manuel Belgrano", explicó.
La contienda enfrentó a dos ejércitos desparejos en tropa y armas, ya que del lado realista peleaban unos 3.000 hombres contra 1.200 patriotas y provocó un costo social y económico muy alto al pueblo de Tucumán.
"Los gauchos se armaron de manera improvisada y engrosaron las filas del ejército que a pesar de tener gran inferioridad numérica venció a los realistas en varios enfrentamientos", señaló Parolo.
Los relatos históricos hablan de un fuerte componente mágico atribuido a la Virgen de la Merced, patrona del Ejército patriota, por la irrupción durante el enfrentamiento cuerpo a cuerpo de un terrible "ventarrón", que alude al viento zonda; y de una invasión de langostas, que benefició aparentemente a los patriotas.
No obstante, una de las improntas más relevantes de la batalla como parte de todo el proceso fue "hacerle concluir a San Martín la necesidad de avanzar hacia Lima por otra vía, el mar, tras el cruce de los Andes, y después de dejar preservada la frontera norte con los gauchos de Güemes".
En consonancia con Campi, la investigadora tucumana destaca la funcionalidad de la Batalla de Tucumán en el marco "de un plan continental de liberación sudamericana".
Después del éxodo jujeño, la batalla de Tucumán marca un límite al poder realista y permite avanzar hacia la liberación que encabeza San Martín por el sur y Bolívar por el norte, hasta lograr en Ayacucho en 1824 el fin de la guerra.
La batalla de Tucumán y la Guerra de la Independencia tienen hoy un contenido "mucho más amplio, americano o suramericano, lo que guarda coherencia no sólo con las evidencias históricas sino con una agenda política continental signada por grandes proyectos como el Mercosur y la Unasur", concluyó Campi.

Hasta la Victoria Compañero...



viernes, 21 de septiembre de 2012

Presentación: "Una historia laboral jamás contada...", un libro que recorre las conquistas de los trabajadores




La Soberanía Nacional en la Encrucijada



Por Dionela Guidi* y Juan Godoy**

“la riqueza de la tierra, como la del subsuelo mineral de la república, no puede
ni debe ser objeto de otras explotaciones que las de la Nación misma”
Hipólito Yrigoyen, 1930***


“debemos consolidar nuestra independencia económica como base fundamental de la economía social y de la independencia política, resguardando la heredada y sus riquezas de la voracidad del capitalismo internacional y de los trusts sin bandera que actúan negativamente en la vida de los pueblos empobreciéndolos y explotándolos”
Juan Domingo Perón, 1948 ****


“Por eso quiero decirles que esto es una política de Estado: querer unirnos a todos los argentinos, cualquiera sea su pertenencia (…) YPF es de todos (…) Y yo quiero convocar a sus trabajadores, a todos los que están hoy en el pozo, a sus estacioneros, a todos los hombres y mujeres que tienen responsabilidad, a que la Argentina tiene que seguir creciendo, tiene que seguir andando, a que cada uno en su puesto de lucha ayude a reconstruir esta gran empresa para todos los argentinos”
Cristina Fernández de Kirchner, 2012 *****


Pretendemos a través de las siguientes líneas, desentrañar la trama de los procesos que procuraron llevar a cabo una política nacional, popular, latinoamericana en relación al control de los “resortes” económicos fundamentales, para que desde el fondo de esa historia, muchas veces velada, recuperemos el significado e impacto de esas experiencias, a modo de apuntes para continuar la línea de la liberación nacional. Así abordar la cuestión de la soberanía nacional, centrándonos en el control de los recursos petroleros, y su reciente recuperación, pero al mismo tiempo, yendo más allá ello, tratarlo desde una perspectiva más amplia. Procurar asimismo, dar los fundamentos, las razones de la progresividad de las reivindicaciones y realizaciones nacionales.
Producidos, a principios de siglo XIX, nuestros procesos revolucionarios emancipatorios con sus consiguientes proyectos populares, de unidad de los territorios liberados del yugo español, simbolizados de sur a norte con la gesta sanmartiniana, y de norte a sur con la bolivariana, que iban a terminar frustrados, pudiendo nosotros establecer como uno de los últimos intentos de unificación de la Patria Grande ligados a la primera gesta libertadora, el del Congreso de Panamá (al cual la oligarquía rivadaviana no iba a enviar representantes), donde Bolívar estableciera que “este congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra” (Bolívar, (1826), 2009; 329)
Frustrados decíamos, en tanto el ideal de unidad de Nuestra América, de la gran Patria Grande con que soñaron nuestros libertadores, se iba a terminar, dado el proceso de balcanización (bajo la injerencia de Gran Bretaña y sus consiguientes aliados internos –fundamentalmente las oligarquías portuarias-), en una veintena de países, “todos son vecinos de espaldas, hermanos extraños, que se “desarrollan” hacia fuera. Divididos y enajenados” (Methol Ferré, 1973; 41), unos mirando hacia el Atlántico, otros hacia el Pacífico. América Latina aparece así como una Nación inconclusa, por lo cual Jorge Abelardo Ramos manifiesta que “somos un país porque no pudimos integrar una nación, y fuimos argentinos porque fracasamos en ser americanos, aquí se encierra todo nuestro drama y la clave de la revolución que vendrá” (Ramos, 1986; 15)
De esta forma, Argentina (como los demás países latinoamericanos) hacia fines del siglo XIX, se caracteriza por desenvolverse como apéndice de los centros de dominación imperiales, de los países desarrollados, convirtiéndose en granja de Su Graciosa Majestad Gran Bretaña. Así obtiene una independencia nominal que enmascara una dependencia real, lo cual habilita a Arturo Jauretche a sostener que es una semi-colonia (Jauretche, 2004).

Teniendo en cuenta esta condición Hernández Arregui va a diferenciar los nacionalismos de los países desarrollados, opresores, de los de los países semi-coloniales, oprimidos. El primero es un nacionalismo expansivo, que tiende, por sus condiciones a buscar la dominación de otros pueblos; en cambio, el segundo, lo caracteriza como defensivo, en tanto lucha por su autodeterminación y su liberación de las ataduras que lo oprimen y no dejan que se desenvuelva en sus plenas potencialidades. Este nacionalismo de los denominados países del tercer mundo, es el que lleva adelante las reivindicaciones nacionales al mismo tiempo que las sociales, en tanto apunta a romper con la condición semicolonial. Este nacionalismo no debe ceñirse a la conservación de las naciones segregadas, sino que debe tender al restablecimiento de una totalidad más amplia, (Hernández Arregui, 2004) que rebase las fronteras nacionales, es decir, que apunte a reconstruir la Nación Latinoamericana (esto lo retomaremos más adelante si su paciencia lo permite).
Siguiendo con la conceptualización del autor de Peronismo y Socialismo, consideramos que el desconocimiento de esta estructura semi-colonial, va a traer aparejadas formas de alienación cultural, de colonización pedagógica, apreciaciones desligadas del interés de la nación y de las necesidades populares, negadoras del sustrato profundo de la patria.
Así la visión de esta intelligentzia en tanto portadora y formada en las ideas de la ciudad-puerto, de un modelo agro-exportador, ligado a la tenencia de la tierra, verá en las provincias, en la industrialización, en los sectores obreros el fantasma que arremete contra sus intereses que no son otros que los de las clases dominantes. La conciencia individual no llega a comprender la realidad deformada de un país dependiente. Es la aplicación de un esquema teórico a una realidad diferente, es la aplicación acrítica que no tiene en cuenta las particularidades nacionales. Por esta vía niegan al país, pero en esa negación se afirman como intelligentzia. Así Hernández Arregui argumentará que: “el intelectual colonizado construirá una Argentina espectral, pues él mismo es el fetiche deshumanizado de la colonización pedagógica que lo desposee”. (Hernández Arregui, 1973; 162)
Tomando estas apreciaciones de Hernández Arregui, haciendo un llamado a un conocimiento situado, a un pensar en nacional, en función del conocimiento de la nación, en función sus intereses, que no son otros que los del pueblo. Podemos considerar el descubrimiento del petróleo, la creación de YPF, y el papel de éste y ésta en el desarrollo nacional.
Con respecto al primero, el descubrimiento del petróleo ponemos en consideración que el descubrimiento fue fruto de una Comisión formada en el año 1902, donde se puede observar la actuación de varios hombres enfrentados con el proyecto mitrista (aniquilamiento del interior, de la montonera, de los blancos orientales, y del Paraguay industrialista mediante) de echar las bases de la Argentina agroexportadora, semi-colonial, apéndice de la economía británica, hombres como José Hernández, y su hermano Rafael, Carlos Pellegrini, Osvaldo Magnasco, Eduardo Wilde, David Peña, Enrique Hermitte, etc. (Galasso, 2011).
Dicha comisión buscaba sustituir la principal fuente de energía, en ese momento el carbón mineral (que cubría el 95 % de las necesidades energéticas, y era importado de Gran Bretaña). Se buscaba petróleo y carbón, en tanto éstos permitían abaratar costos (4 veces más baratos) y además sería producido localmente con los consiguientes beneficios. (AA.VV., 2008). Scalabrini Ortiz, desde un cuaderno de FORJA denominado Petróleo e Imperialismo, retoma la denuncia que realiza el diputado Osvaldo Magnasco en 1891 donde manifiesta la política británica de sofocamiento a la incipiente industria de petróleo en las provincias de Mendoza y Jujuy. Ni bien llegaba a oídos de las empresas ferroviarias controladas por los ingleses (los cuales estaban trazados, como en las colonias, en abanico al puerto, como una tela-araña metálica que aprisiona la nación), el anuncio de una partida de petróleo hacia Buenos Aires o cualquier otro punto, inmediatamente eran subidas las tarifas colosalmente para tornar la actividad inviable. (Scalabrini Ortiz, 1938). La cuestión es mantener la Nación en un primitivismo agrario.

En relación al descubrimiento, resaltamos con los autores de Cien años de petróleo argentino (AA.VV., 2008) que éste sería analizado, abordado por los intereses anti-nacionales, como fruto de una “casualidad”, ridiculizándolo: “buscaban agua y encontraron petróleo”, lo cual es caracterizado por dichos autores como una zoncera, la “zoncera del agua”, pero en realidad, como vimos fue fruto de la planificación del Estado. La zoncera busca así eliminar el papel del estado en la economía, justamente en un país semicolonial que pugna por su desarrollo y en el cual el petróleo y su control es un elemento indispensable para el mismo.
De esta forma, desde 1907 se puede decir que, existen dos modelos antagónicos en torno a los hidrocarburos en nuestro país: “por un lado, el anti-industrialista, agropecuario de exportación, energética, científica y tecnológicamente dependiente; y por el otro, el estatal, industrialista, tecnológica, energética y económicamente autónomo, democrático y popular, entendido a su vez como apéndice fundamental de América Latina”. (AA.VV., 2008)
En la segunda línea, más allá del nacionalismo agrario profesado, podemos ubicar la creación por parte de Hipólito Yrigoyen de YPF en el año 1922, bajo la dirección de Enrique Mosconi, quien consideraba la importancia de la soberanía sobre los recursos petroleros para la independencia económica de Latinoamérica. Así, éste decía en año 1936: “Es menester acelerar la marcha hacia el Junín y Ayacucho económicos (…) la juventud de hoy, generación que ha de regir mañana los destinos de Nuestramérica debe cumplir su tarea en la grande misión que le corresponde” (Mosconi,1983;21) como así también, y sobre todo, el proyecto de nacionalización en el segundo gobierno del “peludo”, el cual iba a ser “trabado” en el senado (reducto de los intereses conservadores).
Acerca del proyecto el entonces presidente ya anciano, diría a Homero Manzi, y a un grupo de jóvenes que lo visitaba, lo siguiente: “salgo de mi rancho a la edad que los hombres se jubilan, en que solo se tiene serenidad para esperar la llegada de la muerte, y ello lo hago por mi ley del petróleo, para salvar de garras ajenas y propias los tesoros que Dios desparramó en esta tierra. Alguien deseoso de sorprender… su pensamiento, le preguntó: ¿y la tierra, Doctor? Sonrió Yrigoyen con una paternal sonrisa, y le dijo: amigo mío del subsuelo al suelo hay un poquito así” (Ford, 1971). Este proyecto, al mismo tiempo, iba a guardar íntima relación con el golpe pro-oligárquico del año ’30, que como se ha dicho tuvo “olor a petróleo”.
En sintonía, podemos ubicar algunas apreciaciones en relación al tema de los continuadores del yrigoyenismo, una vez entregadas sus banderas bajo la conducción alvearista, a saber: FORJA. Los muchachos forjistas iban a considerar al petróleo y a la nacionalización del mismo un eje fundamental de restablecimiento de la soberanía económica, de ahí que los forjistas resaltaran la nacionalización del petróleo llevada a cabo por el presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, comparando dicha política nacional con la entrega de la economía nacional al imperialismo británico profundizada en la década infame, sobre todo a partir del pacto Roca –Runciman, caracterizado por FORJA como el estatuto legal del coloniaje (véase, Scenna, 1983)
Con la reforma constitucional de 1949, continuando la perspectiva de soberanía nacional y profundizándola, resaltamos que bajo la primera presidencia de Perón, se logra establecer en el artículo 40 la inalienabilidad y el dominio imprescriptible de la Nación sobre sus recursos naturales, entre ellos los yacimientos hidrocarburíferos, sin participación de las empresas privadas en esta actividad: “La organización de la riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución”. De esta manera la propiedad de los yacimientos petrolíferos dejan de ser propiedad de las provincias, como lo establecía la ley 12.161 de 1935, para pertenecer a la Nación en su conjunto. Scalabrini Ortiz es una de las personalidades destacadas de consulta permanente por parte de Arturo Sampay (Galasso, 2006), el jurista y constitucionalista mentor de esta nueva constitución
.
Hay una clara interrelación entre el coloniaje económico y el político, un mutuo apuntalamiento, dado lo cual el restablecimiento de la soberanía económica trae aparejada la política, el General Perón al respecto argumenta: “Para esa recuperación del espíritu nacional es necesaria también la conquista de la independencia económica de nuestra patria para materializar de forma efectiva la independencia política de la república (…) mientras ello no se logre, todo ha de ser ficticio, porque el coloniaje económico importa al vasallaje político, y porque el imperialismo capitalista interfiere la vida de los pueblos en su desmedido afán de lucro”. Podemos recordar en relación a ello, a modo de ejemplificación, que Braden, el embajador nortemericano y punto de coincidencia entre la izquierda abstracta y la derecha más recalcitrante, cohesionador de la oposición “democrática” al peronismo naciente, era al mismo tiempo, personero de la Standard Oil y del negocio minero.
Para finalizar sostenemos que el nacionalismo, como decíamos, debe ser latinoamericano, en tanto busque desbordar las fronteras nacionales, de las “patrias chicas”, al mismo tiempo que apuntar a una industrialización, condición insoslayable para lograr la independencia económica, haciendo lugar a la soberanía política, que nos afirme como comunidad autónoma, que puede tomar sus propias decisiones, sin injerencia de factores foráneos (o de sus personeros locales), y pueda garantizar la justicia social para el conjunto de los sectores postergados por los modelos excluyentes.
De esta forma, una línea nacional debe tomar el control de sus recursos estratégicos para cortar todo vínculo que la ate a las naciones dominantes, y darle impulso al desarrollo necesario para que lo popular, pueda desenvolverse en todas sus fuerzas, y dar lugar a la nación plena.

* Licenciada en Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA)
** Licenciado en Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA)
*** Yrigoyen, Hipólito. (1930). Mensaje al Gobernador de Santiago del Estero en enero de 1930. En Volante de FORJA, 5 de mayo de 1938.
**** Perón, Juan Domingo. (1984). Discursos del General Perón a los Militares argentinos, 1946-1951. Buenos Aires: Realidad Política.
***** Fernández, Cristina. (2012). Anunció del proyecto de ley de expropiación de YPF: Discurso de la Presidenta de la Nación. Disponible en http://www.presidencia.gov.ar)
Bibliografía
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- Bolívar, Simón. (2009). Doctrina del libertador. Caracas: Biblioteca Ayacucho.
- Ford, Aníbal. (1971). Homero Manzi. Buenos Aires: CEAL.
- Galasso, Norberto. (2006) Perón. Formación, ascenso y caída. (1893-1955). Tomo 1. Buenos Aires: Colihue.
- Galasso, Norberto. (2011). Historia Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Buenos Aires: Colihue.
- Hernández Arregui, Juan José. (2004). Nacionalismo y liberación. Buenos Aires: Peña Lillo (Continente).
- Methol Ferré, Alberto. Geopolítica de la Cuenca del Plata. El Uruguay como problema. Buenos Aires: Peña Lillo.
- Mosconi, Enrique. (1983). El petróleo argentino. 1922-1930. Buenos Aires. Círculo Militar.
- Perón, Juan Domingo. (1984). Discursos del General Perón a los Militares argentinos, 1946-1951. Buenos Aires: Realidad Política, pagina 29.
- Ramos, Jorge Abelardo. (1986). Revolución y contrarrevolución en la Argentina. Las masas y las lanzas. Tomo I. Buenos Aires: Hyspamérica.
- Scalabrini Ortiz, R. y Dellepiane, L. (1938). Petróleo e Imperialismo. El ejemplo de México y el deber argentino. Cuadernos de Forja. Año 2 Nº4 Septiembre. Buenos Aires: Secretaría de FORJA.
- Scenna, Miguel Ángel. (1983). FORJA. Una aventura argentina (de Yrigoyen a Perón). Buenos Aires: Editorial de Belgrano.

La crisis internacional




Por Alfredo Eric Calcagno

La actual crisis internacional no sólo se refleja en una depresión de la economía real, sino que suscita variadas interpretaciones teóricas. Frente a la emergencia, las fuerzas políticas, económicas y sociales expresan sus intereses y su ideología; y en definitiva, cada gobierno decide su posición. A grandes rasgos, existen dos grupos antagónicos: por una parte, los países más poderosos defienden al sistema financiero internacional, y por la otra, los emergentes tratan de resguardar el crecimiento de su economía y el mantenimiento del empleo.

Los organismos económicos y financieros internacionales participan en esta pugna y cada cual "muestra su hilacha". Con muy pocas excepciones, defienden la hegemonía del sector financiero, tanto mundial como de cada país. Más aún, adoptan una posición militante: no sólo teorizan en favor del sector financiero, sino que proveen los cuadros políticos gobernantes, que hasta hace muy poco tiempo fueron sus empleados en organismos financieros internacionales, en empresas financieras o bancos. El problema es que tienen a su cargo la elaboración y solución de las políticas anticrisis financiera; es algo así como si se encargara la campaña de desratización al rey de los ratones.

La troika encargada de solucionar la crisis internacional está integrada por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, que formulan un diagnóstico equivocado que lleva a soluciones falsas: primero, sostienen, con error, que la crisis es fiscal, olvidando sus raíces en el sistema financiero; segundo, que debe aplicarse un fuerte proceso de ajuste, en especial al gasto público; tercero, que la prioridad es recuperar la confianza de los mercados financieros y rehabilitar a los bancos; cuarto, que el ajuste debe ser dirigido por la troika; quinto, que conviene infundir el principio moral y religioso de la redención por el sufrimiento (véase Miradas al Sur del 5/8/2012).

Frente a este coro de apoyo al sector financiero, son pocos los organismos internacionales que plantean una posición crítica. Entre ellos, sobresale la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), cuyo Informe sobre Comercio y Desarrollo, subtitulado "Políticas para un crecimiento incluyente y equilibrado", fue presentado esta semana en Buenos Aires.

El Informe de la Unctad pone en evidencia que la troika comete errores esenciales de diagnóstico. Ante todo, la mayor dificultad en los países desarrollados no reside en el aumento de la deuda pública, sino en la falta de demanda interna. Los elevados déficit fiscales son la consecuencia y no la causa de la crisis; y los países desarrollados incurren en el desatino de limitar la demanda en medio de una recesión.

Una vez auxiliados los bancos, con salvatajes que exceden la imaginación (llegan a trillones de dólares...), se restringe el gasto que active los mercados nacionales. Para ellos, el problema dejó de ser fiscal, y se transformó en el pago de la deuda contraída para salvar a los bancos. En resumen, se deprime el crecimiento de los países desarrollados sin que disminuyan los déficit fiscales (porque cae la recaudación), con aumento del desempleo y sin lograr la confianza de los "mercados."

El Informe de la Unctad señala que en los últimos tres decenios creció la desigualdad de ingresos en el mundo, entre los países y dentro de ellos. Aumentó la diferencia del ingreso por habitante entre los 15 países más ricos y los 15 más pobres: en 1980 era 44 veces mayor, y en 2009, 56 veces. Pero se incrementó también significativamente la desigualdad dentro mismo de los países, entre la parte del trabajo y la del capital, y entre los grupos de altos y de bajos ingresos. Ello fue la consecuencia, sobre todo, de la globalización con hegemonía del sector financiero y de la deslocalización de actividades industriales.

En la mayoría de los países desarrollados se redujo la participación de los salarios en el ingreso total, que disminuyó 5 puntos en Estados Unidos y el Reino Unido y más de 10 puntos en Alemania y Francia. En varios de esos países, entre el 10 y el 20% del producto interno bruto se concentra en el 1% de la población.

Se señala en el Informe que el aumento en la desigualdad obedece en parte al cambio en los comportamientos del sector empresarial, que frente a la mayor competencia internacional, en lugar de aumentar las inversiones para elevar la productividad, trasladó su producción a países con salarios bajos, o negó aumentos con la amenaza de la deslocalización; y utilizó una parte importante de sus beneficios para pagar dividendos y recomprar acciones. De tal modo, la restricción salarial benefició a los accionistas y a los directivos de las empresas.

Sostiene el Informe, "la concentración excesiva de los ingresos fue uno de los factores que condujo a la crisis mundial, ya que estaba vinculada a incentivos perversos para las personas con mayores ingresos y a un alto grado de endeudamiento en los grupos más pobres"; agrega que es probable que no se salga de la recesión hasta que los grupos de renta media y baja tengan más ingresos para aumentar su consumo.

También aumentó la desigualdad en la mayoría de los países en desarrollo. En algunos casos, ese aumento vino junto con un crecimiento económico, como en China, ya que la rápida industrialización y urbanización concentró sus beneficios en las regiones urbanas costeras y los empleados formales, más que en las zonas rurales y los inmigrantes ilegales. Pero por lo general, la desigualdad aumentó de la mano de la desindustrialización y la depresión económica.

En América latina se produjo una oscilación pendular entre el régimen neoliberal de los decenios de 1980 y 1990, y la recuperación comenzada a principios del siglo XXI. La desindustrialización generada por la política neoliberal que culminó en el decenio de 1990, provocó una caída en el crecimiento económico junto con un recrudecimiento de la desigualdad. Se sumaron un proceso de desindustrialización, que derivó trabajadores del sector formal hacia el desempleo, el subempleo y la informalidad; todo dentro de una política global basada en la hegemonía del sector financiero, el enorme endeudamiento internacional, la apertura externa, las privatizaciones, la caída de la inversión, del consumo y de los salarios. Se produjo la pauperización de los sectores de ingresos medios y bajos, mientras otros agentes económicos prosperaban, en particular por las rentas financieras. Fue un período de desigualdad con crisis.

Alrededor de 2003, en varios países emergentes, en especial de América latina, se generó un proceso inverso al anterior. En esos casos, la disminución de la desigualdad fortaleció la recuperación económica. Del círculo vicioso crisis-desigualdad-crisis se pasó al círculo virtuoso crecimiento económico-mayor igualdad-crecimiento. Existió una recuperación de la acción del Estado, que reasumió su función económica, recuperó su capacidad de recaudación, aumentó la inversión pública, financió transferencias a sectores relegados, mejoró empleos y salarios y, en definitiva, logró una mejor distribución del ingreso con crecimiento.

Desarrollando las tesis del Informe de la Unctad, puede señalarse como caso típico el de la Argentina, que tuvo un importante crecimiento económico con mayor igualdad, como se advierte en el cuadro:
El eje de la política económica seguida fue el mantenimiento o crecimiento a toda costa del mercado interno y del empleo, como mecanismo de defensa frente a la crisis internacional. Los resultados fueron exitosos.




miércoles, 19 de septiembre de 2012

“El euro es un polvorín que va a explotar”



El líder de la segunda fuerza política de Grecia afirma que el problema no es la moneda única, sino las políticas que la acompañan. En este reportaje destaca el modelo argentino y se interroga sobre los desaparecidos griegos en nuestro país.

Por Eduardo Febbro
Desde Atenas
–Euro o no euro. Esa ha sido la gran disyuntiva a través de la cual se le presentó a Grecia y, particularmente, al movimiento Syriza que usted dirige. ¿Cómo analiza el momento de crisis que atraviesa Europa y que parece poner en tela de juicio mucho más que la sacrosanta estabilidad del euro?
–Creo que el modelo europeo debe reconstruirse desde abajo. No podemos estar satisfechos con lo que hoy se llama Europa. La crisis actual no es una crisis europea sino mundial. Europa no cuenta hoy con los mecanismos para hacerle frente y controlar el ataque financiero mundial contra sus pueblos. Esto explica por qué Europa se convirtió en un continente donde el ataque del sistema financiero mundial fue feroz. Estamos sin defensa.
–¿Acaso el euro, la moneda única, no es una moneda imposible, es decir, una divisa que no representa el nivel real de los 17 países que componen la Zona Euro y que, por consiguiente, impone sacrificios a muchas naciones que no están a la altura de lo que el euro necesita para existir?
–El euro no es la única razón de la crisis, pero sí es parte de ella. El resorte de la crisis es la arquitectura del euro dentro de Europa. Necesitamos tener una moneda única, pero no una moneda controlada, que lo único que hace es hacerles favores al gran capital y a los ricos. Lo que nos hace falta es una moneda que responda a la necesidad de los pueblos. Tenemos una moneda única, pero nos falta contar con la capacidad de tener políticas para todos los países, en especial para los países de la periferia, que están sufriendo en este momento. El euro es un fenómeno mundial único: tenemos una moneda única, o sea, una unión monetaria, pero carecemos de unión política y de un Banco Central Europeo capaz de ofrecer ayudas a todos los países de Europa.
–¿No hay una contradicción en su postura: ser de izquierda y al mismo tiempo defender el euro?
–La contradicción existiría si uno defendiera de qué manera funciona el euro, qué es lo que representa y cuál es la arquitectura y la hegemonía dentro de esa moneda única. El problema no es la moneda única sino las políticas que acompañan esta moneda. El euro se ha convertido en una cárcel para los pueblos de Europa, en especial para las economías más débiles de la periferia que están enfrentando la crisis. La contradicción está en la base con que se construyó el euro. El euro es un polvorín que va a explotar si seguimos con este rumbo. Las políticas de ajuste que van mano a mano con el modelo neoliberal dentro del euro nos van a conducir a la destrucción del euro. Pero esta perspectiva la van a pagar los pueblos y no los bancos, que van a salvarse, o a tratar de salvarse. El sectarismo dogmático de las elites europeas que defienden ese modelo conduce a Europa muchas décadas hacia atrás.
–El grado de diagnóstico que usted y la izquierda hacen de la problemática es brillante. Pero no se encuentra la misma eficacia en la forma de gestionar la confrontación con el sistema liberal. ¿Cómo salir entonces de la poesía del diagnóstico y entrar de verdad en un proceso de reforma contundente?
–Una buena manera consiste en empezar cambiando las correlaciones de fuerzas en la sociedad. En mayo y junio pasado el partido Syriza estuvo muy cerca de romper esa correlación de fuerzas que existía. Grecia se convirtió en un experimento ultraliberal, en el conejillo de Indias. Aquí se puso a prueba la política del shock para luego ampliarla al resto de Europa. Pero tenemos la reacción de la sociedad. La gente ya no tiene ahora la vida cotidiana que tenía antes y es esa misma gente la que reaccionó para que las cosas cambien. Con su movilización la sociedad amenazó a las elites de nuestro país. Eso significa que sí estamos cambiando la correlación de fuerzas mediante el comportamiento crítico de las masas. Hay que recordar que, después de la ocupación nazi y fascista de nuestro país, pocos años después, en 1958, la izquierda estuvo a punto de llegar al poder. Las últimas elecciones las perdimos por un estrecho porcentaje. Pero hay que tener en cuenta que del otro lado no tenía como adversarios solamente a las fuerzas políticas, sino también a un sistema financiero mundial y europeo muy poderoso que nos combatió con todas sus armas de manera feroz. Pero si ganábamos las elecciones quizá Grecia se hubiese convertido en el eslabón débil capaz de romper la cadena que sujeta a Europa. Tal vez Grecia pueda pasar así de ser un conejillo de Indias a ser el futuro bebé, el embrión de la esperanza. Esa oportunidad histórica no la hemos perdido todavía. Los pueblos no han dicho su última palabra.
–¿Grecia fue un poco el paradigma de Chile en Europa?
–Si ganábamos las elecciones nos hubiésemos convertido en el Chile de Europa. Pero no lo sabemos hoy. Las experiencias latinoamericanas de los últimos años son muy ricas para nosotros. Lo que pasó en Chile cuando cayó la dictadura, lo que pasa en Venezuela hoy, lo que pasó en la Argentina hace diez años, cuando el FMI se fue de la Argentina, todo eso constituye experiencias que nos hacen mucho más ricos y ayudan a perfeccionar y a concretizar nuestra estrategia, tanto en Grecia como en Europa.
–¿En qué sentido lo ocurrido en Chile, Venezuela o la Argentina es un aporte para los movimientos de izquierda radical del Viejo Continente?
–La lección más importante radica en que la izquierda no puede desplegar sus armas en la sola propuesta de cambio político del sistema, no. La izquierda tiene que basar su esperanza y su trabajo en la sublevación del pueblo. Los pueblos se levantan y luchan. Si en el futuro llegamos a tener un gobierno Syriza en Grecia, para poder trasladar el poder de los poderos al pueblo ese proceso tiene que estar acompañado por la participación de las masas, a fin de revertir la situación. Un gobierno solo no lo puede hacer. También son necesarias nuevas instituciones democráticas. Nosotros no podemos cambiarnos de ropa y ponernos el traje del poder anterior. Ese traje no nos queda bien. Hay que crear entonces nuevas instituciones sociales y políticas para levantar a las fuerzas del pueblo, que en este momento están marginalizadas dentro del sistema y no tienen ni participación ni poder. Debemos trasladar ese poder a toda la gente.
–Muchos comparan lo ocurrido en la Argentina en 2001 con lo que está ocurriendo en Grecia. Se recuerda a aquel eslógan argentino que decía “que se vayan todos”. ¿Es válido un enunciado semejante para la Grecia actual?
–Acá se siguen escuchando voces que dicen “que se vayan todos”. Los grandes medios de comunicación apoyaron este eslogan que, en realidad, no tiene contenido político. ¿Pero cuál fue el resultado de eso?: en un país como Grecia, donde nació la llamada democracia, tenemos ahora el renacimiento de las ideas fascistas de la mano del partido neonazi Aurora Dorada, que hoy está en el Parlamento. Aurora Dorada está encontrando apoyo hasta en las clases populares. Hay sí muchas similitudes entre lo que pasó en la Argentina y la Grecia de ahora. La política del shock liberal que se implementó en la Argentina en los años ’90 bajo las órdenes del FMI también se aplicó aquí. Estamos en ese proceso, lento pero destructivo, un proceso que se comporta de forma muy violenta contra los pueblos y los marginados: planes de ajuste, ataque contra los salarios, desempleo. Pero como estamos en la Zona Euro el FMI no tiene las cosas tan fáciles como en la Argentina. Si nos abandonan, las consecuencias serían muy importantes para los otros países de Europa. Nuestra economía representa el 2,5 por ciento del total de Europa. Además, el euro es la segunda moneda de reserva en los bancos mundiales.
–¿Qué lecciones saca usted del desastre argentino del 2001?
–La experiencia argentina es muy importante para sacar conclusiones políticas. Diría que la conclusión más importante radica en que la política del neoliberalismo es cínica, inhumana. Es un callejón sin salida. Pero, por otra parte, la Argentina nos mostró la forma en que un pueblo se puede parar contra este sistema y reconstruir sus bases para vivir mejor, para reorganizar el Estado y la sociedad. Tuve que responder en el Parlamento al ministro griego de Economía cuando atacó de forma muy racista a la Argentina. El ministro dijo: “Noso-tros no somos como los argentinos”, y yo le respondí que estábamos mucho peor que Argentina. Esa es la verdad.
–La democracia argentina se revalorizó con la crisis. En Grecia, en cambio, surgió un movimiento neonazi muy poderoso. Esto permite conjeturar que puede haber en el futuro una mayoría neonazi con una oposición de izquierda radical fuerte, o al revés.
–No creo que lleguemos a tener un gobierno de extrema derecha. Nuestro pueblo es heredero de una gran historia antifascista. Este pueblo tiene memoria histórica y no lo va a permitir. Pero hay algo que debe decirse claramente: el neonazismo y Alba Dorada no son una fuerza antisistema, no, es una fuerza del sistema dentro del sistema. Es el brazo más fuerte del sistema que será utilizado si se siente en peligro. El único peligro para nuestro país son las políticas neoliberales, la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Unión Europea) y el movimiento neonazi, que es un aliado para seguir en este camino.
–Usted rompió hace poco el silencio proponiendo en el Parlamento griego que Grecia se ocupara del destino de los de-saparecidos griegos en la Argentina. ¿Cómo quedó ese reclamo?
–Dentro de los 30 mil desaparecidos en la Argentina durante la década de los ’70 hubo casos de aproximadamente 17 personas que eran hijos de griegos. Sus padres no saben aún qué pasó con sus hijos. Nosotros planteamos ese tema en el Parlamento para poder tratar de averiguar con la ayuda del gobierno argentino qué pasó con esos jóvenes. Nosotros no podemos olvidar cómo un régimen autocrático que gobernó la Argentina llevó al genocidio a casi una generación. La violencia, la desaparición y el asesinato de tanta gente en manos de esos regímenes autocráticos no pueden dejarse en el olvido. En la historia moderna hay un paralelo entre Grecia y la Argentina, porque acá también hubo dictaduras apoyadas por los grandes imperios. Debemos proteger con la democracia a las futuras generaciones de esas dictaduras.
–Los neonazis tienen mucha fuerza. Parte de ella nace del trabajo social que hace, de su acción en la calle, de su oferta de seguridad. ¿Acaso a la izquierda no le falta capacidad de acción para derrotar a la ultraderecha en el terreno de lo concreto?
–Lo que tiene que hacer la izquierda es crear un frente ideológico y, al mismo tiempo, construir un modelo de sociedad que resiste y es solidaria. La solidaridad no es la filantropía sino cómo resistir juntos. No tenemos que permitir que esos grupos se presenten con la cara lavada cuando en realidad representan la historia de lo más violento que sufrió la humanidad. Nuestra lucha en la calle tiene que tener otro modelo para elaborar ese frente ideológico de protección del pueblo. Se trata de un frente doble: contra las fuerzas neoliberales y contra el fascismo.
–La llamada izquierda radical tiene muchos enemigos, empezando por quien debería ser, al menos, un aliado parcial: la socialdemocracia.
–En Europa y en el mundo la socialdemocracia ha pasado por una mutación increíble en los últimos años. La socialdemocracia opera como una suerte de cirugía plástica con la cual quieren cambiar algo que no se cambia. Este capitalismo financiero casino no pueda cambiar de imagen por más cirugía que se le haga. La socialdemocracia es incapaz de ofrecer soluciones a los problemas sociales y reales que enfrentan los pueblos. En Grecia, el partido que representó a la socialdemocracia, el Pasok, no se diferencia en nada de la derecha. Son una copia. Por eso nuestra izquierda puede convertirse en un polo de alianzas con auténtica base social y popular.
–Cuál sería su modelo ideal: Chávez en Venezuela, los Castro en Cuba, Lula en Brasil o el peronismo de Kirchner en la Argentina.
–América latina siempre fue un laboratorio social y político increíble que da resultados. Cada país y cada movimiento tienen su particularidad. A nosotros nos interesa saber cuál es la mejor visión del socialismo del siglo XXI para todo el planeta. A pesar las particularidades necesitamos una visión común y los mismos enemigos. Nosotros seguimos muy de cerca el proceso de integración en América latina. Ese proceso no es teórico, está en práctica y da respuestas al dogmatismo neoliberal. Pero lo que se encuentra más cerca al modelo griego es Argentina y Brasil. En las realidades sociales y en las paralelas históricas, tenemos mucho más que ver con lo que sucedió en Argentina y Brasil. Desde luego, también tenemos puntos en común con Venezuela y Cuba. Nuestros enemigos dicen que Syriza quiere convertir a Grecia en la Cuba de Europa. Nosotros les respondemos que ellos quieren crear una Cuba en Europa, pero la Cuba de antes del ’60. A eso quieren llevarnos.
–Usted representa a una generación marcada por una época donde se produjo una gran despolitización. ¿Cuál sería la fórmula para reintroducir la política y, más concretamente, el interés por una política de izquierda?
–En este momento estamos viviendo la última fase del capitalismo y no del socialismo. Estamos en la caída del sistema capitalista y esto nos conduce a un análisis diferente del comportamiento social como generación, tanto más cuanto que constatamos las condiciones en las que estamos viviendo hoy en día. Mi generación entró en la política como una fuerza muy pequeña en las universidades y en las escuelas cuando ya había una hegemonía casi total del neoliberalismo, cuando se presentaban porcentajes de crecimiento económico enormes y a la vez abstractos y cuando los ejemplos del buen vivir eran el súper consumismo. Ahora estamos en otra realidad. Hoy, en Grecia, uno de cada dos jóvenes que tiene entre 24 y 35 años no tiene trabajo. Están condenando a esa generación a vivir mucho peor que sus padres, los están condenando a vivir sin soñar. Lo que le podemos dar y decir a esta generación es que tiene que reencontrar en su conciencia la esperanza dentro de la lucha. Para poder reconstruir esas vidas destruidas deben creer que hay un futuro mejor, no hay otra manera. La justicia social y la dignidad son dos cosas muy importantes para una generación que quiere reconquistar su futuro.
–Usted juega el fútbol y está rodeado de gente argentina, uno de ellos es de Independiente. Dentro de poco irá a la Argentina. ¿A qué club le pone fichas? Tomemos tres: Boca, River o Independiente.
–Apuesto por Boca porque Maradona jugó en Boca. Yo tengo esa imagen mítica de la Bombonera que vi en las fotos y en las películas. Tengo mucha fe en la política de Syriza porque tenemos eso fútbol de la fantasía que es el fútbol argentino.
Fuente: Página/12

Género y estereotipos



Iván Orbuch desmenuza una de las novelas de mayor audiencia en la televisión argentina para dejar en evidencia los estereotipos tradicionales que allí se presentan.

Por Iván Pablo Orbuch *
De lunes a viernes, cerca de la medianoche, millones de personas sintonizan Telefe para mirar una novela cuyo libreto no tiene muchas aspiraciones ni grandes secretos, dado que la temática principal fue expuesta en el primer programa y, luego de meses, no presenta variaciones. Por qué es tan vista sería la pregunta. No obstante, una mirada más aguzada nos revela que el programa Dulce Amor deja mucha tela para cortar en lo concerniente a la caracterización que hace de la familia y de cada uno de los miembros que la integran. En efecto, varios estereotipos salen a la luz tras un detallado análisis. Las familias provenientes de los sectores populares no dialogan, gritan; las madres de los trabajadores cocinan, planchan y lavan todo el día; las de los sectores más acomodados tienen un don para el mando; mientras que las hijas tienen inclinaciones artísticas y su rebeldía es vista como una “desviación” de lo esperado y esperable acerca de su conducta.
Estos estereotipos gozan de buena salud en amplias franjas de la sociedad. El muchacho posesivo que encarna Sebastián Estevanez es uno de ellos, tal vez el más extendido. Pero no es el único. Nos parece relevante señalar algunas características tanto de hombres como de mujeres en la novela, a los fines de develar la impronta que los lenguajes poseen en la formación de las filiaciones sociales con un minucioso detenimiento en la construcción mediática de las identidades de género. El programa nos demuestra que las diferencias entre hombres y mujeres, en cuanto a lo que la sociedad espera de cada uno, son una construcción histórico-social. Las actitudes y comportamientos que diferencian lo masculino y lo femenino son incorporados por cada chico en el proceso de socialización. En esa construcción de la diferencia la escuela cumplió, y lo sigue haciendo, un rol decisivo. Basta rememorar el dictado de la materia Economía doméstica a principios del siglo XX, con la que se iba forjando a las futuras amas de casa.
Georgina Barbarossa encarna a la perfección el prototipo de esa ama de casa que la escuela fue construyendo. Madre abnegada y sobreprotectora, suele, también, como se hacía a principios del siglo XX, dar refugio en su hogar a personajes caídos en desgracia, que no guardan lazos de parentesco con su familia. Uno de ellos es el interpretado por Esteban Prol, quien es un jugador compulsivo, lo que parece confirmar que las mujeres siguen siendo las responsables del cuidado de las personas que no pueden valerse por sí mismas, sean chicos, discapacitados o adultos mayores dependientes. El trabajo de cuidado, que consiste en proporcionar bienestar físico y emocional a las personas, conlleva una gran importancia social y política, así como es pocas veces reconocido su valor económico.
Pese a los numerosos cambios operados en más de un siglo de existencia del Estado nacional, algunas cosas parecen no variar mucho en esta ficción. La persistencia de la figura del pater familias, encarnado por Cacho Castaña, que aparece esporádicamente congregando las ilusiones de las mujeres de la familia, pone de manifiesto también el peso que todavía conserva en el imaginario popular el concepto de capiti diminutio, que establecía la incapacidad de hecho de la mujer casada. Esto significó una clara distinción entre la posesión del derecho y su ejercicio: la mujer, al igual que el niño, era incapaz de ejercerlo. De allí a la sujeción a la autoridad del marido, al padre, al hermano o a los hijos, siendo objeto de protección y corrección doméstica en el ámbito familiar, existe sólo un paso, cuestión que se ve reflejada en la particular relación entablada entre madre e hijo, es decir entre Barbarossa y Estevanez. En esa dirección, las diferencias hacia el interior de la familia pueden ser pensadas en términos de relaciones de poder.
Para concluir, podemos afirmar que toda identidad es sexuada y que, de algún modo, la organización de esta distinción constituye el epicentro de la sociedad. La diferencia entre hombre y mujer es un hecho siempre presente que determina la experiencia, influye en la conducta y estructura las expectativas a futuro. La identidad sexual se organiza dentro de un vasto entramado de relaciones sociales, que se producen no sólo en instituciones como la familia, sino en todos los niveles de la sociedad. “Masculinidad” y “feminidad” son los productos concretos de un tiempo y de un espacio histórico determinado. En ese sentido, podemos decir que el programa Dulce Amor construye y reproduce masculinidades y feminidades tradicionales en pleno siglo XXI.
* Docente de Historia (UBA, Unsam, Flacso).

martes, 18 de septiembre de 2012

Cacerolazo modelo 2012



Por Norma Giarracca * y Miguel Teubal **

El jueves salieron nuevamente miles de argentinos a las calles de Buenos Aires y de muchas ciudades de las provincias. La convocatoria, por los medios informáticos, fue apoyada por sectores de poder en situación de confrontación con el gobierno nacional. Los cacerolazos siempre remiten a 2001-2002, no obstante consideramos que, más allá de cierta estética de personas formando mareas humanas por las calles, no hubo nada en común. Más bien, a nuestro juicio, hubo ciertas similitudes organizativas y de composición social con los cacerolazos y marchas que acompañaron el conflicto del campo en 2008. En los dos casos (2008 y 2012) en el vértice superior del conflicto, si se nos permite esta imagen, aparecen sectores empresariales nacionales de gran capacidad económica confrontando por demandas corporativas con el Gobierno. En 2008, fue la Mesa de Enlace (la Sociedad Rural Argentina fue su símbolo); en la del jueves, en el vértice estaban los grandes medios de comunicación con su conocida demanda. En ambas, además, todo el arco opositor político apoyó a quienes protestaban. Y en tercer lugar, entre ese vértice de poder y los miles y miles de personas que salieron no se puede registrar con seriedad una conexión directa en la convocatoria.
Tanto en 2008 como el jueves marchó una importante cantidad de ciudadanos que votaron en forma diferente, que pertenecen a esa abigarrada clase media argentina que va desde un vendedor ambulante de baratijas importadas de China, que manda a sus hijos a una escuela privada, hasta empresarios, comerciantes o profesionales. En 2008 todos se sentían aunados por “un campo” que remitía al utópico (y pasado) trabajo sobre la tierra y a personajes que supuestamente hablaban con un lenguaje sencillo (a diferencia del poder). El jueves no había un signo unificador más allá del malestar con el Gobierno, pero la cuestión de la comunicación, de las palabras, estaba presente.
Las personas que entrevistamos habían sido convocadas por Internet o por el boca a boca. Los motivos de la acción eran muchos y todos confluían en un malestar con la gestión gubernamental. Basamos nuestro análisis en aquellas motivaciones que hacen al malestar por perder lo que se logró en años de bonanzas y que refieren a cierta regulación del dólar que dificulta ahorrar y viajar, políticas de importación que limitan esos consumos, aumento del control social en política impositiva, inflación, etc., que en definitiva apuntan a la reducción de los consumos. Habían votado a Binner, a Duhalde y a la propia Fernández de Kirchner o hacía rato que no lo hacían por decepción con los políticos; sin embargo, independientemente de la conducta electoral de octubre pasado, se manifestaban en contra de la reelección presidencial. Estaban en contra de distribuir dinero a los sectores populares por todos los prejuicios que suelen tener las clases medias sobre esta otra parte de la población (mensajes de la convocatoria por las redes lo corroboran). No descartamos la presencia de grupos que manifestaran claramente un “fascismo societal”, pero no los encontramos alrededor del Obelisco.
La Argentina es un país con una franja muy importante de sectores medios y, si bien el reclamo es sectorial, tiene a nuestro juicio algunas dimensiones (no todas) ancladas dentro de los discursos hegemónicos. El Gobierno propone “un modelo” altamente productivo dentro de las reglas del capitalismo global; optó por las tecnologías de punta; promovió el consumo, que por supuesto fue desigual dentro del conjunto social; algunos creyeron verse actores de un mundo “moderno” consumista. Ahora estos sectores medios reclaman por acceder libremente, sin regulaciones ni trabas, a esos consumos (viajes, dólar, “high tech”). ¿Acaso entre ellos están quienes cuidan y aman un cerro, el agua, critican la soja, la biotecnología, la megaminería o que ponen en duda el modelo “modernizador” y consumista? Una excelente declaración de la Asamblea por el Agua de Mendoza “Que tu bronca no te ciegue” (asambleapopularporelagua.blogspot) nos inclina a pensar que no. Nadie desde el poder les habló de una “vida sencilla” cuidando los bienes comunes (Vandana Shiva), ni de “vivir con lo nuestro” como alguna vez propuso Aldo Ferrer. Por eso ahora los “caceroleros” reclaman en el registro de la cosmovisión de la vida que el discurso capitalista/moderno “del crecimiento económico” marcó, y si no lo consiguen con este Gobierno, buscarán opciones políticas que les “vendan espejitos de colores” y el peligro es que, nuevamente, terminen en propuestas ortodoxamente neoliberales en lo económico y decididamente de derecha en lo social, lo político y lo cultural.
* Socióloga, UBA
** Economista, UBA.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Alberti ,Capusotto y un enfoque de la Inseguridad


“Reconoce los cambios de la época”:UN ESPECIALISTA DE FLACSO EN JUVENTUD HABLA DEL VOTO DE LOS JOVENES DE 16 Y 17 AÑOS







Sergio Balardini se manifiesta de acuerdo con el proyecto que se debate en el Congreso y sostiene que el sufragio a esa edad debe ser optativo. También marca una “coherencia” entre el derecho a votar optativamente y el régimen penal juvenil.
 

Por Sebastian Abrevaya
Sergio Balardini es uno de los mayores especialistas en juventud de Argentina. Es licenciado en Psicología y miembro del Programa de Estudios de Juventud de Flacso, entre otros puntos de un largo currículum vinculado con adolescencia, juventud y políticas públicas. En diálogo con Página/12, Balardini apoyó el proyecto que amplía el derecho al voto de los jóvenes de 16 y 17 años, señaló que debería ser optativo y remarcó que países como Brasil e, incipientemente, Uruguay, marcan antecedentes en ese sentido. “La ley no debería ser punto de llegada sino punto de partida”, asegura Balardini, que marca una “coherencia” entre el derecho a votar optativamente y el régimen penal juvenil.
–¿Qué opina del proyecto que se debate en el Congreso?
–Estoy de acuerdo porque reconoce los cambios de la época, las nuevas relaciones sociales entre generaciones y las responsabilidades y posibilidades que hoy tienen chicos y chicas. También hay una tendencia de ampliar hacia la baja los derechos políticos. Sucedió en Brasil, donde existe el voto optativo. En Uruguay, hay un estado previo donde en el partido de gobierno, el Frente Amplio, se eligen sus autoridades en la elecciones internas a partir de los 14 años. Son dos antecedentes interesantes. Pero, además, si miramos hacia adentro, hay tres ciudades que ya tienen el voto en autoridades locales: Córdoba, Colonia Caroya y Zapala. En el presupuesto participativo en el que participa la ciudadanía, en una cantidad importante de municipios votan jóvenes también desde los 16. Es algo que viene madurando en nuestra región.
–¿Debe ser optativo u obligatorio?
–Es preferible optativo porque es una franja de edad que recién está ingresando al sistema político. Y al mismo tiempo así se respetan los tiempos de los jóvenes. Habrá quienes tengan interés en ejercer este derecho, otros que dirán todavía no estoy preparado o quisiera tener más información. Me parece más oportuno respetar esos tiempos de maduración y apropiación del derecho y al mismo tiempo ir acompañando con programas.
–Con el debate respecto del voto también resurgió la discusión sobre un aumento en la responsabilidad penal...
–Hay que buscar una coherencia en la conceptualización, aproximándose gradualmente a una normativa con una concepción orgánica. El voto optativo es más afín a tener una definición en el tema de la responsabilidad penal vinculada con un régimen penal juvenil específico. Es coherente decir que entre los 16 y los 18 hay un régimen electoral específico, donde los jóvenes tienen el derecho de ejercer el voto, pero se dan condiciones específicas para que puedan apropiarse de ese derecho. En cuestiones penales es lo mismo, un régimen específico, donde no es la edad para tratarlos como adultos. Los reconocés como sujetos y los hacés responsables. En ningún caso se los iguala a los adultos y al mismo tiempo no se los infantiliza ni se dice que no tienen ninguna responsabilidad. Además, todo esto está amparado en la Convención de los Derechos del Niño y la Ley de Protección de Niñez y Adolescencia.
–Algunos sectores señalan que los jóvenes no están preparados y que la escuela no da los contenidos necesarios para que puedan votar...
–Una cosa es una currícula pensada para ir dando elementos para jóvenes que no van a ejercer el derecho al voto y otra si tienen el derecho. Se trata de una cuestión de calidad. Hay que repensar la formación. El primer lugar, desde la responsabilidad estatal, es la escuela, pero no es el único. También hay que pensar la comunicación gubernamental, no sólo nacional sino provincial. También podría ser la Dirección Nacional Electoral la que aporte capacitación y formación de jóvenes de 16 y 17. La ley no debería ser punto de llegada sino punto de partida. Incluir otra serie de cuestiones que ayuden a que ese voto sea más apropiable tempranamente y de mayor calidad al mismo tiempo.
–¿Pero eso puede darse en paralelo o debería ser anterior al otorgamiento del derecho?
–Hay que reconocer que los jóvenes son tan heterogéneos como los adultos. Desde luego hay quienes estarán en mejor condición que otros. Pero no es un juego de suma cero en el que primero hacemos tal cosa para después hacer otra. Estamos hablando de ampliación de derechos y, al mismo tiempo, de consolidación de derechos. Son responsabilidades que tienen que ser asumidas al mismo tiempo.
–¿El interés que ahora hay en la política también incluye a los jóvenes?
–Por supuesto. Es parte del tiempo y la época que les toca vivir y que incide en toda la sociedad. En los ’90 la política era minimalista, tecnocrática, su-bordinada a la economía y era poco lo que se le podía pedir. No se la pensaba como un lugar de transformación social, entonces era un ámbito muy poco atractivo para los jóvenes. Había participación pero no desde una concepción clásica sino en circunstancias puntuales y en organizaciones socioculturales, porque la política en términos partidarios no generaba expectativas. Hay dos hechos que marcaron un cambio. Uno en el 2000, donde la crisis marca una preocupación por lo público pero un rechazo hacia lo partidario. Y otro a partir de 2003, donde gradualmente las iniciativas del gobierno le dan un nuevo rol al Estado, que empuja a la transformación en vez de limitarse a administrar lo que encuentra. Si la política puede operar sobre la realidad y confrontar sobre los poderes fácticos, cambiar lo que estaba dado, vuelve a ser atractiva. Si se trata de gestionar mejor algo dado que no se puede cambiar, es más difícil. En todo caso se sumarán los que llaman “militancia de gestión”, profesional, más próxima a la idea de un militante PRO. La lógica que se genera es esa.
–¿Por qué a los 16 y no antes o después?
–Hay ciertos acuerdos de que en esa edad se está en determinado grado de maduración que permite ejercer ciertos derechos y llevar adelante determinadas responsabilidades. Son jóvenes con mucha mayor autonomía que antes, los padres están mucho menos presentes, cada vez se definen más cosas entre pares, se hacen cargo de muchas responsabilidades. Hay mayor madurez y mayor complejidad. No se puede decir que es homogéneo, pero tiene que ver con construir una herramienta que permita que suceda. Finalmente es una definición política, que construye una sociedad, que se organiza alrededor de ciertas definiciones donde propone roles a determinados sectores sociales, por género o por generación, roles productivos, culturales, económicos.
Fuente: Página/12